capítulo 14

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Los rayos de la luna se abren paso a través de mi ventana y las penumbras de la noche me dan la ya tan acostumbrada calidez en mi pecho.

Miro de reojo a Erick quien está a la expectativa de mis palabras. Me acerco mas a él guardando un poco la distancia.

—Al principio te odiaba con mi vida ¿Sabes? Tu egocentrismo y tú humor al asesinar me repudiaban. —Sonrió recordando la primera vez que nos presentaron hace dos años.

Él trato de coquetearme y lo agredí de tal manera que no me habló de nuevo hasta que lo mandaron a una misión conmigo.

—En su momento me resultabas un bruto, un imbécil que solo le gustaba llamar la atención— Escucho una suave risa y eso me da ánimos de continuar. — Con el tiempo acepte tu compañía y te asumí como un aliado.  Claro, seguías siendo un grano en el culo. Pero el tiempo me enseño a sobre llevarlo. — ahora es mi turno de reír. Mi risa se corta cuando recuerdo lo que le quiero decir— Pero ahora me vuelve a desagradar tu presencia.

Veo como se incorpora dispuesto a irse pero me precipito a detenerlo. El me observa dolido pero lo disfraza con un gesto de odio. Se suelta abruptamente de mi agarre y es ahí donde me percato de que lo he abrazado.

—Será mejor que me vaya, no quiero seguir siendo una molestia para ti. — dice molesto y algo en mi se siente herida.

Lo suelto para no hacer más incómodo el momento.

— Ciertamente eres una molestia para mí—Digo con voz temblorosa. Erick toma su ropa y se gira en dirección a la puerta— ¡Pero es porque no comprendo exactamente qué coño sucede conmigo cuando te tengo cerca! — Exclamo en un grito sintiéndome ahogada— Cuando estas cerca me siento débil, siento como los latidos de mi corazón aumentan, me siento abrumada con tu sola presencia, pero al contrario de sentirse mal, se siente malditamente bien cada cosa que me pasa cerca de ti. — Jadeo y lo veo parar su paso— Cuando te vi muerto en mi premonición, por primera vez en mucho tiempo, sentí ganas de llorar ¿sabes qué significa eso?

Camino a la ventana pasando las manos por mi cabello, no comprendo porque siento como si me fuese a desmayar, mi pecho se oprime y el respirar se ha vuelto una tarea difícil de cumplir.

Escucho como se viste rápidamente.
<<Lo arruinaste por completo>> mi corazón late como si no quisiera existir más y trato de calmarme.

Su presencia a mi espalda me relaja y sus manos caen cálidamente en mis hombros. Respiro hondo.

¿Qué me sucede?

¿Por qué quiero llorar?

¿Por qué quiero pedirle que no se vaya?

<<A eso se le llama tener emociones, idiota >>mi mente me recuerda que la armadura que he creado todos estos años está a punto de romperse a causa de el chico de mirada azulada que me sostiene como la cosa más delicada del mundo.

—Significa que tú misma tienes que decidir si darme paso y permitir ganarme tu confianza, o rechazarme y seguir con ese escudo con el que has cargado por años.—Responde parándose a mi lado, su entre cejo se frunce— Ese vehículo ya tiene más de tres horas ahí, Darían.

Miro a la misma dirección y efectivamente hay un auto ahí.
Camino hasta la cama y tomo mi camisa de ahí para salir disparada por la puerta. Me asomo en la habitación de Jess para asegurarme de que este durmiendo pero está completamente sola.

Frunzo el ceño.

—No está aquí—le digo a Erick y este me ve con duda.

Bajamos las escaleras y salimos de la casa.

Fingimos que no vemos el auto y subimos rápidamente a la camioneta del pelinegro. Erick pone a rugir el motor y mis sospechas son confirmadas. El auto tarda un momento pero finalmente avanza siguiéndonos.

Trato de divisar la matricula pero descubro que es un auto alquilado.

—No tiene matricula, es un auto alquilado—Digo y el solo asiente.

Acelera y nos sumergimos en el tráfico.

Erick conduce sin rumbo alguno por unos minutos y cuando pienso que nunca parara, se detiene. Miro el retrovisor.

Sigue ahí, no nos ha perdido de vista.

—Quédate aquí—demanda dejándome en el auto.

Busco en la guantera una de sus armas y la empuño apuntado directo al a ciento del conductor del auto que nos persigue.

Erick mira sobre su hombro y cruza la calle entrando a un local.

Miro con atención como sale una mujer del auto mirando atenta en dirección por donde Erick se fue.

Lleva puesta una gran gabardina negra, tacones del mismo color y lente oscuros cubren casi toda su cara. Mira hacia la camioneta y sin pensarlo camina hacia mí.

De inmediato Erick la atrapa con agilidad y la trae a rastras al auto. Ella se retuerce y pone resistencia tratando de zafarse del agarre de Erick, pero sus intentos son en vano, el pelinegro es más fuerte.

Me lanzo a los asientos traseros.
Abro la puerta para que la meta en la camioneta. Ella lucha mientras que sus gritos son opacados por las manos de Erick, este logra meterla en la camioneta y en cuanto me ve se queda inmóvil.

Le arranco las gafas.

Ojos verdes me observan con miedo y escudriñan el arma en mis manos.

—Buenas noches, querida. — una sonrisa maliciosa curva mis labios.

Ella solo llora mientras su cuerpo tiembla con los sollozos que trata de ocultar.

— ¿Piensas hablar o quieres que saque palabra por palabra de tu inútil boca? Mira que puedo ser muy persuasiva. — digo encañonando su entre cejo.

Ella cierra los ojos, mientras mi compañero arranca la camioneta.

—Yo solo sigo ordenes, no me lastimes por favor—suplica llorando— Yo solo quiero ser libre y si no me matas tu de igual manera lo hará el. Ya no serviré para sus propósitos.

Observo a Erick por el retrovisor y asiente.

Bajo el arma con una mirada de advertencia.

— ¿Cuál es tu nombre? —  inquiero.
Duda pero finalmente habla.

— Nathali.

Sonrío con burla.

— Bien, Nathali. — Saboreé las palabras—  Dame su nombre. — demando.

Ella piensa un momento y niega.

— ¿Quién es tu maldito jefe? ¿Y qué busca de mí? —pega un grito cuando la apunto nuevamente, pero esta vez, quito el seguro del arma.

Erick no dice nada. El solo observa y se perfectamente que aun le debo una conversación.

—El nunca me ha dicho su nombre, me da órdenes con intermediarios y siempre tienden a ser una persona diferente quien me busca. —  dice rápidamente.

Ladeo la cabeza.

Recuerdo la nota de la fiesta.

— ¿Fuiste tú quien metió la nota en mi bolsillo? —mi pregunta parece llamar la atención de Erick.

Ella niega de inmediato.

—Yo no sé de qué me estás hablando— replica y mi sangre hierve.

Paramos cerca de la carretera y la saco a empujones. Ella llora sin poder contenerse y cierra los ojos lista para morir.

Alejandría (Naci para ser una guerrera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora