마침내

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Taehyung
Pequeños destellos de sol se cuelan entre las cortinas y chocan directamente con la colcha celeste que cubre el cuerpo de Jin, inmóvil desde hace seis días y catorce horas.

Jamás creí pasar por una desesperación tan grande, jamás creí sentiría a la impotencia y rabia rasgando con uñas afiladas mi interior. Un hueco enorme fue implantado desde aquella llamada:
—Ven pronto, él... mi niño está de camino al hospital central—la voz al otro lado se desgarraba de dolor y angustia, le costaba respirar—Fui la peor madre del mundo, lo soy. Ojalá hubiera estado ahí para atender las penurias de Seokjin... si él muere...—sus sollozos ante sus propias palabras la quebraron y dispararon contra mí.

Aquel día parecía estar nublado y lloviendo torrencialmente, pues la carretera se veía oscura y la vista frente a mí era acuosa, el limpiaparabrisas fue inservible. Pero la humedad en mis ojos no eran gotas de lluvia, eran lágrimas. Sin notarlo había estado llorando desconsolado desde hace quién sabe cuánto.

Mi vida se ha convertido en un silencioso tormento, aumentando su nivel de ponzoña por cada minuto sin verlo a los ojos ni escuchar su escandalosa risa, incluso extraño la rapidez de su hablar cuando está enojado. Me llamaba idiota si le decía que parecía un niño de siete años aprendiendo a rapear.

Una sonrisa triste se me escapa al recordarlo en múltiples situaciones donde mi única opción fue enamorarme aún más de Jin.

Inclino la cabeza hasta llegar a su cuello, inhalo con fuerza y no puedo evitar morderme el labio con furia. El aroma refrescante a arándanos desapareció y fue sustituido por el desinfectante.
Hasta el aire se dedica a martirizarme.

—Taehyung—saluda Gyeong, ingresando en la habitación—Tengo la mañana libre, puedo quedarme con Seokjin mientras tú vas a descansar...
—Me quedo—interrumpo de mal genio.
—No te has movido del hospital en toda la semana. Necesitas un descanso.
—Qué sabrás tú lo que necesito—espeto, volteando a fulminarlo de un vistazo.

Con un profundo suspiro avanza a la cama, se posiciona a mi lado y posa su mirada en el rostro pálido de Jin.
La puerta se abre de nuevo y una enfermera ingresa con su desayuno. La cuchara es una jeringa inyectada en la sonda nasogástrica, este material transporta un líquido desagradable. Terminado ese proceso viene el postre: una reposición intravenosa de fluidos.

De repente siento la cara mojada, lágrimas resbalan por mi rostro e impactan en mis manos que arrugan la cobija.
«Despierta Jin, vayamos por un desayuno de verdad. Infla los cachetes al poner una gran cantidad de comida en tu boca, haz ruidos extraños al masticar, y a mí oblígame a comer hasta las migas. Venga Jinnie, he estado muriendo de hambre... he estado muriendo sin ti»

—Taehyung—dice Gyeong, poniendo una mano en mi hombro.
La enfermera sale de la habitación tras darme una mirada de lástima.
—Tú también vete, Gyeong—suelto entre un susurro y un grito.
—No comes, no duermes y tampoco hablas con nadie. No estás bien.

—¡¿Por qué demonios iba a estar bien en una situación así?!
—Baja la voz, por favor.
—¡¿Por qué? ¿Voy a despertarlo?! ¡Es lo que más quiero!—grito con mayor potencia.

—Taehyung—repite él, compasivo.
—¡Vete! Tu puta lástima no hará nada por Jin ni por nadie—sentencio y regreso mi atención a la cama.
—Irónicamente estás haciendo algo similar al yo de hace varios años.

—¡¿Cómo? Yo no estoy abandonando a nadie!
—Te abandonas a ti mismo y es lo mismo que abandonarlo a él. Crees que Jin se sentirá feliz de saber que pasaste este tiempo en una auto-tortura. Si para cuando él despierte tú ya has muerto de hambre, ¿qué sentido habrá tenido todo por lo que han pasado?

PERDIENDO MI NORTE (Taejin/Kookjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora