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—¡No lo sé!— Exclamé intentando recordar lo que sucedió hace apenas unas horas —¡Por favor para!— Apretó nuevamente el gatillo de la Glock, haciendo que mis oídos sufran por el tormentoso sonido y el tremendo olor a pólvora me llegase a las fosas nasales.

Mis oídos zunban con fuerza, haciendo que mis pensamientos se nublen. El disparó hace que mis piernas o brazos golpean ferozmente el suelo o las paredes de la jaula cristalina, como si fuera una reacción violenta hacia ese aturdidor sonido, el cristal estaba intacto, después de recibir tantos golpes solo pude dejar apenas unos rasguños.

Me arrodillé derrotada, me dolían las piernas, estuvieron dando patadas inconcientes hasta sangrar y mis manos hinchadas las cuales sostenían mis orejas, hundí mí cabeza entre mis codos, intentando respirar, tomar el aire que hace unas horas no pude.

—¿Que hiciste?— Volví a repetir. Lo estuvo repitiendo por más de 3 horas.

Mis oídos lo escucharon, por más irritados que se encontrarán, lo escucharon y mí mente rápidamente comenzó a repasar por mis recuerdos, como si le estuvieran midiendo el tiempo, pero por más que repasará mis pensamientos una y otra vez, no recuerdo, no puedo recordar, me quedo en blanco.

—No me acuerdo— Susurré temblando de miedo, levante la mirada, chocando con sus ojos amarillos, los cuales no muestran piedad, antes era capaz de desafiarlos, ahora me aterran —¡No¡ ¡Enserio! ¡No puedo recordar!— Chille ante el amague de volver a disparar. Mis lágrimas corren como cascadas por mis cachetes, mis esfuerzos por ser fuerte se esfumaron con el primer disparó.

Se levanta de la silla dónde lleva un buen rato sentado, furioso golpea con la parte trasera de la pistola el cristal que me encierra —¡Y si tú no recuerdas! ¡Dime! ¡¿A quien le pregunto?!— Furioso por la falta de respuestas, abre la puerta de la jaula.

—Por favor... Por favor— Suplicó. No parece importarle mis palabras, mis súplicas, mis esfuerzos por recordar.

Empuja el frío cañón de la pistola encima de mí cuello, sosteniendo mi mirada sobre el techo, me dedica unos cuantos toquen antes de volver a preguntar —¿Que mierda hiciste?

—No recuerdo... Yo no hice nada...

—¡MENTIRÁ! ¡ACASO PIENSAS QUE SOY ESTÚPIDO!— Mientras más grita, más zunban mis oídos, más doloroso se vuelve.

Solo tengo que recordar, recuerda, recuerda...

Pasillo, grises... Largos
Doctor... Bienvenida
Jeringas... Veneno
Silla... Silla con ataduras
Mí cabeza duele
Mis piernas, mis brazos, mi nariz, mis ojos...
Duele...
Me duele mucho

El sonido de la puerta metálica del laboratorio es mí salvación, es como escuchar la campana de la escuela que indica el recreo o el fin del día. Ahora me doy cuenta de lo cómodo que es el suelo, puedo descansar después que el idiota se alejara para verificar lo que sea que esté verificando, unos suspiros largos y casi atrofiados son lo único que quiero escuchar. Mis oídos me están matando, no pensé que fuera tan sensible a los sonidos fuertes. En especial cuando te pasaste la vida escuchando música a todo volumen, ya saben para ignorar a los demás. Me doy cuenta que cada vez que hablo de mi, se puede ver el inmenso odio que le tengo a la raza humana.

Tres golpes sobre el cristal me alertan, el idiota me señala salir de la jaula, la puerta está abierta, pero no quiero salir, más allá de las perturbadoras escenas que pase dentro de esta jaula, tengo que admitir que me siento más tranquila cuando estoy lejos de ese idiota. Mí plan de ignorarlo fallo cuando un guardia se acerca y me levanta bruscamente. La mirada del idiota está ocupada con un aparato eléctrico, tal vez una tablet por qué es demasiado grande para ser un celular, parece estar muy concentrado o muy interesado, total me da igual mientras no me hablé, bien, yo soy feliz. Perdí la mirada en alguna parte del suelo, repasando, está vez más tranquila, mis pensamientos, mis recuerdos, nuevamente vuelvo a estar en blanco. Mí cabeza parece una cinta de videos, rebobinando la escena una y otra vez, intentando encontrar lo que buscó.

