Capítulo 17

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El caos, tu cabeza a mil por hora, sin saber en que pensar, sin saber que hacer ni para donde tirar, no hace falta abrir los ojos para sentir como todo tu alrededor se había desmoronado, como entre gritos y aplausos, estabas hundida, el caos de pasar queriendo besar una boca y acabar en otra, los ojos de tristeza y algo de decepción de tus mejores amigos, la carrera de tu hermana, la huida de ella, de ti. El refugio más fácil, el camino más rápido.

Así se sentía Ana mientras besaba a Xoel, así se sentía mientras escuchaba a parte de sus amigos, los más desinformados, cuando le aplaudían por hacerlo en mitad de toda la gente y sin esperarlo, así se sentía cuando vio como Mimi salía huyendo de ese lugar y como entre todo ese sonido escucho el chasquido de la boca de Miriam y el “hostia” de Ricky antes de salir corriendo detrás de Mimi.

Era lo que tenía que hacer, se repetía una y otra vez mientras la lengua del chico jugaba con la suya, y eso era verdad, la situación no podía seguir así, no podían quedarse pilladas mirándose los labios y rezando que no estuvieran solas por miedo a que pudieran cagarla otra vez, ya llevaba tiempo quedando con Xoel, en algún momento tenía que pasar, era lo normal, pero claro, no era ni el momento, ni las formas de hacerlo, porque a parte de sentirse una miserable por haberlo hecho así delante de Mimi, también se sentía la peor persona del mundo por utilizar a Xoel de esa manera en ese momento, realmente aunque llevaba días pensando que de un momento a otro se iban a liar, que el chico le gustaba, y que en gran parte le apetecía hacerlo, en ese momento lo había hecho por pura rabia, rabia hacia ella por no poder controlarse delante de Mimi, por perder los papeles y quererla besar, y rabia porque su hermana sabía eso a la perfección y lo estaba usando en su contra, rabia por la reacción que había tenido cuando Mimi le dijo eso de “es solo para la persona que te tensa y te eriza la piel cuando se acerca” en su oído y su mente se nubló. Rabia, frustración y deseo que acabaron en la boca de un Xoel que aunque sorprendido no puso ninguna pega.


-Es mejor que le demos su tiempo- dijo Ricky recuperando el aire, con las manos en sus rodillas, llevaban rato intentando buscar a Mimi

-Ricky, no, su tiempo va ha ser emborracharse o tomar vete tu a saber que tontería- dijo Miriam preocupada que seguía buscando con la vista entre todos los árboles de la arboleda que tenía la trasera de la casa

-Hemos tenido que interrumpir la conversación, joder era obvio que iban a discutir- se lamentaba Ricky

-Que discutan era algo normal, si no lo hacían ahí lo iban a hacer en casa y vete a saber por donde salía la conversación, pero lo que no es normal es que Ana haya hecho eso y que Mimi reaccionase así, estas están peor de lo que pensábamos cien por

-Crees que Mimi esta muy encoñada de ella?

-Creo que Mimi lleva tiempo en una lucha entre lo que está sintiendo y lo que se permite sentir, lucha que por cierto está perdiendo y yo como mejor amiga no le he hecho ni puto caso- se lamentaba Miriam recordando aquella mañana

-Deja de machacarte con eso, fui yo la estúpida y ya está- sonó la voz de Mimi apagada y serena

-Mimi? Dónde estás?- preguntó Ricky recomponiéndose

-Espero que traigáis alcohol sino menuda visita de mierda- dijo bromista sacando la cabeza de detrás de un árbol donde estaba sentada

-Ve a por la botella y una bolsa de hielo, que vamos a hacer un botellón como los de antes- Le dijo Miriam a Ricky, este comprendió que tenía que ir tranquilamente para que Miriam y Mimi pudieran hablar sobre lo que le había pasado

Miriam caminó despacio hasta donde se encontraba su amiga, estaba completamente oscuro, la única iluminación que había era la de la luna llena. Mimi estaba sentada respaldada en un árbol, sus brazos entrelazaban sus rodillas y miraba hacia el cielo, con la cabeza apoyada en el tronco. Aparentemente parecía que estaba bien como cualquiera que estuviera sentada allí para descansar, pero hay algo que siempre le delataba a la rubia, sus ojos, más bien el verde de sus ojos, estaban oscuros y brillantes, con la mirada perdida en las estrellas, no era enfado, no era decepción, no era ira. Miriam se sentó en frente de ella que seguía mirando hacia arriba, se quedó un rato en silencio, sabía los tiempos que necesitaba su amiga

HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora