PARTE 24 LO SIENTO

402 42 2
                                    


Pov Jae

"Amar significa no tener que decir nunca, lo siento"

Caí de rodilla, hundiéndome en el charco de lodo. Mis pulmones se negaban a recibir el oxígeno que yo desesperadamente les enviaba por medio de ávidas bocanadas. Golpeé mi pecho con el puño; haciendo uso de mis últimas fuerzas, para reactivar a mi corazón.

Mis manos estaban cubiertas de lodo, y los dedos de mi mano se movían encontrar de mi voluntad. Estaba tiritando de frío por la fuerte lluvia pero en lo único que podía pensar en correr y escapar de aquella desquiciada mujer.

Había intentado dispararme hace un momento y por suerte su puntería era pésima que había podido derribar y salir corriendo hacia el bosque. Me puse de pie con las piernas temblorosas.

Corrí.

No volteé atrás, y no dudé en seguir corriendo. Algo húmedo cubría mi camisa y no tuve que mirarlo para saber que era sangre mezclada con la lluvia. La caseta del jardín apareció por delante y desaceleré, sintiendo de repente a la desesperación tomar todo lo que quedaba de mí.

¿Cuánto más podía resistir? Aquella mujer no estaba jugando me quería muerto. Estaba locamente enamorada de mi marido que no le importaba deshacerse de mí si así lo podía tener.

¿Qué se suponía que podía hacer? Estábamos en alguna cabaña a las afueras de Seúl lejos de toda la civilización. Si con suerte podría encontrar un teléfono y llamar a Yunho. ¿No está seguro de poder seguir corriendo en esta lluvia?

¿Y luego qué? ¿A dónde iría? Ellos podían atraparme y tenía un arma.

¿Yo que tenía? Solo a mí para intentar protegernos a mí y a mí bebe.

El vello de mis brazos se erizo, intente mantener la calma. Pero mi mente siguió recreando las peores escenas. Hasta que sentí pasos aproximándose y mi respiración se cortó.

—Jaejoong. — gritó el padre de Yunho.

Me giré encontrándome con él, su respiración era agitada. Pero estaba aliviado de que fuera él y no la loca mujer.

— ¿Estás bien?—pregunto sujetándome de ambos hombros. Inspeccionándome de pies a cabeza. — ¿Estás herido?

La bala había rozado mi brazo derecho pero la adrenalina y el miedo había hecho que no sintiera demasiado. Dolía pero no demasiado.

—Estoy bien. Ella tiene un arma—balbuceé.

—Si la muy perra —gruño. Me quito el arma. Tenemos que irnos y encontrar a Yunho. Nos separamos cuando escuchamos el segundo disparo.

—Yunho. ¿Está aquí?

—Sí. Ahora muévete Jaejoong tenemos que regresar.

— ¿Cómo sé que no es una trampa?—pregunte.

Suspiro. — ¿Puedes quedarte aquí?—dijo comenzando a caminar. Tengo cosas más importaste como para poner a discutir sobre esto. Como encontrar a esa loca mujer y quitarle mí arma.

Camine detrás de él. Aunque desconfía de este hombre, también sabía que no era tan malo como aparentaba; debajo de todo aquel caparazón de frialdad estaba ese hombre cálido y de buen corazón que intentaba ocultarlo.

No había tomado represalias por haberlo herido. Me había defendido de esa mujer. Se había preocupado si estaba comiendo o si me encontraba herido. Para alguien que no tenía corazón como pensaba. Él no se había portado tan mal.

LO QUE NUNCA TE DIJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora