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-¡Esa no soy yo!- Arrojé el aparato, lejos. No puedo creerlo, no quiero creerlo. Siempre intenté ser... Buena. Siempre seguí las reglas. Segui el camino correcto. Lo prometí, se lo prometí a mí madre. Nunca lastimar a nadie.

No tuve tiempo para repasar por última vez mis pensamientos, un pesado sueño me invadió, dejando que mis ojos se cerraran en un instante, aún que, por el dolor en el cuello, tal vez recibí un golpe de alguno de los guardias.

[***]

Volvía de la escuela un poco más temprano, la profesora de ciencias no se presentó y por suerte la directora nos dejó ir a casa.

Caminaba lento, como una abuelita, arrastrando los pies, escuchando música, el reproductor en aleatorio, la primera canción del repertorio, Blood//Water de Grandson, con el volumen al máximo. Pero yo estaba sumergida en mis pensamientos, cosas de la vida, o eso creo. Mis pasos se detuvieron una vez llegar al frente de mí hogar, como si mí cuerpo tuviera un mecanismo que se desactiva al llegar a su destino, como un GPS mental.

No toqué la puerta, pues tengo una copia de las llaves, accedí sin problemas. Reconocí la chaqueta de Jonathan, el actual novio de mí madre. Hace mucho que mí madre no volvió a estar en una relación sería, pero, como era joven y atractiva, conseguía novios jóvenes, guapos y fiesteros, pero Jonathan, era un chico estudioso y según el, con un futuro asegurado. Tenía un auto, dos motos, ropa de marca y vivía con sus amigos en una mansión.

Lo conocí cuando se presentó en mí casa, estando solo yo, mí madre llegaría tarde, el se apareció solo para saludar, por qué de casualidad pasaba por el lugar, estaba un poco nervioso, al no saber que hacer ante la hija de su novia, pero no tuvimos problemas en entablar una conversación razonable y educada, lo mantuvimos en secreto, ya que sabía de sobra que a mí madre no le gusta presentarme a sus novios, sabíendo que ninguno duraría más de unos meses.

Pero milagrosamente estaba con Jonathan hace seis o siete meses. Una vez paso a buscarme a la escuela, en su nueva moto 125 azul brillante, intenté rechazarlo, le recordé una y otra vez, «Si mí madre se entera, nos mata a los dos» le advertí, señalando su pecho y el mío. Tal parece que a Jonathan no le importó, me llevó casi a rastras, se tomó la molestía de comprarme un helado, dos bolsas de caramelos y darme dinero para los supuestos apuntes. Ya lo sé, no es un mal chico, es simpático, gracioso y es muy generoso, pero el solo lo hace para mantenerse al lado de mí madre, por mucho que me agradará Jonathan, no podía entrometerme en la vida amorosa de mi madre.

Pero a decir verdad, ese día me la pasé bien, me preguntó sobre mis estudios y otras cosas de mí vida, no le di mucha información.

Él es un chico de familia adinerada, pero sus padres se volvieron caprichosos y lo obligaron a trabajar, pero él se mantuvo tranquilo y decidió, con ayuda de sus amigos también adinerados, construir su propio negocio, así fue como con el tiempo se volvieron los vendedores de vehículos más jóvenes del país. Ahora viven el y los demás en una mansión que ellos mismos compraron.

Luego de eso no hubo información relativamente interesante, se la pasó hablando de experiencias de la vida, como si fuese un abuelo hablando con su nieto apenas de unos pocos años de edad, enseñando lo bueno y lo malo de vivir. Pero no fue aburrido en absoluto, tiene un don con la palabra, es alguien con mucho vocabulario y su forma de explicar es entendible, sus oraciones pueden ser largas, pero las palabras y las emociones denotan en su voz, te mantiene enfocado en sus oraciones.

Afortunadamente mí madre nunca se enteró de nuestro pequeño encuentro, pero la panadería tampoco estaba en su mejor etapa, uno de sus hornos dejo de funcionar. La panadería no producía alimentos y por no tener productos, sus ventas bajaron, apenas podía pagar el alquiler y una que otra factura, estábamos hasta el cuello de deudas y préstamos, mamá sostenía unos constantes ataques de ansiedad, mientras yo, bueno a mí madre no le gustaba que me distrajera de los estudios. Gracias a Jonathan salimos de toda deuda pendiente, fue un regalo de su parte, el pago todas la deudas y compro muchas máquinas para la panadería, así sus ventas y el buen humor de mí madre volvieron a estar en lo alto.

El tiempo pasó rápido, mí madre nos presentó -sin saber que ya nos conocíamos- Jonathan pasaba más tiempo en casa, salían todo el tiempo dejando la casa solo para mi. Los días de semana dormía o hacia tarea para luego mirar una película en cualquier página web, pero los viernes a la noche, cocinaba una cena rápida, colocaba los parlantes en la sala y escuchaba a todo volumen como la música resonaba en mí hogar la fabulosa melodía de A Brand New Day de BTS, baile su compás con calma, es una de las canciones que me volvían loca, su parte rápida no es la gran cosa, pero toda la letra derrocha sentimiento, como en todas sus canciones, cerré los ojos al estar por las últimas estrofas, aún sabiendo que mis movimientos son algo bruscos, sin coordinación y torpes, pero me sentía la mejor bailarina del mundo. Un fuerte estruendo me hizo brincar en mí lugar, tome equilibrio rápidamente antes de conectar con el suelo, esto acabó con mí ensoñación y mí bailé, mí corazón estaba por explotar. La puerta parecía estar recibiendo una paliza. Bajé la música, tal vez era el vecino molestó que vive al otro lado de la calle, pero es el que más se queja del sonido.


-¿Quién es?- Preguntó una vez en frente de la entrada, un poco fastidiada.

-Shayra. Soy yo, Jonathan. Abre por favor- Mire la hora eran apenas las una de la madrugada, lo cual se me hace extraño siempre llegan muy tarde. Mí mente no estaba preparada para ver en tal estado de alcoholismo a mí querida madre, estaba colgando del hombro de su novio, mientras esté parecía apenas haber tomado unas cuantas copas.

-¿Noche difícil?- Pregunté divertida, mí madre no podía ni mantenerse sola en pié.

-Aparecieron unos adolescentes molestos, hacían mucho ruido y tú madre intento calmarlos, pero solo recibió insultos, parece que la hicieron enojar y se armó una pelea, pero luego la retaron con shots de tequila o vodka. Se tomó todo y más.-Respondio camino a su habitación.

-Con razón, nunca pierde un reto- Concluí.

-Ya vez, es unica- Añadió cariñoso mientras acomoda las mantas sobre mí madre.

Pero esta antes que Jonathan se alejara, lo toma de alguna parte de la chaqueta. -No. Quedate Jony. Quedate. No te vallas- Repetía con pucheros y caprichos.

-Quedate- Comenté antes que el susodicho aparte las manos de su chaqueta.

-Pero...- Rascó su nuca con miedo, mí madre era muy aterradora cuando quería, pero antes que terminara su frase, le resté importancia con la mano y me despedí.

Hasta aquí llegó mí viernes...

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