Fiebre

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Dios, me siento fatal. Aish, no debí de haber comido helado aún cuando estaba con el resfriado... Como se entere Jennie me matará.

Tocaron varias veces a la puerta, unos segundos después entró mi hermana, Rosé.

—¿Qué haces aún en la cama? Tenemos que ir a clases —Dijo mientras se acercaba a la cama. Yo no le contesté, se sentó a mi lado y me miró preocupada —¿Te sientes mal? —Puso una mano en mi frente —______, estás ardiendo —Dijo preocupada

—Yo soy muy ardiente —Le dije en tono de broma, ella como respuesta me dio un golpe en el hombro —¿Golpeas a una chica que está enferma? —Pregunté fingiendo estar indignada

—No iré a clases. Me quedaré aquí contigo —Dijo decidida. Yo empecé a negar rápidamente

—No, no faltes por mi culpa —Le dije con el ceño levemente fruncido. Ella suspiró y negó.

—No voy a dejarte sola —Dijo mientas daba algunas caricias en mi brazo.

Yo vivía sola con Rosé, nuestros padres se habían quedado en Australia ya que tenían sus trabajos allí.

—Solo serán unas horas. Ve a clases ¿si? —Le dije, me miró por unos segundos para acabar asintiendo no muy segura.

—De acuerdo pero cualquier cosa me llamas ¿vale? —Dijo mientras se levantaba de la cama, yo asentí con una pequeña sonrisa. Antes de que saliera la llamé.

—Rosé, no le digas nada a Jennie —Le pedí, ella me miró confundida.

—Pero es tu novia, debe saberlo ¿no crees? —Dijo con una ceja alzada. Yo asentí

—Si, pero ella no sabe que comí helado aún resfriada así que...—Ella rió mientras asentía.

—No diré nada.

Rosé

Cuando llegué a la escuela lo primero que hice fue acercarme a las chicas.

—¿Donde está ______? —Me preguntó Jennie. Yo rodé los ojos y respondí.

—Hola. Si, estoy bien, gracias por preguntar —Dije con sarcasmo. Ella rodó los ojos.

—Me alegro que estés bien, ahora, ¿Donde está ______? Siempre viene contigo —Le dije, ella pareció pensarlo.

—Ella ha tenido que... —Se quedó callada. ¿Porqué no me respondía?

—¿Vas a responder o no? —Preguntó Jisoo un poco desesperada ya que Rosé no hablaba.

—Ella... —Empezó a hablar pero se volvió a callar.

—Por Dios, Rosé, dinos donde está —Dijo una Lisa sin paciencia.

—En casa. Se ha quedado en casa. Está enferma —Soltó. Yo fruncí el ceño, me dispuse a caminar hacia el aparcamiento pero Rosé me paró —¿A donde vas? La clase está a punto de comenzar

—Voy con _______. No puedo estar tranquila y en clase si sé que ella no se encuentra bien —Le contesté

—Ve con ella, nosotras te cubrimos ante los profesores —Me dijo Lisa con una sonrisa. Yo asentí y fui hasta mi coche.

_________

Escuché algo de ruido que provenía de abajo. Con cuidado y muy despacio me fui levantando. Por culpa de la fiebre me sentía mareada.

Salí de mi habitación y caminé hacia las escaleras. Volví a escuchar algo, eran como pisadas. Me detuve casi al final de las escaleras ¿y si era un ladrón? ¿Porqué tiene que entrar un ladrón cuando estoy yo sola?

Con algo de miedo me giré rápidamente. Mi plan era encerrarme en mi habitación y llamar a la policía pero no iba poder llevar a cabo aquel plan ya que me mareé demasiado al girar haciendo que diera un paso hacia atrás, me iba a caer, intenté agarrarme a algo pero era tarde, me caería.

Cerré los ojos a la espera del doloroso golpe que me iba a llevar pero este nunca llegó.

—Te tengo —Dijeron cerca de mi oído. Reconocía aquella voz...