—Miralo— Ordena, mirándome a los ojos, empujando el aparato contra mí pecho.

Tal parece ser un vídeo del laboratorio, de una cámara, tan pronto comienza me puedo ver a mí misma entrar en la habitación, me siento, me amarran, me inyectan y... Me desmayó o eso creo, la verdad que no me estaba moviendo en absoluto...

—¡Es una bestia!— Exclama el científico, el que me inyectó, tal parece que estaba en shock hasta ahora —¡Los golpeó hasta matarlos! ¡Es una asesina...

Sus palabras fueron cortadas por los guardias, el idiota tomó el aparato y me lo señaló, para que lo siguiera viendo. Después de desmayarme, pensé que ese sería el final del vídeo, pero me equivoque, no sé cómo decirlo pero de alguna forma me desperté, realicé movimientos bruscos sobre los amarres, en una forma desesperada para soltarme, uno de mis brazos se desató y con el golpeé el estómago de un guardia, pero como los demás me sostenían, no pude hacer más ya que fueron más rápidos amarrando nuevamente mí brazo suelto y ajustando el otro, mí comportamiento parecía el de un animal, mis ojos tenían un color profundamente Rojo y un brillo particular, mí fuerza se volvió descomunal. Ni yo misma viendolo con mis propios ojos, me creó que haya podido romper los apoyabrazos de metal, a su vez mis piernas se soltaron casi al mismo tiempo. Me lancé sobre un guardia, golpeándolo salvajemente, un golpe tras otro, los demás intentaron detenerme, pero me arrojé hacia otro, mordiendo su brazo y luego su cuello. La posición de la cámara me dejó ver perfectamente como la vida del guardia se desvanecía después de arrancarle el esófago. Mí cuerpo se giró y ataque al próximo, hundí mis garras en su pecho dejando ver todo el músculo. Luego de limpiar mis dedos con la lengua, busque a las próximas víctimas, quienes era el guardia que golpeé primero, que aún estaba con vida o eso parece, y el último que intenta salir de la habitación con su amigo. Me aproximó tranquilamente, a pasos lentos, aún con el meñique en la boca. Estos guardias tal parece percatarse de la cercanía y me lanzan con todo objeto que encuentran, mí cuerpo reacciona ante los proyectiles, esquivando ágilmente la pipeta graduada y el embudo cónico. Me mantenía alejada rondando alrededor de ellos como si estuviera esperando el momento para atacar, como un animal que juega con su comida aún viva, los guardias parecían no poder salir por la puerta, pues está había sido cerrada por el científico, quien, apenas me solté, se encerró en la jaula de cristal, dejando a los otros a su mala suerte. Mí relajado comportamiento se fue, luego de que el guardia aún ileso, intentará acercarse a la jaula, para obvio conseguir la llave de la única salida. Sosteniendo un garrote, apenas me acerqué golpeó mí brazo, lo cual me hizo enojar, lo tomé del pecho y lo arrojé hacia el estante lleno de sustancias, sus movimientos cesaron cuando todo el estante cayera por inercia encima de el. El último estaba sin poder moverse, temblando en el suelo, aparentemente gritando por ayuda, desde el suelo, se arrastraba lo más lejos posible de mí presencia, mis ataques fueron directos a sus piernas y luego después de casi dejarlo paralítico, no sé cómo logré abrir por completo su estómago, dejando a la vista los entrañas y otros órganos. Creí que acabaría de una vez, esto me está poniendo sumamente nerviosa, no puedo creer que haya matado a cuatro adultos en menos de una hora. Pero para mí mala suerte y mí débil estómago, el videos mostró como literalmente comía de los cuerpos sin vida, como mis garras cortaban los trozos de carne de sus estómagos, como mis colmillos mordisquian los intestinos de los cadáveres. Mostró como en tan solo minutos me convertí en un monstruo.

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