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Alicia.

Inusualmente hemos pasado una buena noche, yo incluso la pasé tras pasar la primera y última pesadilla. Tal vez por la sensación de seguridad que sentimos antes de recostarnos, pues eso es lo que nos brindan los guardias en las puertas del supermercado o las fuertes paredes que nos cubren, quizás las respiraciones de otros miembros en el aire, no tenía idea.

Es un horror el levantarme, simplemente quiero volver a quedarme en el colchón y taparme con la cálida sabana que nos han dado, olvidando el hecho de que mis extremidades me piden a gritos que vuelva a acostarme.
De igual forma siento la necesidad de levantarme cosquillearme en la piel, tal vez podremos investigar el supermercado y abastecernos de cosas que sean necesarias; pues a ser sincera, no dejaré por mucho tiempo a mis hermanos aquí, no con el pensamiento de Straus, no con sus palabras tranquilas sobre la comida y su plan de escape poco elaborado del que confió muy poco.

—¿May? —Susurro por lo bajo intentando levantarla para que me acompañe.

Solamente se mueve un poco y yo decido insistir una sola vez más. Si no lo hago seguro seguirá durmiendo a pierna suelta durante más tiempo y será la última en despertar, quería dejarla descansar por un momento más, pero debíamos explorar, debíamos distraernos.

—¿Alicia?—La escuchó preguntar tras ver cómo humedece sus labios.

—Vamos, tenemos que ir a buscar cosas entre el supermercado.—Digo en voz baja, parecía más una petición que una orden.

—¿No nos íbamos a quedar hasta que se terminara todo?

Un silencio inunda nuevamente la carpa donde estamos ubicados los cuatro. Quizá todo esto deba dejar de parecer un sueño y llegar a la realidad, tengo interés en aquel refugio del que me han hablado, el que parece más seguro.

Deje la mirada en la pared amarillenta de la carpa tratando de formar el comentario adecuado, quería su compañía y debía charlar con ella.

—Te contaré en el camino, vamos.—Abro la cremallera de la carpa y me levanto apoyándome de mi brazo derecho tras descubrir mi voz y pensar en lo que iba a decir.

—¿No podemos dormir más?—Pregunta refregándose los ojos.

—Esto ya no es como en casa, May... luego descansarás un poco más.—Extiendo mi mano para darle a entender que debe levantarse, no era una promesa... al menos intentaba que no sonara como una.

Organizamos de la mejor manera la ropa de los cuatro en un maletín y dejamos la bolsa de tela con los zapatos dentro, colgando en uno de las cremalleras del maletín.
Increíblemente todo entra, pero es necesario meter el botiquín en otro maletín pues tiene gran cantidad de cosas que corresponden a este.

—Y... ¿Por qué nos iremos, Alicia?, ¿No se suponía que estábamos bien aquí?—Dice con inseguridad cuando llegamos a la sección de bebidas.

—Mira, yo... realmente me interesa el hecho de ir a aquel refugio en Jasioux. Conozco el viaje. Una vez fui por tren y recorre casi la misma distancia que en auto. —Digo con cierta inseguridad.—Estoy segura de que podemos llegar, quizás caminando sea más lento... podemos intentar, quiero que estemos seguros.

—¿Y si no podemos? ¿Si los cambiantes nos atrapan? Estaremos a la intemperie todo el tiempo, sólo tenemos cinco horas para movernos...—Su voz se rompe a lo último, es más madura de lo que su cuerpo deja ver, ni siquiera yo sabía que se había informado sobre las horas en que duraba todo despejado.

—Podremos lograrlo. Es su mayoría es un viaje por bosque, estoy segura de que encontraremos establecimientos o cuevas... quizás huecos...—Doy un suspiro esperando convencerme a mi también. Parece que May conoce más después de la charla de anoche, puede que su oído sea mejor para esto que el mío.

ToxicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora