Capítulo 6

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Cerró los ojos con miedo, y sintiéndose mareada, de tanto que saltaba, trepaba y caía. Ya no sabía dónde estaban, que estaba pasando, o porqué habían huído de ese modo.

Sólo tenía una certeza, nadie podría ayudarla ya.

Comenzó a llorar angustiada, arrepintiéndose de haber aceptado el trabajo. Ella sólo quería ayudar a las personas, y así había terminado.

Blaise al escucharla llorar, buscó un lugar donde pudieran ocultarse, al menos para pasar la noche. A la mañana siguiente, continuarían huyendo, hasta donde fuera necesario para que no se la llevaran.

Olfateó una cueva en las montañas, y con cuidado la trepó. Al entrar, se aseguró de que no hubiera ningún animal, y luego bajó a Corine.

—Tisy ¿Siu'ro nan (estás bien)? —le preguntó preocupado, mirándola.

La inspección rápidamente, girándola en el mismo lugar, y mirándola de arriba a bajo, olfateándola. No olía a sangre, herida no estaba, y se podía mantener en pie.

—It'Shisat (espérame) —le dijo saliendo de la cueva.

Miró hacia la selva, y los alrededores. Necesitaba encontrar cuanto antes algo para encender una fogata y comida. Corine estaba muy fría, y ella no era como él, era frágil.

Dentro de la cueva, la joven morena esperó varios minutos, antes de caminar hasta la entrada y ver aturdida en donde se encontraba.

Se hizo hacia atrás, cayendo sentada en el helado suelo de la cueva. Estaba en la montaña, era un suicidio intentar bajar por allí, en plena noche, sin poder ver nada.

Volvió al interior de la cueva, y se sentó contra una de las paredes, abrazándose las piernas. ¿Qué sería de ella ahora? ¿Qué haría ese tipo con ella?

***

Regresó a la cueva después de una hora, cargando en su espalda un atado de ramas secas, y colgando de su hombro, una especie de saco, hecho con hojas atadas, con frutas.

También llevaba en una de sus manos dos conejos muertos, y en la otra, la base un tronco con agua.

—Tisy —la llamó buscándola con la mirada.

Dejó todo en el suelo de la cueva, y se acercó a ella, para ver cómo estaba. Le tocó los brazos, y los frotó suavemente, al sentirla muy fría.

Volvió hacia las cosas que había dejado, y separó varias ramas, acercándolas a ella. Buscó en el suelo de la cueva dos piedras para poder encender el fuego, y después de varios intento, pudo hacerlo.

—Tisy, hammie (come) —le dijo acercándole las frutas.

Pero la morena sólo negó con la cabeza. No tenía hambre, estaba tan cansada de todo.

—Tisy, hammie —insistió, tomando una para acercarla a su boca—. Hammie onp (come un poco)

—Iesu —murmuró ella, desviando la mirada.

La observó frustrado, y luego se alejó de ella, para volver con el agua.

—Tatkam (bebe)

—Iesu.

—Tima, siu ho'ho tatkam (sí, tú debes beber)

Ella no le dijo nada, continuó mirando hacia abajo, por lo que él la tomó del rostro, con cuidado, y metió su mano dentro del tronco, para tomar algo de agua en su palma.

—Tatkam.

A la morena no le quedó más que hacer lo que le pedía, y bebió un poco, para luego negar con la cabeza. Blaise tomó la fruta nuevamente, y se la dio.

—Hammie.

Ella lo miró levemente, y la tomó entre sus manos, dándole una mordida, recién entonces, él se alejó. Fue por sus consejos, y comenzó a quitarles la piel, separándola a un lado.

Tomó una rama gruesa, y los clavó en ella, acercándolos al fuego. Fue por agua, y lavó las pieles, para luego colocarlas en un tronco vacío, con varias ramas, hojas y agua.

Miró el fuego, y le echó más ramas. Se acercó a Corine y le tocó la frente, luego el pecho, los brazos y las piernas, sintiendo su piel más tibia.

Se alejó de ella, y fue hasta la entrada de la cueva, observando el horizonte. Al parecer, no habían señales de los oficiales. Respiró profundo, y volvió junto a ella, observando como tomaba agua.

El rostro le había cambiado, ya no se veía tan mal. Sabía que estaba débil por no haber comido y bebido.

—Shinsei (gracias) —murmuró la morena, mirando hacia abajo.

—Blaise.

Levantó la cabeza, y lo observó confusión.

—It'ta (soy) Blaise.

Al fin conocía su nombre. Al fin el desgraciado se dignaba a decirle cómo se llamaba.

***

Fue el primero en despertarse en la mañana, apenas había dormitado un poco, y el sol no había salido tampoco, pero no tenía tiempo para perder.

Apagó la fogata, y sólo guardó las pieles, amarrando el tronco a su cintura. Se acercó a Corine que aún dormía, y la tomó en brazos, despertándola.

Ella lo miró con temor, y la pasó hacia su espalda, amarrándola una vez más. La tomó por debajo de los muslos, y ella se aferró a su cuello, al salir y que la brisa helada chocara contra su cuerpo.

Corine suspiró y se acostó contra su espalda, cerrando los ojos. Qué más daba, ya había perdido toda esperanza. ¿Y para qué seguir resistiéndose a su destino?

Fueron bajando de a poco por la montaña, hasta volver a la selva, pero yendo a un ritmo más calmo, comparado con el de la noche anterior. Al menos ésta vez, no iba corriendo y saltando como un desquiciado.

—Tisy, ¿Siu'ro nan (estás bien)?

—Tima —murmuró con los ojos cerrados.

Si no le hubiese hablado, seguramente se habría dormido en el camino.

—¿Siu so hamm (tienes hambre)?

—¿Hamm? —preguntó confundida.

—Hamm, hammie (hambre, comer)

—Ahh, iesu.

Si no tenía hambre, y se sentía bien, entonces podían seguir avanzando. Debía encontrar un lugar seguro. Y tenía uno en mente.

El problema que para estar ellos seguros, y que no se la llevaran, paradójicamente, debía buscar entonces un lugar peligroso, para que no se acercaran, o creyeran que allí no podían estar.

Corine observó el cielo, y éste se veía más claro. Pronto amanecería ¿Sería posible que alguien aún siguiera buscándola? ¿Qué le dirían a sus padres o familia?

Lo más probable, es que abandonaran la búsqueda... Y ella tendría que quedarse con Blaise, como su mascota.

...

BlaiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora