Capítulo 1

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—Es un enorme placer para mí, haber sido seleccionada para trabajar con ustedes. Realmente, se los agradezco —pronunció con una cálida sonrisa la morena.

—Nosotros estamos agradecidos por postularte para el trabajo y no te hubiéramos elegido, sino dieras con el perfil que estábamos buscando. Si estás aquí, es porque eres aptas.

—Wou, ahora me siento especial —sonrió apenada.

—Señorita Roth, uno de nuestros oficiales la llevará a conocer su nuevo hogar. Cualquier duda que tenga, puede contactarse con la oficina de trabajo, que está en las oficinas de la planta baja.

—Muchas gracias, que tenga buen día —le dijo dándole la mano al representa de la isla.

Cómo se lo había dicho, un oficial la llevó hasta un edificio donde vivían humanos, y algunos de su especie. Sí, a partir de ese momento, comenzaba una nueva vida.

***

Blaise observó desde su montaña los autos que circulaban por los límites de la isla. Sus hermanos los habían traicionado, estaban permitiendo que cada vez más humanos entrarán en sus tierras sagradas.

Gruñó ronco, molesto, apretando sus puños. Él protegería sus tierras como fuera, no permitiría que ningún humano entrara en su zona.

***

—Dos semanas después—

—Em —pronunció pensativa, leyendo un diccionario que le habían dado, con las palabras básicas del idioma.

En la isla la mayoría hablaba el idioma nativo, y aunque en el consultorio solían haber enfermeros bilingües, cuando debía atender de guardia algún herido, a veces no siempre estaban ahí para traducirle.

Y ella sabía que era importante la comunicación con sus pacientes, no sólo para conocer de qué padecían, sino también para hacer más amena la consulta.

Ellos aún le temían a los humanos, y era entendible que fueran desconfiados con ellos. Especialmente con los médicos.

Dejó el diccionario de lado, y tomó el mapa que le habían dado de la isla. Había una anciana que necesitaba que la atendieran, y aunque los oficiales le dijeron que esperara para que la acompañaran, Corine se había ido sola.

El problema, es que jamás había dejado el asentamiento de humanos, y ahora no sabía muy bien donde se encontraba. Miró frustrada el camino, y supo que no podría seguir avanzando en el auto.

—Okay, supongo que deberé seguir a pie —se dijo a si misma, insegura.

Tomó su mochila y maletín, el mapa y el diccionario, comenzando a caminar por la selva. Tenía la esperanza de encontrarse con algún nativo, y que quizás ellos pudieran guiarla.

—Atok, It'ta Mako —pronunció leyendo el diccionario.

No sabía si lo estaba diciendo bien, o si no se estaba equivocado, pero creía que así se decía "hola, soy la doctora" ¿O una doctora? Pues no lo sabía bien.

—Que frustrante —suspiró.

Siguió leyendo el diccionario, ignorando hacia donde se dirigía, o donde estaba. Ignorando que estaba llegando en lo más profundo de la selva, y hacía varios minutos, había captado la atención de uno ojos verdes.

Iba a seguir caminando, cuando tropezó con la gruesa raíz de un árbol, cayendo al suelo.

—Au —se quejó sentándose, observando su tobillo adolorido—. Qué estúpida, menos mal que nadie me vio.

Gateó en la tierra, para tomar su maletín, que había volado lejos de ella, y cuando estaba por girarse, escuchó un gruñido furioso, muy cerca de ella.

—Oh, no, no, esto no puede ser cierto —jadeó con temor, girándose para observar la zona.

Sabía que habían animales salvajes, pero no creyó que se cruzaría con alguno. Se puso de pie, caminando con algo de dolor, y no hizo más que avanzar unos cincuenta metros, que el gruñido lo escuchó más cerca.

—Oh Dios —murmuró con temor—. S-Soy muy joven para morir. Señor, si me escuchas, sólo te pido que me mate rápido, y no me haga sufrir, que—

—Hatat'ma —pronunció una voz grave, en un gruñido furioso, muy cerca de ella.

Miró con temor hacia los árboles, pero no había nada allí.

—A-Atok it'ta mako —exclamó, para quien sea que estuviera cerca, supiera que no estaba ahí para hacerle daño.

Y entonces, escuchó como las ramas comenzaban a sonar, detrás de ella. Al girarse, se encontró con un hombre de más de un metro novena, de cabello rubio y descuidado... Y completamente desnudo, que le estaba gruñendo, mostrándole los dientes y colmillos afilados.

—E-Es enorme.

—Hatat'ma (extrajera) —gruñó, dando un paso hacia ella.

—Atok... It'ta-

—Jaha'lá hatat'ma (largo extrajera)

Corine se arrastró levemente hacia atrás, al ver que él seguía avanzando.

—D-Demonios.

—¡Jaha'lá hatat'ma! —rugió.

La morena se cubrió los oídos, debido a aquel ensordecedor sonido, temblando. Era un hecho, moriría allí.

Él se acercó a ella, furioso, con la clara intensión de atacarla, pero al estar a poco centímetros de su cuerpo, el aroma a miedo de ella, lo detuvo.

Gruñó, inclinándose hacia ella, para olfatearla, y Corine sollozó, creyendo que iba a desgarrarla con sus colmillos, o algo parecido.

Se estremeció al sentir que pasaba la punta de su nariz por su mejilla.

—It'ta mako —le dijo con temor—. It'ta mako (soy médica)

Lo volvió a escuchar gruñir, y prefirió quedarse callada. Parecía que cada vez que hablaba, más lo enfurecía. La tomó del cabello sin cuidado alguno, y tiró su cabeza hacia atrás, para poder observarla.

Corine desvió la mirada, para no verlo directo a los ojos. Sabía que a los animales salvajes no debía mirarlos fijos, y seguro que con ellos era lo mismo.

La echó hacia atrás, y la morena cayó de espalda a la tierra, para cerrar los ojos con terror, al sentir que él comenzaba a olfatearla por completo.

Llegó hasta su entrepierna, y Corine intentó girarse, pero él la sostuvo de sus caderas, impidiéndoselo.

—P-Por favor, no.

Era una hembra, de eso no había duda, pero ella olía raro, diferente a sus hembras. Se alejó de ella, y tomó aquella cosa extraña negra cerca de ella.

Comenzó a moverlo, y del maletín cayeron las cosas que habían en su interior. El rubio las observó con el ceño fruncido, y comenzó a lanzarlas por la selva.

Esas cosas olían muy mal, tenían un olor fuerte. Y si no sabía que eran, pues eran peligrosas y no servían.

...

BlaiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora