Capítulo III

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Me acomodé en la cama cerrando los ojos podía escuchar el sonido del amanecer colándose por la tienda, a lo lejos el violín cantaba acorde al canto de los pajaritos, los caballos cabalgando, el ruido ensordecedor de los automóviles de la época metiéndose en el campamento.

Me senté apresuradamente cuando se adentraron en mi tienda sin previo aviso el cuello del camisón se deslizó por mi hombro dejando la piel expuesta, moví la maraña de pelos que las vueltas de mi mal dormir le habían hecho a mi cabello.

– ¿Qué mierda pasa? – Johnny apareció con el rostro ensangrentado y espantado.

– ¿Está muerto?

Seguí a Dogs metiéndome en el interior de la oscura casona desde donde habíamos entrado por una puerta lateral, los pizarrones escritos y las mesas alargadas dejaban ver que esa era la afamada sala de apuestas Shelby.

Mis botas hicieron ruido cuando las puertas se abrieron de par en par para mostrarme a una alterada mujer con un vestido negro, sus ojos de miel me observaron atentamente le sonreí.

– ¿Es ella? – Preguntó señalándome con la cabeza – eres la bruja.

– Como si usted no lo fuera – Estiré mi mano a su cabello que caía por el hombro izquierdo – ¿Dónde está su sobrino?

– Escaleras arriba – Dijo esbozando una pequeña sonrisa en la comisura de la boca roja – ve con confianza muchacha.

El pasillo oscuro me recordaba los cientos de sueños que había tenido en algún momento de mi vida, al final del corredor empujé la puerta que me mostró una habitación pequeña a oscuras sentí escalofríos ante el pesado ambiente que rodeaba el lugar cerré la puerta, abriendo el morral para sacar las hierbas e inciensos que prendí susurrando hechizos que mamá Vilka me había enseñado.

– Thomas – Llamé quitándome el abrigo, aún llevaba el camisón que usaba por pijama aticé las brazas de la chimenea para lanzar otro leño – Thomas – su mano retuvo mi muñeca levantándose torpemente para observarme con el rostro pálido dejé mi mano en su frente caliente – ¿Qué necesitas de mi?

– Kimber me disparó – Anunció tratando de levantarse.

– Acuéstate – Ordené dejando ambas manos sobre el pecho desnudo donde la sangre manchaba la venda sobre el pectoral derecho – mierda estás hirviendo – estiró los brazos tratando de levantarse una vez más su mano cayó sobre mi hombro arrastrando hacia su lado el cuello de mi camisón para dejar mi piel expuesta ante su rostro que cayó contra él, se aferró a mi brazo temblando.

– ¿Cómo está? – La voz de al mujer que me había recibido me hizo girar a verla, me observó largos segundos.

– Tiene fiebre, trata de levantarse – Se acercó con un cántaro de agua estirándome un pedazo de tela que hundí en el agua estrujandolo para recostarlo una vez más en la cama dejando el trapo sobre su frente.

– Jesucristo – Exclamó al tocarlo despejando su rostro del cabello humedecido.

– Necesitará un doctor, mi magia no puede curarlo.

– Thomas no quiere tu magia, muchacha – Se alejó caminando a la puerta – ¡Arthur ve por el maldito doctor de inmediato! – Gritó regresando para destapar completamente a su sobrino dejándolo únicamente con la ropa interior – vamos, hay que bajar su fiebre – asentí humedeciendo más trapos para colocarlos en su cuello, antebrazos, muslos e ingle.

Resultaba que la bala no había salido por completo, podía escuchar los gritos de Thomas desde la cocina en donde su tía me había servido una taza de café.

– ¿Estabas dormida? – Preguntó sentándose frente a mí señalando mi vestimenta.

– Si, no suelo madrugar...

– Las princesas no madrugan – Sonrió poniéndole algo de licor a su café.

– ¿Por qué tu sobrino no usa tu magia?

– He perdido la mayoría desde que salimos de las carpas para vivir en las ciudades, eres una afortunada por seguir allí.

– Creo que no lo cambiaría.

– Eso dices ahora, yo era como tú. Pero conocí a un hombre – Anunció bebiendo de su taza – algunas mujeres nos cegamos por los hombres. Thomas no quiere tu magia, lo vi llegar extraño ese día en que se reunió con Johnny para ver a la bruja de la que tanto hablaban, pensé que tenía problemas con los negocios. Tommy no puede engañarme, puede mentirle a cualquiera pero a mi no... luego volvió a ir al campamento, y luego una vez más.

– No he puesto ningún hechizo sobre tu sobrino.

– Y lo sé, no tendrías porqué eres una mujer hermosa – Me halagó sin bajar la mirada – rostro perfecto, cabellera larga, tu cuerpo aún no conoce los caprichos de los hombres, y esos ojos tuyos muchacha dime ¿qué es lo que ves?
– Bajé la mirada – John me contó lo que hiciste con él.

– ¿Acerca de Martha? – Ella asintió – él no la ha dejado ir, ni tú a ella – Sus ojos se abrieron como platos así que bebí de mi taza – ¿Quién es? – guardó silencio mientras yo buscaba distinguir la forma que se movía a su alrededor – Anna – Salió de mi boca su nombre como susurro, ella se cubrió los labios con manos temblorosas.

– ¿Está muerta?

– Lamento ser yo quien lo diga – Anuncié cerrando los ojos para intentar escuchar – no es tu culpa má' no lo es, perdónate – La mujer empezó a llorar delante de mí mientras yo repetía las palabras que resonaban en la habitación metiéndome en mi cabeza en romaní– Michael está vivo, búscale, déjame, te amo – mis ojos se abrieron y el halo de luz desapareció escapándose por la ventana mientras la tía de los Shelby se desarmaba en llanto delante de mí.

– Pol el doctor ya se va – Arthur se detuvo en la entrada de las puertas observando a su tía cubrirse el rostro con ambas manos – ¿Qué?

– Creo que deberíamos dejarla a solas un momento – Salí de la habitación para regresar al pasillo desde donde vi al doctor marcharse cargando su maletín – quiero irme – susurré arropándome en mi abrigo una vez más.

– Le pediré a alguien que te lleve.

– Tommy quiere saber si ella sigue aquí – El menor de ellos se acercó con semblante preocupado.

– Quizás Thomas debería descansar.

– Está insistiendo – Me interrumpió acercándose mientras se rascaba la cabeza.

– Preferiría irme a casa, claramente el señor Thomas no está en buenas condiciones – Me acomodé el abrigo sintiéndome un tanto incómoda por toda la situación – enviaré a alguien a buscar mi bolso más tarde.

– Muchacha – La voz de la señora Gray me detuvo a medio pasillo hacia la salida – debes ayudarme a encontrarlo.

– No puedo hacer absolutamente nada por esta familia – Anuncié colocándome el sombrero de ala ancha – mi hermana está casada con un Lee, nuestras familias se han jurado odio y yo no debería estar aquí.

– Vadoma...

– Soy fiel a mi familia – Interrumpí a Arthur con las manos temblorosas – no puedo hacer nada más por ustedes, lo lamento Polly – Susurré abriendo la puerta.

– Yo no te dije mi nombre – Dijo tratando de detenerme el paso, salí a la calle y me alejé.

Vadoma [{COMPLETA}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora