°26°

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Olor a humedad, agua, aire, olor a lluvia...

Escuchaba como las gotas golpean el suelo, como los truenos golpean el cielo, y los rayos vuelan de un lugar a otro.

Mis ojos pasaron de una única pantalla negra, a un  hermoso paisaje, la misma vista que tuve desde el balcón, pero los colores un poco más apagados por consecuencia de la lluvia.

Unos enormes brazos manteniendo mí cuerpo acostado sobre su pecho, Max seguía durmiendo, se veía tan varonil, un ceño fruncido y una mueca, que creo debería ser una sonrisa torcida, acostado sobre el césped mojado, empapando su ropa. Sé que estubo hasta hace poco despierto, pues si bien me dormí, de vez en cuando elevaba la mirada para comprobar si seguía a mí lado, pues pensaba que me abandonaría a los pocos minutos y resultó ser que ambos dormimos una muy larga siesta. Tal vez se despertó antes de que empezará a llover y me colocó sobre su pecho, el durmiendo húmedo con la capucha puesta y yo con una manta en mí espalda que no tengo idea de dónde salió. Su pecho es sumamente cómodo.

Aún que quisiera seguir durmiendo, el sueño se esfumó de mí cuerpo.

—Ya despertaste— Hablo Max aún acostado —¿Cuando trajiste una manta?— Su cara era chistosa pero la pregunta me tomo desprevenida.

No tardó ni dos segundo en salir un guardia detrás del árbol —Disculpen— Max se levantó como alma que lleva al diablo, mientras levante mis brazos hasta su cuello, sosteniendo me de sus hombros. El guardia ni se inmuta —La manta fue por órdenes de arriba. Me solicitaron que los presentase en el comedor tan pronto despertarán.

—Diles a los de arriba que no necesitamos niñera— Max toma la palabra, sin dejar terminar al guardia, toma rumbo hacia la mansión.

Me llevaba como una bebé, sus brazos largos y anchos son cómodos y acogedores, su torso es amplio, su cintura es diminuta y sus piernas son enormes troncos tonificados. Su cara es como la de un modelo, tiene un par de cicatrices pequeñas en las mejillas, sus ojos son atemorizantes, grandes y de color rojo, su cabello es blanco muy lacio, un flequillo que casi le llega a los ojos, y su voz es como de la un chico normal de 17 o 18 años.

Max no se apresuró ni un poco, aún con el guardia detrás, a veces me acomodaba en sus brazos parando unos instantes. Los pasillos, a diferencia de antes son anchos y coloridos, con toques de antigüedad, cuadros, paredes, lámparas, suelo, puertas. Se dirige a dos puertas grises con ventanas redondas que se abren simplemente empujando, como las de una cafetería, empuja con el hombro y deja ver unas mesas largas grises y bancos iguales del mismo color. Dentro ni una sola alma, solo al lado izquierdo de la puerta una cocina llena de comida, como esos lugares donde puedes elegir todo lo que quieras comer del buffet, el guardia bloqueo la puerta del otro lado y nos encerró dentro.

Max se detiene a pensar un rato, a pesar de estar en un lugar donde puede sentarse se mantiene parado aún manteniéndose en sus brazos.

—¿En qué piensas?— Tanto silenció me alimenta la curiosidad.

—En que puede estar planeando Dexter— 

—¿Dexter?— Me suena al nombre de un personaje a animado.

—El peor ser vivo del planeta—

—¿El jefe?—

Hace mueca de disgusto —¿Le dices “jefe”?— Se muestra un poco decepcionado.

—No sabría ubicarlo con otras palabras, además de “Idiota”.

Sonríe, es más aterrador cuando se ríe, suena como un robot riéndose, pero da miedo —Todos lo llaman igual.

—¿Todos? ¿Hay más como nosotros?— Sorprendida y aterrada, espero escuchar su respuesta elevando un poco la mirada hasta la suya.

Pero escuchamos pasos y voces, desde fuera, Max me soltó con cuidado y se colocó en frente de mi.

No tardaron en aparecer una manada de adolecentes con orejas. Todos estaban hablando, pero al vernos todos hicieron silenció.

—Muevanse— Los chicos dejaron el paso justo en medio de todos, para que apareciera el Idiota, o Dexter, o el jefe, ect.

—Queridos niños— Al llegar al frente de nosotros, nos da la espalda —El es Max, unos de los más fuertes y resistentes, y a su lado está una sobreviviente, igualmente importante y casi tan fuerte como el— No paraba de moverse, ni de hablar, de izquierda a derecha y viceversa, mientras movía su mano como un profesor en la pizarra, tratando con mocosos que obvio no estaban su mismo nivel de intelecto. —Su hermana Shayra Akira, nuestra primera pantera, denle la bienvenida y cuidenla bien— Luego su cara cambio, una sonrisa se transformó en un oscuro seño fruncido al chocar con el seño de mi hermano.

Se fue, sin decir más ni menos. Dos campanas sonaron opacando todo el silenció, la sala se llena de guardias, todos bien uniformados y con armas grandes las cuales sostenían en frente de todos. Los adolescentes realizaron un rápido movimiento hacia las mesas y sillas, Max me llevo a una mesa del final donde los demás no se acercaban, tomé asiento junto con el. Tres mujeres vestidas con delantal, el pelo recogido con la típica gorrita de cocina, recorrían las mesas entregando platos y vasos. La comida era un arroz con verduras y un pedazo de pan, un vaso de agua y no entregaron tenedores.

—¿Crees que son hermanos?— Chismosean

—Ella es muy linda—

—Escuche que el Jefe la odia, toda la familia se lleva mal con el—

—No durará en este lugar—

El codo de Max me despierta del trance, puedo escuchar lo que sucede en cada parte de este comedor.

—No prestes atención— Sus palabras salen frías de nuevo, está enojado, irritado o cansado.

—¿A qué?— No puedo evitar sentir miedo cuando voltea con sus ojos rojos y un seño fruncido.

—A los demás— Levanta un trozo de pan y señala a los demás de forma desinteresada, para después mirar el arroz, colocar un poco de salsa sobre su pan y comerlo —Sigues siendo humana, solo que ahora tus nuevos instintos están alerta— Pincha unos pedazos de verdura y suspira, levanta su cabeza, sus ojos ahora son celestes, ese color me da pena. —Es por qué estás en un ambiente con otras criaturas y obviamente estás rodeada de armas, pero relájate y come tu comida.

—¿Todos los días será así?...

Esa pregunta no tuvo respuesta...

EvolucionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora