Capítulo XVIII: Un cielo con estrellas

128 13 0
                                    

Amy escuchaba con atención cada palabra que Nika pronunciaba, sin perderse ninguna. Se fijó en que eran palabras engañosas, unidas todas ellas de forma muy hermosa. Pero la hermosura terminaba con el sonido que llegaba a sus oídos, porque la verdad que encerraban esas palabras no era otra que la desdicha que marcaba sus días. "El más sutil de los engaños" pensó, aun sabiendo que se trataba de una línea errática de pensamientos, sin poder alejarse de ellos.

Sentada en su asiento, tenía la vista fija en las estanterías llenas de libros de la enorme biblioteca del instituto, lugar de reunión que habían elegido porque permanecía siempre vacío. Amy se identificaba con aquel lugar, pues así era como se sentía. Vacía. Hundida en un inmenso mar de pensamientos incongruentes del que no sabía salir. Perdida.

-Amy - La llamó Nika, quien se había levantado de su silla y rodeado la mesa para agacharse junto a ella. No pudo más que mirar a su amiga, no sabía qué decir. Nika le acarició el brazo, dándole consuelo.- ¿Entiendes lo que esto significa?- Preguntó en un susurro dulce cargado de compasión.

-Si - Respondió Amy, asombrada de encontrar su voz. Inmediatamente se empañaron sus ojos, casi como si hubiesen estado esperando esa confirmación para romper su precaria calma.-. Soy algo así como...-Hizo una pausa, buscando un buen símil, muy consciente del temblor de su voz, y apretó con fuerza la mano de Nika para infundirse valor.- Como una llave - Las lágrimas encontraron el camino de descenso por su rostro, y Nika le devolvió el apretón de manos.-. Una que abre la puerta de la vida a los más peligrosos y temidos demonios. A los siete primeros. Lo que quiere decir que todo demonio que exista en este mundo debe estar buscándome por mi sangre y...

Se interrumpió, llevando ambas manos a su rostro y estallando el llanto. Nika se levantó enseguida y la abrazó, murmurando palabras de consuelo que no bastaban para aplacar su tristeza. Amy no hacía más que temblar entre sus brazos, y pasaron largo rato en silencio, hasta que la muchacha se recompuso lo suficiente como para continuar con su directriz.

-...Y lo peor de todo, es que me encuentro nada más y nada menos que en el pueblo fundado por los demonios, rodeada de ellos a cada instante, probablemente a dos pasos de las tumbas de los siete. Al pie del cañón, como se suele decir ¿no?- Respiró con fuerza para recuperar el aire-. Pero lo que no puedo entender es ¿qué hago aquí, Nika? ¿Por qué? ¿Por qué estoy en este lugar? ¿Cómo llegue hasta aquí? ¿Acaso... acaso estoy loca o soy una suicida? Es que no lo entiendo. ¿Qué hago aquí?- Los sollozos interrumpieron el incesante torrente de preguntas.

-No lo sé, Amy - Admitió, derrotada.-. Pero lo que sí sé es que vamos a tener mucho cuidado de que nadie se entere de esto, y vamos a conseguir mantenerte a salvo- Afirmó con aplomo-. Además, nadie se imaginará nunca que la descendiente de Pandora vive en este pueblo. Sería como una burla a la grandeza de nuestra estirpe, y nosotras tenemos que aprovecharnos de ese ego, de esa idealización, y guardar el secreto.

Amy llevó las manos a su rostro y se secó las últimas lágrimas, que se resistían a abandonarla. Respiró hondo tratando de serenarse con todas sus fuerzas, hasta que la única prueba de su debilidad fueron sus mejillas enrojecidas y los ojos un poco hinchados.

-¿Crees que podremos hacerlo?- Preguntó, retirándose el pelo de la cara.

-Tenemos que poder- Sentenció Nika sin dar lugar a réplica.-. Por ahora, lo más importante es que mantengas ocultas tus habilidades, en especial las llamas verdes.

Tinieblas NevadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora