Han pasado tres años desde la quinta guerra ninja, el mundo shinobi fue el ganador dando paso a la paz de nuevo. Sin embargo, Boruto presentó un gran cambio, físico como emocionalmente. Y Sarada se siente realmente confundida, ya que, aunque no quis...
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₇ 『ᴍᴇᴊᴏʀ ᴀᴍɪɢᴀ』
Siento tantas cosas que, a veces la cabeza me duele, aunque parezca insignificante. Nunca me había preocupado tanto por pensar mucho algo, he llegado al punto donde ni siquiera me comprendo a mí mismo.
—Supongo que, madrugar me está afectando — abrí la puerta y los gritos y murmullos se detuvieron abruptamente. No sabía si era respeto o miedo, cualquiera de las dos me daba igual — Esa parejita de ahí se me separa.
Dejé los libros en el escritorio y me senté hojeándolos.
—Boruto-sensei...
—Dime — pasé las páginas y encontré un ejercicio interesante.
—¿Qué haremos ahora? ¿vamos a trepar edificios? ¿carreras en el agua? — me preguntó cada vez con más y más emoción.
—No, veremos los campos electromagnéticos y...
—¿¡He!? ¿por qué?
—Porque tengo que irme antes y les dejaré tarea para que se puedan ir —bostecé, Nah, era mentira, el día era aburrido y quería descansar— mañana continuaremos con las actividades físicas, espero ver mejoras en los clones.
—Si sensei... — murmuraron como si fuesen unos angelitos. ¡Tremendos demonios!
—Vale, saquen una hoja y un lápiz. ¡Examen sorpresa dattebasa!
—¿¡QUÉ!?
—Es sólo para que vea que saben del tema, Ni está tan complicado...
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.
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Solo caminaba y, de la nada, como si de un reflejo se tratara, me vi a mi mismo correr en esos pasillos, seguidos de quejidos o risas.
La felicidad se convirtió en un eco que iba desapareciendo.
Pero, ¿por qué no lucho para que se escuche más fuerte? Para que la sensación no se pierda... supongo que, es algo tarde. Me vi a mi mismo salir corriendo de ese lugar, yendo a un hogar donde lo tenía todo, donde era ciego para notar lo afortunado que era.
Tan idiota, como tú, viejo.
—¡Boruto-nichaan!
Volteé. Daisuke se acercó corriendo y con una sonrisa bastante pegajosa, le revolví el cabello y sonreí, después de todo, no era tan malo hacerlo.
—¿Cómo te va?
—Bien ¡Cierto! —dio un salto y me miró— ¿Es verdad que eres sensei? Un amigo me dijo que eres su sensei y, y...
—Pero no es permanente, sólo es por un mes... —sonreí nervioso.
