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Como ya saben al terminar la conversación, no podía estar más enojada. ¿Quién no lo estaría? Usan a niños huérfanos para proyectos militares que causan mucho dolor, parecen no tener un poco de compasión.
Literalmente me lancé encima de él y casi lo mato a golpes, pero un chico con orejas de perro intentó defenderlo, lo bueno es que le di un merecido, lo malo, es que justo ahora, estoy colgando del techo sujetada por cadenas alrededor de mis muñecas, no puedo tocar el suelo y tampoco puedo respirar bien. Pero el caso es que estoy por recibir una inyección en el estómago de "nosequecosa" pero se ve mal, inyección/sustancia/veneno (o como quieran llamarlo yo lo llamo "veneno") es básicamente petróleo de lo negro y espeso que se ve, tiene unos cuantos puntos de color azul y violeta oscuro casi ni se notan, pero aún así nadie quiere eso, en su estómago.
Mientras espero que el científico con el veneno termine de hablar con sus 2 colegas y el idiota, mí vista se pierde por la habitación, bueno más bien laboratorio y uno grande. Yo me encuentro al fondo de este, en una jaula de vidrio, justo en frente de las puertas principales, lo primero que ves son percheros llenos de abrigos y bufandas, además de lugares de donde puedes sacar trajes de laboratorio, gorra, guantes y botas, en el lado izquierdo unas estanterías con recipientes llenos de sustancias, al lado derecho se encuentra una mesa enorme repleta de tubos y líquidos de muchos colores, entre ellas el dichoso Veneno ya mencionado anteriormente...

-Es muy pronto, acaba de despertar esta mañana y aún está pasando por los efectos primarios...

Definitivamente aquí hay algo raro, no sé cómo explicarlo, pero básicamente, estaba con la mirada perdida en alguna parte de la habitación hasta que mis ojos vuelven a caer sobre los hombres de traje de laboratorio azul y el idiota que se hace llamar "jefe" con su perro guardián detrás en posesión de descanso, resulta que desde dentro de la jaula no se escucha nada, pero solo me centre en ellos unos segundos y escuché sus voces.
Sé que no parece sorprendente pero ellos se encuentran al lado de la puerta principal osea al otro lado de la habitación y yo estoy encerrada en una jaula de vidrio.

-Señor, se lo ruego.

-Esa niña es oro, no podemos arriesgarnos.

-Esa niña acaba de golpear al jefe, no lo harán por la investigación, lo harán por castigó- Dijo el perro guardián con cara de malo.

-Es demasiado.

El idiota suspira -Dime ¿Prefieres ponerle esa infección y que sufra unos minutos ¡O que la desnudé y la arrojé a la celda de los perros!?- Su voz resuena en todas las paredes haciendo que nadie hablé, genera un silencio profundo e incómodo, tanto que puedo escuchar sus respiraciones -¡¿Que esperan?! ¡MUEVANSE!-
Su tono era aterrador y su rostro se desfigurada por la expresión que reflejaba un profundo odió.

Los científicos no perdieron tiempo, se colocaron los guantes y se dispersaron, Andrew se encargó de buscar las llaves de la jaula donde estoy encerrada, Mario busca algodón y gasas en un cajón del armario, mientras Damián prepara el dichoso Veneno, lo vierte cuidadosamente en la jeringa y le coloca la aguja.
Casi me olvidó, ¿Como me sé sus nombres? Bueno ellos adelante del pecho cuelga un cartónsito con sus respectivos nombres.

Posteriormente, abren la puerta el perro guardián entra primero, me amenaza para que no haga nada estúpido, libera mis muñecas, se coloca detrás de mí y sostiene mí brazo derecho atrás de la espalda, Damián toma mí brazo izquierdo, lo voltea, hace señas a Mario, este enseguida se apresura, coloca algodón con alcohol enzima de mis venas, al terminar deja paso a Damián, este dudó unos segundos, paso rápidamente sus ojos por los míos, pero un serio y fuerte "Damián" de parte del idiota hace que desvíe la mirada.

La aguja se abre paso por mí piel, siento el Veneno pasar por mis venas, pero no fue todo, todo mí cuerpo reaccionó al instante, el veneno corría por mí sangre y un dolor inmenso toma lugar en cada párte de mí cuerpo.
El perro guardián soltó mi brazo y me arrojó al suelo.
Era como si agujas pasarán por mis venas, mis gritos no importaron, pero se intensificaron cuando el dolor llegó a mí cabeza, toda mí cara ardía, no pude contener las lágrimas, pero grite al ver salir sangre de mis ojos, mis lágrimas creaban un charco Rojo en el suelo de baldosa.
En mis oídos se escucha un ruido constante, tan fuerte, tan molesto, creía que se romperían si alguien llegaba a hacerme un mero susurró.
Mi naríz olfatea no unos, si no miles de diferentes olores repugnantes y rancios.
La punta de mis dedos se retorcía y sangraban, poco a poco de mis anteriores uñas, se asomaban garras puntiagudas que no paraban de crecer.
Mí mandíbula se abre y se cierra en un constante movimiento de arriba hacia abajo, mí naríz además de percibir olores asquerosos, no toma el aire suficiente, pero mis dientes se volvieron sensibles, como cuando comes un caramelo de menta y tomas aire por la boca, era un sufrimiento sentir el aire viajar por mis adoloridos dientes pero una vez tenía aire los apretaba tan fuerte como pudiera para soportar ese y otros dolores inexplicables.
Mis ojos eran lo peor los mantuve cerrados todo el tiempo, pero al intento de abrirlos, la luz me cegó en menos de un segundo, acompañado de un mareo fuerte.

Pero la luz desapareció y con ella todos los males que estaba pasando, por fin podía respirar, pero no puedo abrir los ojos...




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