Capítulo 9

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—Blaise, mírame —le dijo con calma, tomando una ramita que había encontrado en el suelo—. Siéntate conmigo —pronunció palmeando a su lado.

Él se sentó junto a ella, sin borrar su expresión de preocupación, y Corine sonrió suavemente. Dibujó en la tierra la figura de una mujer, y un pequeño triángulito en su pelvis.

—Las mujeres —le dijo señalándole el dibujo, y luego a ella—. Sangran, katope —pronunció haciendo linitas entre los muslos de la mujer—. Y es normal, ro nan (está bien)

—¿Siu... 'ro nan (estás... Bien)? —preguntó inseguro, mirando el dibujo y luego a ella.

—Tima —sonrió—. It'ta nan (estoy bien)

La miró inseguro, y luego tomó las pieles para cubrirla.

—It'Shisat (espérame) —le dijo acercando las cosas a ella, para irse.

La morena suspiró, y tomó uno de los extremos de la piel, para cortar un trozo, y poder usarlo, aunque fuera, de toalla sanitaria.

—Maldita suerte —pronunció molesta.

***

Blaise había hecho varios viajes hasta Corine, para ir trayendo varias varillas de bambú hasta ella.

—¿At com te (para que es)? —le preguntó curiosa la morena.

—Kuhio (casa)

—¿Kuhio? —inquirió confundida.

Él se acercó a ella, e hizo en la tierra un triángulo, un rectángulo en el medio, y dos puntitos a cada lado.

—Kuhio, at siu (casa, para ti)

Lo miró sorprendida, y sonrió cálidamente, antes de abrazarlo.

—Shinsei, Blaise.

Cuando ella se separó de él, la observó confundido. ¿Por qué había hecho eso? ¿Qué significaba? No lo entendía.

—Abrazo —sonrió ella.

—¿Abrazo? —repitió.

—Sí, abrazo —sonrió volviéndolo hacer.

—¿Sa'Com (por qué)?

—Porque sí.

Se quedó pensativo unos segundos, y luego se alejó de ella, para comenzar a unir los bambúes. No tenía tiempo que perder, debía comenzar las paredes cuando antes.

Corine se acurrucó entre las pieles, suspirando. Siempre sufría de los dolores menstruales, y no quería preocupar a Blaise cuando comenzaran. Le había dicho que estaba bien.

***

—¿Quieres que te ayude? —le dijo tomando un tronco con punta, para ayudarlo a cavar.

Blaise ya había hecho las cinco estructuras para las paredes y el techo, y ella se había encargado de revestirlas con las hojas de palma y banana, para hacerlas lo más impermeables posible.

Pero ahora el muchacho se encontraba haciendo unas especies de canaletas, para clavar las paredes al suelo, en caso de que hubieran vientos fuertes.

—Iesu.

—¿Seguro?

—Tima.

Ella lo observó insegura, ya pronto llegaría la noche, y aún no había terminando con aquello.

—Tisy, siu'hosy (acuéstate)

—Pero si estoy bien —se quejó molesta.

Sabía lo que era hosy ya, si se lo había estado diciendo todo el maldito día. Y ella se negaba a estar acostada como si estuviese enferma.

BlaiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora