Capítulo VI.

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Di un pequeño salto cuando Thomas dejó su mano en mi hombro mientras observamos los cuerpos desangrados y escondidos entre los matorrales cerca del lago.

– Arthur busca a la muchacha y asegúrate de que guardará silencio, deshazte del arma – Le entregó la pistola dejando la mano libre en el bolsillo.

– Creo que la mejor opción sería lanzarlos al lago – Comentó Aidan empujando con la bota al más grande de ellos, Thomas asintió y cuando dio un paso adelante para comenzar a hablar tomé desesperadamente su mano.

– Te lo ruego, no – Dije con la voz en un hilo, jamás había estado tan asustada, los hombres me observaron – en el lago no.

– ¿Qué quieres que hagamos con ellos Vadoma? ¿Siquiera se merecían morir? – Cuestionó Aidan acercándose a verme.

– Trataron de violar a esa muchacha.

– Cualquier mujer que se respeta no viene al lago a solas – Soltó el hermano mayor de mi cuñado.

– ¿Qué dices?

– Lo que has oído.

– ¿Eso quiere decir que cuando vengo aquí a nadar cada maldita mañana me merezco ser violada por dos hombres? – Aidan me retuvo del brazo cuando comencé a avanzar.

– No sé cómo funcionan tus tratos con el diablo, Bruja.

– Quisiera que uno de ellos hubieras sido tú – Sentencié levantando mi mano para señalarlo con el dedo índice y medio – espero que una muerte justa prontamente te de...

– Es mi hermano – Interrumpió Aidan bajando mi mano y tomando mi rostro para que dejara de ver al hombre frente a mi – detente.

– Basta – Habló Thomas dejando suavemente su mano en mi espalda para atraerme consigo – mis hombres se encargarán de estos cuerpos, mi tío Charlie llegará aquí en su barcaza y se los llevará por los canales, lo que pase después de eso es problema de nadie – todos asintieron – y tú, ten cuidado con cómo le hablas a Vadoma, es mi esposa ahora. Lárguense – Aidan me acarició el rostro para estrechar la mano de Shelby haciéndole un gesto a su hermano para que ambos se alejaran del lugar
– ¿En qué estabas pensando?

– En que esa mujer podría haber sido yo – Respondí girándome a verlo – todas las mañanas, todas las tardes, cada vez que se me antoja vengo aquí a nadar, yo podría haber sido ella, y si alguien lo hubiera visto quisiera que hubiera intervenido – Me observó por algunos segundos manteniendo la mirada sobre mi, asintió.

– No nadaras más en el lago.

– ¿Disculpa?

– Lo que has oído – Sentenció alejándose para meterse en el bosque.

– No estoy pidiendo tu permiso – Se detuvo a observarme una vez más.

– Simplemente no lo harás.

– No vas a prohibirme nada.

– Voy a hacerlo – Se encendió un cigarrillo sin observarme – tomarás tus cosas haré que las suban a mi auto y vendrás conmigo a casa...

– No voy a moverme de aquí...

– No estoy preguntándotelo, soy tú maldito esposo y estarás donde yo esté; y así será – Se acercó nuevamente deteniéndose a un par de pasos de distancia – te dejé un día a solas y matas a dos hombres.

– Ella merecía ser salvada.

– Simplemente harás lo que digo...

– Me niego.

Vadoma [{COMPLETA}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora