capítulo 16

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Habían pasado tres días desde que Mimi recibió esa foto de su hermana y se plantase en casa de Miriam, tres días en el que la rubia había descontrolado un poco todo su entorno, porque si hubiera que describir esas 72 horas la palabra que debía de utilizarse era: descontrol, descontrol y mucho comedero de cabeza. Por un lado estaba Ana, que al llegar ese día de la playa, se encontró con un padre preguntándole absolutamente todo y con ganas de pasar tiempo con ella, un chico encoñado de ella, una hermana que estaba de lo más rara, sin ganas ni si quiera de discutir y totalmente ausente, con Miriam y Ricky aparentemente preocupados, raros, ocultándole algo y esquivos a la hora de quedar, y luego estaba su cabeza, que no sabía ni a que prestarle más atención, ni que hacer ni cómo evitar que un escalofrío le recorriese el cuerpo cada vez que su hermana pasaba por delante de su habitación envuelta en sudor y con los cascos puestos. Por otro lado estaba Miriam que desde aquella catastrófica mañana se sentía mal, había intentado inútilmente contactar con una Mimi que no daba señales de vida a la vez que intentaba esquivar a Ana para que no le preguntase nada y todo se liase aún más. Luego estaba Mimi, haciendo una rutina de comer a deshoras y poco y machacarse a bailar hasta que no le queden fuerzas para llegar a la cama y dormirse directamente sin darle vueltas a todo. Era consciente de como estaba Miriam, más que nada porque Ricky le avasallaba a mensajes y tenía unas cuantas llamadas perdidas de ella, sabía que no podía reprocharle nada, no era su culpa, pero ahora mismo no tenía la cabeza para disculpas ni otras mierdas. Realmente el noventa por ciento de su pensamientos lo ocupaba su hermana, parece que lo de Xoel iba para adelante, se habían visto los tres días seguidos, ella estaba contenta con él, o al menos lo parecía en las foto que subían al Instagram y al grupo, en el fondo sabía que era lo mejor que les podía pasar a las dos, pero era tan largo plazo que ahora cada vez que sonaba la puerta de su habitación bien entrada la noche, un pinchazo en el estómago le recordaba de lo gilipollas que estaba siendo. Ricky tampoco se escapaba de esta locura, el pobre era consciente y participe de como sus tres mejores amigas, sí, incluyendo a Ana, se estaban destrozando en una especie de triángulo que no le parecía nada bien, Ana a Mimi, Mimi a Miriam, Miriam a Ana y vuelta a empezar, estando el en medio, intentando controlar lo incontrolable y rezándole a la virgen de los dolores que todo esto no explotase por ningún lado.


-Y con tu hermana que tal- preguntó Antonio sentado en el borde de la piscina cuando su hija sacó la cabeza del agua, desde pequeña le gustaba mucho bucear y desde luego ahora lo disfrutaba igual o más que cuando apenas tenía seis años

-Bueno ahí vamos- dijo queriendo ahogarse en la piscina

-Eso que significa? Os lleváis bien, regular, mal o cómo?

-A ver pues papá depende del momento, eres muy pesado con el tema

-Ay hija, es que Inma y yo estamos preocupados, nunca cogemos por donde vais, a veces parece que os lleváis mal, otras simplemente os evitáis, otras os lleváis bien… nunca sabemos por donde nos vais a salir…- “y tanto que no lo sabéis” pensó Ana mientras escupía asquerosamente agua de la piscina por la boca en “forma de fuente”- no hagas eso Ana!

-Bien papá, nos llevamos bien , simplemente unas veces nos juntamos más que otras, depende de los planes de cada una, yo ya voy conociendo a más gente aquí y no hace falta que esté encima de ella todo el rato ni ella pendiente mía, y no seas pesado que cada vez que tenemos un rato juntos hablamos de lo mismo

-Inma me comentó que le había dicho Mimi que esta noche tenía fiesta en casa de una chica, tú vas?- preguntó cambiando de tema Antonio, bueno cambiando a medias

-Sí, sí iré, dicen que monta una de las mejores fiestas, que tiene una casa apartada de la ciudad con un jardín enorme, con mesas altas para estar fuera

HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora