Capítulo 20

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Escúchame Ana- dijo apartándole las manos de la cara y agarrándola con fuerzas- Que nosotras ni nadie elige de quien se enamora, quien le gusta o simplemente quien le pone la vida patas arriba, que no es nuestra culpa que nuestros padres se han juntado haciendo que tú y yo coincidamos en el mismo sitio en la misma situación, que no es nuestra culpa que nosotras tan diferentes hayamos llegado justamente a ese punto donde tenerte mata pero no hacerlo es directamente no puto vivir, que el no te puto pilles me lo el pasado por el coño y la piedra donde no podía tropezar dos veces la cogido para matar a las dudas que había en mi cabeza. Y que no, que no quiero renunciar a esa sensación que recorre mi cuerpo cada vez que tengo cerca, a tus ojos negros grandes mirándome de esa forma en mitad de una fiesta, que no quiero no ponerme nerviosa cada vez que te veo, ni pienso estar en frente de tuya sin mirarte los labios. No te das cuenta tú? Que somos un puto accidente una y otra vez, que cuando estamos solas todo es una burbuja, con nuestra cabeza luchando una guerra que desde el primer día que te vi estaba perdida, que nos sobra el tiempo y la gente, que somos diferentes, que somos nosotras. Que si quieres hacer las cosas correctamente, ahí tienes la puerta, no te voy a retener, ni ponerte trabas ni mierdas, pero joder, te ves tan bonita encima de mí. que somos diferentes, que somos nosotras.
Ana no se lo pensó ni dos segundos, no existe puerta, no existe opción más que lanzarse a los brazos de una Mimi que había abierto tan en banda que hasta a Ana le había dolido, la quería, la quería con todas sus fuerzas, y ahora mismo, el único miedo que tenía era dejarse un trozo de su piel sin besar.

El sol entraba por el gran ventanal de la habitación de Ana, descubriendo a dos cuerpos entrelazados y sus cabellos rubios y morenos mezclándose entre ellos. Mimi abrió lentamente los ojos maldiciendo el por qué se habían dejado el ventanal abierto, hasta que la miró, y el sol que le cegaba dejó de importarle en menos de un segundo. Tenía a Ana fundida en ella, con su cabeza en el pecho, el brazo rodeando su tripa y las piernas entrelazadas. Solo puedo sonreír, por fin habían vuelto a ser ellas, y sobre todo por fin lo habían hecho sin rabia, sin coraje, sin estar borrachas, lento, suave, disfrutando la una de la otra.

Mimi empezó a hacerle caricias en la cara de Ana, seguía sin poder asimilar lo guapa que era y el perfil tan potente que tenía, sinceramente, sabía que nunca se iba a acostumbrar a la cara de su… hermana.

-Buenos días Ana Banana- dijo tierna la rubia cuando vio que empezaba a moverse. La morena hizo un sonido como contestación que a Mimi se le antojó tiernísimo- Como tardes mucho más en espabilarte tenemos que ir al hospital a que me corten el brazo, cabezona

Ana inmediatamente se giró soltando una serie de insultos a su hermana, que no tenían nada que ver a lo que estaban acostumbraban a decirse. Mimi se rio y abrazó por detrás a la morena, que al sentir los brazos movió su cuerpo para encajarse bien al cuerpo de su hermana a la cual le había parecido un gesto bastante sugerente, y si ya habían perdido la cordura por completo, ¿Para qué reprimirse?
Comenzó a besar su cuello lentamente, mientas pasaba las yemas de los dedos por sus brazos. Ana sonrió y giró su cara para besar lentamente a la rubia. Ambas sonrieron, estaban viviendo lo que llevaban queriendo desde hace meses, desde que Ana llegó a la casa y se pelearon por primera vez al enseñarle la habitación en la que ahora se fundían la una con la otra dejando un rastro de amor, locura y sexo que hacía que explotaran de la felicidad.

-Bueno y mañana cuando vengas nuestros padres y todo vuelva a la normalidad qué hacemos?- Preguntó Ana antes de morder su tostada

-Ay pesada, ya habrá tiempo de pensarlo, podemos desayunar tranquilas por favor

-No Mimi… es un tema que tenemos que hablar, nos guste o no. Donde están las cosas claras no hay lugar a decepción…

-El que estén las cosas claras no significa que no duela, la realidad va totalmente separadas de los sentimientos, míranos, acabamos de follar, y ahora estamos desayunando románticamente en la cama y desnudas, esta es nuestra realidad, y no la que estemos obligadas a cumplir

HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora