Medusa volvió a su sitio junto a la estatua de su madre para volver a la lectura, pero le fue imposible concentrarse.
—¿Qué te pasa? — preguntó una serpiente colocándose ante sus ojos para llamar su atención.
Ella sólo se encogió de hombros, dejó el libro aún sin terminar a un lado y miró la luna llena que la iluminaba con sus rayos.
Se sentía extrañamente feliz y no paraba de dejar de pensar en aquel guerrero desde que le besó el dorso de la mano. Se lo miró de nuevo y lo acarició delicadamente con sus dedos sin dejar de sonreír como una idiota. Las serpientes se miraron entre ellas sin comprender nada y miraron algo confundida a Medusa, que no paró de sonreír desde que aquel chico se largó del templo.
No podía dormir por mucho que intentase conciliar el sueño, en su mente rememoraba una y otra vez aquel acto de dulzura hacia su persona que duró tan sólo un segundo, pero que en su mente, se repetía por horas. Suspiraba de vez en cuando pensando en si mañana lo vería de nuevo o si verdaderamente cumpliría con su palabra de verse de nuevo, si no era mañana, otro día, pero Medusa deseaba con ansias que ese día para volver a verse fuera mañana.
Dru, en cuanto todos se fueron a dormir, con sigilo y bastante precaución, salió corriendo de allí hacia el templo donde se encontraba Medusa, aquella hermosa mujer mitológica que definitivamente le había embaucado.
En cuanto entró al templo, colocándose las gafas, se dirigió con paso firme hacia donde pensaba que estaría y efectivamente no se equivocó, se la encontró tumbada sobre el suelo rodeada con las serpientes de su pelo que ejercían el papel de manta para que no pasase frío. Las serpientes, en cuanto escucharon los pasos de Dru, se levantaron todas a la vez sobresaltando a Medusa.—¡Medusa! — la llamó Dru alegre por volver a verla.
Medusa se incorporó del suelo y miró impresionada al chico.
—¿Qué haces aquí a estas horas de la noche? — preguntó sin comprender nada, pero en realidad no le importaba, se alegraba de volver a verlo aunque hubiesen pasado sólo horas desde la mañana en la que lo conoció.
— Desde esta mañana no he podido sacarte de mi cabeza — confesó Dru — he estado pensando en ti — se sinceró.
Medusa se sonrojó levemente mientras que veía a Dru sentarse al lado de ella, mientras que se quitaba algo que llevaba colgado en la espalda.
— Necesito saber de tí — la miró a los ojos a través de las gafas — necesito saber tu verdadera historia.
—¿Qué? — le preguntó algo anonadada — ¿por qué? — curioseó.
— Si estas viva, lo que cuentan en los libros sobre tu historia es mentira — se explicó mientras que sacaba el libro que llevaba con él en la mochila — mira — lo abrió por la página que tenía marcada y se lo entregó a Medusa, que junto a sus serpientes leyeron el contenido.
—¿Quién ha escrito esto? — preguntó una se las serpientes.
— No tengo ni idea — se encogió de hombros — pero como ese libro, hay miles de copias por el mundo y en todos pone lo mismo — aseguró mientras que sacaba su libreta junto con el bolígrafo.
—¿Qué vas a hacer? — preguntó Medusa en cuanto lo vio abrir aquella libreta con las hojas en blanco.
— Quiero que todo el mundo sepa la verdad — la miró — tú verdad — le sonrió.
Medusa miró a sus serpientes nerviosa. ¿La estaba ayudando? ¿Por qué hacía todo aquello por ella?
—¿Por qué quieres que todo el mundo sepa mi verdad? — se aventuró a preguntar Medusa.
Dru la miró.—¿No te molesta que hayan escrito una historia sobre tí, que es totalmente incierta? — le contestó con otra pregunta.
Medusa se sorprendió por su repentina seriedad.
— Dime... — hizo una pausa —¿tú eres malvada?
— N-no — contestó Medusa.
—¿Perseo te ha decapitado? — miró por encima su cuello — por lo que yo veo, no lo hizo — se respondió Dru él solo.
—¿Por qué haces todo esto por mí? — preguntó Medusa aún confundida.
Dru se quedó por un momento en silencio, pero después le sonrió.
— Me has demostrado que no eres tan mala persona como en los libros se cuenta — se encogió de hombros — incluso tus serpientes son amables — las miró y ellas se escondieron detrás de Medusa algo avergonzadas.
Medusa las acarició por encima mientras se concentraba en no sonrojarse ante su presencia, ¿por qué? Se preguntaba una y otra vez, ¿por qué es así conmigo?
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Medusa
Short StoryCuando comenzamos a estudiar historia, aprendemos que en la antigua Grecia tenían como Dios supremo a Zeus, pero también existían otros dioses como Atenea (diosa de la sabiduría), Poseidón (dios de los mares), Afrodita (diosa del amor, belleza y el...