—Jennie —Ella tenía sus manos en mi cintura. Había impedido que me cayera. —¿Q-Qué haces aquí? —Pregunté algo desconcertada.

—Pues vengo a cuidar de ti —Dijo como si fuera la cosa más obvia del mundo.

—¿A cuidar de mi? ¿Cómo sabías.. —Ella me interrumpió

—Tu hermana. —Respondió. En ese momento estaba maldiciendo a Rosé en mi cabeza.

Jennie me llevó hasta mi habitación y me "obligó" a echarme en la cama. No quiere que me levante por nada del mundo. También me obligó a tomarme una pastilla que sabía muy mal.

—¿Necesitas algo? ¿Agua, quizás? —Me pregunté, yo sonreí de lado y negué con la cabeza. Ella asintió y se echó a mi lado. Pasó sus brazos por mi cintura y me arrimó a ella. —La próxima vez que te sientas mal me llamas

—Pero no quiero fastidiarte. Ahora mismo soy una carga —Le respondí mientras apoyaba mi cabeza en su pecho.

—Te quiero y nada que venga de ti va a fastidirame. —Dijo, sus dedos iban desde mi codo hasta mi hombro, me daba suaves caricias haciendo que mis ojos me pesaran cada vez más. Me costaba mantenerlos abiertos.

(...)

El móvil no paraba de sonar. Abrí mis ojos poco a poco. Al mirar por la ventana me sorprendí al ver que ya era casi de noche. ¿Cuántas horas he dormido? Intenté levantarme pero los brazos de Jennie en mi cintura me lo impedían. El móvil seguía sonando.

—Sigue durmiendo —Dijo Jennie aún con los ojos cerrados.

—El móvil no para de sonar —Le dije

—Pues deja que suene —Dijo mientras se encogía de hombros. Dejé salir un suspiro.

Abrí mis ojos de par en par cuando me acordé de que debía de ir a trabajar. Felix me había cambiado el turno. Me fui a levantar pero Jennie tiró de mi haciendo que quedáramos totalmente pegadas.

—¿A donde crees que vas? —La miré, aún seguía un poco dormida.

—Jennie, tengo que ir a trabajar —Le dije, ella rápidamente abrió los ojos y frunció el ceño.

—No vas a ir a trabajar. Estás enferma

—Pero no puedo faltar —Ella negó con la cabeza.

—Estás enferma, no vas a salir, quizás te pones peor de lo que estás. —Ella podía ser cabezota muchas veces.

—Jennie, estoy perfectamente —Dije y me levanté demasiado rápido haciendo que todo a mi alrededor empezara a dar vueltas.

Jennie salió rápidamente de la cama y me sujetó de la cintura para evitar que me caiga.

—Tu no vas a salir así —Dijo y me ayudó a llegar hasta la cama. —Voy a ir a por la pastilla que creo que ya te toca. —Me informó —No te muevas —Dijo mientras me apuntaba con su dedo índice. Una vez dicho eso se fue de la habitación.

Al igual que ella, yo también era muy cabezona. Como pude, alargué mi brazo para poder coger mi móvil. Le iba a hablar a Felix. En ese momento Jennie entró a la habitación.

—¿Qué te había dicho? —Preguntó con los brazos cruzados.

—Pero...yo...el trabajo... —Balbuceé. Ella me quitó el teléfono y lo dejó sobre el escritorio. Se tumbó a mi lado.

—Por un día que faltes no va a pasar nada —Me dijo, yo iba a replicar pero ella se adelantó y habló —Por favor, déjame cuidarte —Dijo con ambas manos sobre mis mejillas. Asentí de forma lenta, en su rostro se dibujó una sonrisa. Se acercó para besarme pero yo me eché hacia atrás. —¿No quieres un beso? —Preguntó mientras hacía un puchero

—Claro que quiero pero si me besas te puedes enfermar tu y no quiero eso —Le respondí y ella volvió a sonreír.

—Tomaré el riesgo —Dijo y unió sus labios con los míos.












Jennie y Tu (Imagina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora