Capítulo V.

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Lunes.

– No voy a vestirme de blanco – Anuncié cuando mi hermana arrastró el vestido de nuestra madre hasta nosotros, mamá Vilka se echó a reír reclinándose hacia atrás.

– No la animes mamá – Se quejó Magdala sentándose para sostener su vientre – no me hagas esto Vado, esperé tu matrimonio tanto tiempo.

– Dejaré que arregles mi cabello, pero el vestido lo veré yo.

Magdala había hecho lo imposible para hacer dos largas trenzas a los costados de mi rostro para unirlas en mi nuca, dejando el resto del cabello suelto, lo llenó de pequeñas flores violeta, negó con la cabeza viendo el vestido de satin negro.

Cerré los botones que descendían por sobre mi pecho en una hilera hasta llegar a mis caderas convirtiéndose en una falda gitana negra y holgada, coloqué el medallón alrededor de mi cuello dejándolo caer justo sobre mi vientre para que destellara con su color de plata y zafiros.

Mamá Vilka sonrió dejando caer la tela de encaje negro sobre mi cabeza, asintió invitando a mi hermana a aproximarse cargando una caja de madera que al abrirla, reveló una corona de rosas doradas.

– Vadoma Dorham es tu nombre – Anunció moviendo su mano para que me inclinara – eres la hija de un rey, por tanto al contraer nupcias te conviertes en reina – dejó la corona sobre mi cabeza mientras sentía como mis ojos se llenaban de lágrimas – una reina Vadoma – Repitió alzando mi barbilla – no olvides tu lugar, no olvides tu raíz, no olvides jamás dónde haz clavado tus pies, muchacha – me sonrió – ahora, muéstrales.

Todo era fiesta, podía ver a mi padre bailando junto a mi panzona hermana, estaba segura que no pasaría de esta semana preñada, parecía que explotaría en cualquier minuto y giraba y giraba mientras Aidan la observaba bailar tocando un laúdZ

Yo había querido un amor así, Aidan se había vuelto loco por Magdala apenas la había visto aquella tarde junto al río, se habían vuelto locos el uno por el otro sus hijos habían sido concebidos con amor, deseados y amados; suspiré comiendo el pastel y bebiendo un poco de vino.

– No voy a bailar – Anuncié al ver al hombre acercándose en su pulcro traje negro, sonrió asintiendo con la cabeza mientras dejaba las manos dentro del bolsillos del pantalón.

– Quería invitarte a caminar para charlar – Murmuró sin observarme – quizás cerca del lago, tu gente dice que eres hija del bosque.

– No vas a convencerme de nada – Se inclinó a tomar la boquilla que estaba a mi lado para colocarle un cigarrillo en la punta, me lo estiró – debiste haberme dicho desde un principio cuáles eran tus intenciónes.

– ¿En que habría cambiado eso?

– Habría aceptado el dinero que me diste y habría dejado de hacerte favores – Expliqué dejando la boquilla en mi boca permitiéndole que encendiera mi cigarrillo.

– Eso no habría cambiado nada. Ven conmigo – Estiró su mano a mi, como por dos segundos sostuve mi mirada en los ojos azules.

– No – Respondí firmemente, noté un destello diferente en su mirada – no – Repetí negando, bajó la vista.

– No vas a intentar que sea más sencillo ¿verdad?

– Ni un poco – Me vio negar y cubrió su boca levantándose lentamente, caminó entre la multitud alejándose a paso firme.

Terminé de comer el pastel y beber de mi vino, para levantarme y caminar por el lugar alejándome lo más posible del barullo de la fiesta, se acercaba la hora de las brujas, cosa que confirmé observando el reloj que había pertenecido a mi madre.

Vadoma [{COMPLETA}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora