Capítulo 20

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Dejada la decisión en sus manos, Candy, mirando a Terry, le sonrió; clara indicación de tratarlo después ya que, el asunto de una previa ausente madre hoy presente y que desde su asiento los observaba analíticamente, atendería primero.

Para ello, a la abuela Grandchester se dirigieron; y el permiso de usar un despacho se solicitó. Por supuesto éste no se negó, pidiéndose con antelación fueran todos al comedor. Una muda empleada había hecho su aparición, y su presencia era señal de que todo estaba listo.

Debido a que él era uno entre pocos en tener pendientes que realizar ese día, Albert y su esposa fueron los encargados de guiar al grupo de siete. Detrás de ellos iban los invitados: Bárbara Wyatt y el Señor Pierre Crown. La abuela en tercer lugar, y por último la pareja en discordia. Pero que en el momento de llegar a una mesa...

— Candy, por favor, hija.

Una mano apuntaba un lugar. Ese era a la derecha de la matriarca que iba a la cabeza. A lado de la joven: el licenciado, y Bárbara quedaría frente a Terry, yaciendo Sandra en medio de los gemelos hermanos quienes ocuparon el lado izquierdo de su familiar mayor. ¿Por qué así? Ah para que de eso modo y discretamente se aconsejara a la joven visitada lo siguiente por hacer, en lo que el guapo Tereso entretenía a su "futura" suegra con:

— ¿Continúan sus negocios con la Compañía Llantera Carlisle?

— Por supuesto — respondió Bárbara, interesándose con: —¿Cómo es que...?

— ¿... sé de eso? —, Terry bebería primero un poco de jugo de zanahoria antes de aportar: — Bueno, pues resulta que mi abuela —, para no decir ex novia, — estuvo relacionada con el dueño fundador.

— Pero Tristán Carlisle hace tiempo que murió. Recientemente su hijo y ahora es la nieta mayor quien está a cargo

— Karen — el anfitrión la nombró invitando a la madre de Candy un pedazo de pan recién horneado.

— Así es — dijo aquella conforme lo tomaba y veía la gentil atención de su vecino al acercarle tanto mermelada como mantequilla. — Lo que me hace preguntarte...

— Sí — aseveró él a lo que intuyó iban a cuestionarle.

— Y... ¿qué pasó? — se atrevieron a ir más allá.

Con tal de alargar la conversación en lo que se sostenía privadamente otra, Terry diría:

— Lo que pasa cuando una relación no funciona.

— Pero según se sabía —, por pertenecer al mismo mundo de los negocios y habiendo, por ese lado de la aviación, relación comprador-vendedor con la ex pareja de él, — fueron buenos los años que pasaron juntos

— Y quizá hubiéramos pasado más, sin embargo, ella...

— ... tuvo que tomar la directiva de la llantera, ¿no es así?

— ¡Con todas sus letras! — sonó Terry bastante divertido-burlón.

— Entonces —, Bárbara quien "debía" asegurar el futuro de Candy, por ende, indagaría: — ¿pasaría lo mismo si mi hija decide igual?

Con lo indirecta directamente lanzada, Albert no pudo contener una risita. En cambio, Terry, mirando de reojo la reprensión que Sandra le hacía a su esposo favoreciendo de este modo a su cuñado, éste enteraba a la entrometida:

— Digamos que... estamos lidiando con dos casos muy diferentes.

— Sin embargo, las dos... tienen una gran fortuna en sus manos.

— Y de las cuales, ¡todos! pueden dormir tranquilamente, porque yo no estoy interesado —, con lo dicho él hubo devuelto pedrada.

Y porque de verdad no lo estaba, un hermano lo afirmaría:

¡Al fin libre! y te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora