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Las blancas casas inmaculadas contrastaban con el color del día, había callejuelas adoquinadas con tejados de pizarra

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Las blancas casas inmaculadas contrastaban con el color del día, había callejuelas adoquinadas con tejados de pizarra. Miles de macetas adornaban algunas paredes de aquellas casas pero era una lástima que estuviéramos en otoño y no en primavera para que las flores brotaran en su esplendor.

Al pasear por sus calles empedradas comprendí el encanto de este pueblo, te hacía un guiño continuo para que exploraras sus calles empinadas y ese barrio morisco que te teletransportaba a otra cultura muy diferente.

Me encontraba completamente fascinaba por lo que mis ojos procesaban.

—Colócate ahí.

Dani señaló con su dedo aquella zona a la que se dirigía, me mostraba una zona en mitad de una calle estrecha, decorada con su encanto pedrizo.

—¿Para qué?—sonreí a sabiendas de lo que quería hacer.

—Hay que memorizar esa cara radiante que tienes ahora mismo—dijo mientras me empujaba suavemente hacía delante.

—No me gustan las fotos—no mentí.

—Y a mi no me gusta hacerlas.

Me sonrió de lado y no pude evitar pensar lo guapo que se encontraba cuando sonreía. Negue inmediatamente esos pensamientos de mi cabeza y me coloqué en mitad de la inclinada calle.

—Venga,pon tu mejor pose—dijo.

Me coloqué de lado, mirando a la cámara de su teléfono móvil, dibujé una sonrisa casi inapreciable y pedí que saliera bien a la primera.

—He dicho tu mejor pose, así posa la tía de mi madre cuando quieree salir delgada en las fotos.

Me reí al escucharlo

—¿Quiere eso decir que no debo intentar salir delgada en las fotos?

—No veo el por qué, tienes un cuerpo perfecto.

Su forma de decírmelo hizo que algo dentro de mi despertara. Lo miré expectante, sin saber bien que hacer o como colocarme a continuación.

—¿No te habrá puesto nerviosa eso que acabo de decir no?—Volvió a bajar su móvil para mostrarme su sonrisa de par en par—Venga, posa para mí.

Esta vez me reí por la forma de llevar las riendas de la conversación, y a la vez que me reí, escuché el sonido que indicaba que había fotografiado ese instante.

—¡Hey, No estaba preparada!—exclamé.

—Ha salido perfecta—dejó de mirar la pantalla para mirarme a mí—las mejores fotos son las que salen de manera improvisada ¿ves?—dijo eso último proporcionándome su móvil.

Me encontraba en mitad de la calle con una pose relajada, miraba a mi lado derecho mientras sonreía ampliamente con la mirada hacía el suelo. Reflejada comodidad y felicidad, así era como me sentía realmente.

Corazones cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora