Capítulo 1: La biblioteca.

12 0 0
                                    

...Tras cruzar la puerta me encontré en una enorme habitación, si es que se le puede llamar así. No tenía techo y las tres paredes que conformaban tres de los lados de un cuadrado se elevaban hasta donde alcanzaba la vista, todas cubiertas por estanterías con una infinidad de libros.
El suelo, recubierto por una alfombra de terciopelo rojo.
Si se asomaba por el hueco que dejaba la pared faltante se encontraba con un lago, el lago más calmo que podría imaginar, ni una onda podía divisarse en la superficie de sus aguas.
Y encima de todo podía verse el sol pero de una manera extraña, su forma completamente redonda podía mirarse directamente sin molestar a la vista, su luz naranja apenas podía alumbrar el lugar pero era suficiente para poder observar todo sin esforzarse demasiado.
En el centro de la sala se encontraba un escritorio circular en cuyo centro se sentaba una criatura encorvada, de aspecto simiesco, y no podría decir con certeza si poseía uno o tres brazos, simplemente por momentos parecía lo uno o lo otro cuando volvía a prestarle atención.
En cuanto el espécimen se percató de mi llegada señaló los estantes. En ese momento no lo dudé y le dije:

-recomiéndame una novela-

En eso la criatura se irguió mostrando una musculatura que no esperaba, y con la gracia de un acróbata de circo subió por las estanterías, tomó un libro y me lo entregó.
El libro se titulaba "El beso de la mujer araña". Comencé a leer.
Luego de algunos capítulos me cansé y le pedí al bibliotecario si podía facilitarme algún libro de biología. Me alcanzó un manual, el cual abrí en una página al azar donde me encontré con una detallada descripción del sistema reproductor masculino humano.
Así seguí por largo rato, pidiendo libro tras libro de distintas áreas. El último, de historia antigua, comentaba las tertulias griegas.

Leyendo este último me encontraba cuando llamaron a la puerta por la que había entrado. Era el mayordomo, venía a indicarme que era la hora de mi partida. Sin pensarlo 2 veces lo seguí, no sin antes echarle un último vistazo al que por ese momento me había ayudado tanto. Luego de saludarlo con la mano, al volver la cabeza, vi por el rabillo del ojo otro ser similar sentado sobre uno de los estantes. Pero ya no había tiempo para hacer preguntas.
Cuando la puerta se cerró tras de mí, desperté.

Contar sueños... Soñar historias...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora