Capítulo 2

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Los rayos del sol se asomaban con delicadeza entre las esponjosas nubes del cielo dándole la bienvenida al amanecer, el arrebol entornaba entre ellas como el más fino de los placeres naturales mientras las aves revoloteaban sus alas rítmicamente desapareciendo a la distancia.

<< ¿Qué se sentirá ser como los rayos del sol?, hermosos pero letales para quienes lo miran fijamente>>.

Esa duda aparece de repente en mi mente y me hace recordar que hay personas que si saben cómo se ha de sentir un rayo de sol, pues en mi caso, quien me observa en mi estado psicópata termina ciego ante la dulce oscuridad de la muerte. No obstante, ciertamente es mi neurótica mente la que me hace hacerme preguntas tan ridículas como lo es el querer saber que se siente ser un rayo de sol.

<<Divagar... ¿he? ¿Es lo mejor que puedes hacer después de asesinar a sangre fría?>> se burla una voz empalagosamente escalofriante en mi cabeza. Si bien no siento remordimiento de ningún tipo por lo que sucedió horas atrás, una parte de mi le gusta auto torturarse o burlarse de sí misma...se podría decir que es ¿mi consciencia? <<Humm, creo que es demasiado tarde para tener una de esas>> sonrío con ironía ante tal pensamiento.

Paso la mano por mi cabello bajando con cuidado las gafas de sol que lo adornaba hace un momento. Es mejor prevenir que lamentar, así que me cubro los ojos con ellas.

Han pasado ya cuatro horas desde que terminé mi trabajo pero una parte de mi necesitaba este tiempo a solas. Vivir con mi mejor amiga (o lo más cercano que tengo a una) tiene consecuencias comunes como no tener privacidad o el amado silencio que anhelo cada vez que entro a ese apartamento.

Una vibración en mi bolsillo derecho me hace salir de mis pensamientos e inmediatamente la canción escogida para el tono de llamadas hace apto de presencia en mis tímpanos.

<<Jessica>> Aparece el nombre mi mejor amiga en la pantalla de mi teléfono y sin dudar atiendo.

— ¡Hasta que por fin atiendes el jodido teléfono! ¿Dónde cristos andas? — Escucho la escandalosa pero somnolienta voz de Jess por la pequeña corneta del teléfono.

<<Seguramente acaba de llegar de la fiesta... >> recuerdo que en eso andábamos hasta que mi jefe llamó para mi próximo trabajo.

—Alcoholizarse, amanecer e ir al día siguiente a clases es una mala combinación Jessica.—Digo para fastidiarla ignorando su pregunta con toda intención. Ella ríe flojamente al otro lado del teléfono.

Esta chica mientras más crece más estúpida se vuelve, hay veces en las que trato de recordar por qué accedí que viviera conmigo en primer lugar.
¿Qué te iras a vivir a dónde? — repicó el padre de Jess.

Como la loca de mi mejor amiga se entusiasmó tanto por la idea de mi independencia terminó viniéndose a vivir conmigo. Al principio sus padres pensaron que éramos lesbianas y que por eso habíamos decidido mudarnos juntas. Indignada, Jessica les dejo muy en claro que le gustan los penes y que el hecho de que yo pareciera lesbiana no significaba que lo sea (muy linda ella, nótese el sarcasmo). No me molesto en lo absoluto que sus padres pensaron aquello, pues al fin y al cabo es mentira y de paso no era problema de ellos. No me mal interpreten... son unas personas muy agradables y los aprecio mucho, pero tienen que aprender y entender que su hija ya no es una bebé, y que si en dado caso fuera lesbiana no tendría nada de malo.

Así que henos aquí.

Yo arrepintiéndome de dejarla acompañarme en mi tan anhelada soledad.

—Claro que lo sé. — Responde obvia llamando mi atención — Pero una vez a la cuaresma voy de fiesta, así que tampoco te sorprendas, además, tú tampoco es que estés en casa precisamente — Aclara segura de lo que dice y eso me hace alzar una ceja.

Alejandría (Naci para ser una guerrera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora