-Está bien. Supongo que no te habrás metido en líos.
-Supones bien-dijo ____, echando un vistazo a su alrededor-¿Has contratado a una asistenta para que arregle este antro?
-Sí, con tu dinero. Gracias. ¿Seguro que no lo quieres? Podrías dar unas lecciones de cocina, aprender a hacer brownies.
-Muy gracioso.
Todos conocían su esfuerzo por hacer brownies decentes. Y en realidad, el empeño tenía sentido. Cualquier psiquiatra habría disfrutado con ella, porque su madre siempre hacía brownies, y siempre estaban deliciosos.
En el fondo, _____ sabía que los estropeaba a propósito. Debía de tener algo en contra de ser feliz, o de desear el amor verdadero, o estaba asustada por alguna estupidez semejante.
Pero no le importaba y seguía intentando hacer brownies como los de su madre.
-O podrías comprarte ropa nueva-añadió Red, mirándole los shorts desgarrados, la camiseta con un dibujo divertido y las chanclas-O incluso podrías cortarte el pelo. Tienes que buscarte un chico.
-Para que lo sepas, tío, no necesito ropa nueva ni otro peinado para conseguir a un chico.
-Pues yo no veo que lleves ningún anillo de compromiso.
-No me interesa casarme. ¿Cuál es el problema?
-Tal vez que me gustaría verte feliz y que te cuiden.
____ se estremeció al oírlo, pero se mantuvo firme.
-Te lo agradezco mucho, pero soy capaz de hacerme feliz y, desde luego, puedo cuidarme solo. Ya llevo bastante tiempo haciéndolo.
-¿En serio? ¿Lo tienes todo cubierto?
Ella levantó la barbilla.
-Por supuesto.
-¿Y también puedes tener hijos sola?
-¡Tío, que solo tengo diecisiete años! ¿Quieres dejar de atosigarme con sermones para mujeres cuarentonas y vírgenes?
-¿Entonces porque sigues aquí? ¿Has hablado con tus padres?
-Sí, hace varios días hablé con mi madre. Y he pensado que me invitarías a comer las sobras de tu cena de ayer.
-Está bien.
Red se apartó y le hizo un gesto con la cabeza para que entrara. En cuanto _____ llegó al último escalón, la tomó de los hombros y la atrajo hacía sí para darle un abrazo. Ella se quedó inmóvil.
-¿Las sobras de la cena?-Murmuró Red, entre carcajadas-¿Alguna vez te he dado de comer sobras?
-No, porque afortunadamente eres tan buen cocinero que rara vez sobra algo.
-Entonces supongo que tienes suerte, porque acabo de preparar la cocina.
-¿En serio?-Preguntó _____, fingiendo sorpresa.
El gesto lo hizo reír, porque los dos sabían que la esperaba y que, como siempre, había hecho algo de comer.
-Ven-dijo él, llevándola a la cocina, donde algo olía deliciosamente-Y ponme al día.
Ella le contó las novedades, aunque sin mencionar nada de su cita con Zayn, tal vez por el mismo motivo por el que no se lo había contado a Jessica; porque no sabía que decir.
Hacía un año que Zayn estaba concentrado en su trabajo y en olvidarse de la fama, no quería llamar mucho la atención, pero si quería divertirse. Y no lo había hecho mal. Había salido con sus amigos, ya que estando en una banda, tenía que verlos la mayoría de los días, había hecho deporte, y había hecho otras cosas con las que emplear su tiempo.
Se sentía satisfecho con ello, o tan satisfecho como podía estar, hasta el día de su cita a ciegas con la preciosa ______. Aunque no tenía sentido, no podía dejar de pensar en ella. En ella escapando de los periodistas con él; en ella convirtiendo la subasta de caridad en algo divertido; en sus besos, que lo habían excitado tanto; y en los gemidos que dejaba escapar cuando la tocaba.
Por no mencionar lo de nadar semidesnudos a la luz de la luna en la primera cita.
Aquél había sido un agradable comienzo. Zayn sentía que, en comparación, su vida había sido aburrida, tan monótona como la de cualquier adolescente. Tal vez estuviera preparado para pasar a la siguiente etapa de su vida, que, aunque no sabía en qué consistía, esperaba que incluyera a _____.
Había llamado al Wild Cherries, pero no le había contestado nadie. Después había ido hasta el locar, y estaba cerrado.
Al parecer, hasta las chicas de playa se tomaban días libres. Lo cual era una pena, porque aún faltaba mucho para su próxima cita.
Lo que Zayn necesitaba era distraerse, y por suerte, los lunes por la noche salía a cenar fuera con Niall, Liam, Harry y Louis. Era su oportunidad de estar con ellos y de olvidarse del resto del mundo. Todas las semanas se divertían jugando, haciendo deporte y burlándose de lo que había dicho la prensa.
Aquella noche, en cuanto Zayn llegó, dejó caer las revistas People, US Weekly y algunas más sobre la mesa, donde en la portaba se mostraba a él con ______ a cuestas por los jardines del Palacio de las Tres Lunas. En otra revista salían sentados a la mesa, ajenos a la multitud que los rodeaba, compartiendo la comida y con las cabezas lo bastante cerca para besarse. Zayn se sorprendió al ver la expresión de placer que tenía.
De su gesto en la siguiente foto, donde se lo veía sacando a _____ del club, sólo podía decir que se apreciaba una férrea determinación y un puro e indiscutible deseo.
-Oh, no.
-Oh, sí-replicó Harry, dejando el vaso sobre la mesa y sonriendo-Esa chica es algo especial, ¿Verdad? Puedes darme las gracias cuando quieras. ¿Vas a volver a verla?
-Cállate, Harry.
Su amigo dejó lo que estaba haciendo para mirar a Zayn detenidamente. Niall, Liam y Louis habían ido a entretenerse con algún videojuego.
-Así que las fotos dicen la verdad.
-¿La verdad?
-Que te gusta.
-No sé lo que me pasa.
-¿No? Pues más vale que lo sepas antes de que llegue la próxima cita.
El martes, Zayn volvió a llamar a _____, lo que demostraba, una vez más, hasta que punto había perdido el norte. Mientras estaba sentado esperando a que alguien le respondiera el teléfono, trató de hacer una lista mental de las cosas que le molestaban de ella, su estrategia habitual para no tener una segunda cita.
Pero la lista resultó ser muy corta, por no decir inexistente.
-¿Diga?-contestó ella, con la respiración entrecortada.
-______, soy Zayn.
Ella se quedó en silencio.
-Zayn Malik- puntualizó él, sintiéndose estúpido.
-Sé quién eres, Zayn. El primer chico con el que he salido a nadar a medianoche.
A él se le dibujó una sonrisa. Le gustaba ser el primero; le gustaba mucho.
-¿Cómo estás?
Zayn descubrió que no era sólo una forma de entablar una conversación, sino que realmente quería saber cómo estaba.
-Si quieres que te diga la verdad, estoy en plena preparación de brownies y tengo la impresión de que esta vez me van a salir bien.
-¿Por qué? ¿Sueles tener problemas con los brownies?
Ella suspiró.
-Hago los mejores emparedados del mundo, te lo aseguro. Mis galletas también son fantásticas. Pero soy un verdadero desastre con los brownies. Sin embargo, estoy convencida de que hoy voy a poder superarlo.