Capítulo 8

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Volvió a la cueva, terminando de traer todo lo que había dejado en el camino. Para ese momento, Corine ya estabas cocinando los alimentos para ambos.

Blaise estaba esperando que las pieles terminaran de curtirse para poder irse de allí. Necesitaban moverse, y había encontrado un lugar, alejado de la isla, en un islote, dónde quizás pudieran permanecer más tiempo.

Fue hasta el sector donde ella dormía, y colocó las cuatro paredes que había hecho con las hojas de palma y el bambú, abriéndolas. Al hacerlo, había quedado como un vestidor, un lugar que ella podría utilizar para tener más privacidad.

—Tisy, te at siu (es para ti) —le dijo.

—¿En serio? Shinsei —sonrió—. Me gusta mucho.

No sabía aún para que iba a utilizarlo, después de todo, ella dormía junto a la fogata. Durante la noche bajaba mucho la temperatura.

—Toc te at siu (esto es para ti), Blaise —sonrió la morena, dándole el taparrabo que le había hecho con las hojas.

—¿Com (qué)?

—At siu (para ti), it'koko at siu (lo hice para ti).

Miró lo que le había hecho, y gruñó. Ella sabía muy bien que no quería usar nada que lo cubriera ¿Por qué lo había hecho igual?

—Iesu, Tisy.

—Tima, it'koko at siu (lo hice para ti)

—Iesu.

Ella lo miró afligida, y luego se fue dentro del vestidor que le había hecho. Sí, ya tenía como darle uso, para no verlo.

Vio la sombra de él del otro lado, en una de las paredes, y se giró, para que no la viera.

—Tisy.

—Jaha'lá (vete), it'iesu coma'at siu'jaya (no quiero hablar contigo)

Gruñó con molestia, y rodeó el vestidor, para poder estar frente a ella, y tomar la maldita cosa que le había hecho. La observó, volvió a gruñir, y  se la colocó en la cintura, cubriéndolo.

Los machos no usaban esas cosas, se sentían orgullosos de sus cuerpos, no los cubrían con vergüenza.

Le dio la espalda a Corine, y volvió a la fogata. Estaba molesto con ella.

***

No habían hablado durante la cena, y tampoco tenían mucho para hablar, ya que a penas se entendían, pero Corine había entendido que él estaba molesto con ella.

De todos modos la morena no se arrepentía de nada, finalmente había logrado que su pusiera algo.

Mientras ella dormía, Blaise permaneció despierto, controlando la fogata, que no se apagara. Más que nada por Corine, él no la necesitaba demasiado como ella.

Tomó un trozo de tendón seco, que había estado guardando, y lo pasó por un agujerito que le había hecho a un hueso. Un hueso que había limado, hasta dejarlo como una gran aguja.

Tomó una de las pieles de conejo, y dobló dos de sus extremos, comenzado a coserlos. Faltaban muy pocas semanas para que llegara el invierno, y su Tisy terminaría enfermando si no se ocupaba de protegerla.

La observó dormir junto a la fogata, y gruñó bajo. Jamás esperó tanto que unas pieles se curtieran rápido. Continuó cosiendo, mientras sólo podía escuchar la leña quemándose lentamente, y la suave respiración de Corine.

BlaiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora