martes 13.

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Me levanté cansada, era martes, colegio, como todos los martes, pero hoy además de martes era 13. Me puse unos vaqueros y un jersey grande que me tapara las piernas, mis botas negras, me lave la cara, me coloqué mis gafas y mientras me bebía un café salí de casa, siempre corriendo.
Gonzalo me llamo
-¿Cigarro antes de entrar?
-No me das ni los buenos días- le conteste sonriendo
-Perdóname princesa, buenos días
-Idiota- me reí- Si, en las escaleras de atrás
-Guay, te espero- y colgó

-Quedan 22 días para que se acabe esto- dije expulsando el humo y respirando profundo
-A mi me da pena
-A mi también, pero solo por la gente que voy a perder
-Los importantes no se van a ir
-No se, a mi me da miedo alejarme de la gente que quiero- dije dando una calada -Pero si perdiera a un idiota como tú por ejemplo pues estaría bien- añadí sonriendo con picardía y mirándole de reojo para ver su reacción.
Gonzalo medio sonrió y dando una calada me respondió sincero -Una pena que de mi no te vayas a deshacer tan fácilmente
-Menos mal- dije bajito
Apareció Alex con su típico feliz histerismo
-Dadme un cigarro ahora mismo, os voy a contar mi jodida mañana
-Buenos días amor- le dije sacando un cigarro de mi cajeta
Y se puso a contarnos su mañana en la que se había quedado sin agua, había acabado en la ducha del vecino y se le habían terminado sus cereales favoritos. No podía parar de reírme, era una de las cosas que me gustaban de Alex, su energía positiva me inundaba.
Entramos en el colegio, 9:04, justo antes de que nos cerraran la puerta en la cara. Salude a mis compañeros, siempre lo hacía, aunque a veces pensaba si les resultaría molesto desde por la mañana una chica sonriente interrumpiendo sus mañanas.
Mi profesora comenzó a la soltar su habitual retahíla insufrible sobre autores del siglo XX, mientras, mi mente divagaba acerca del verano, para el que ya quedaba tan poco. Me preguntaba si vería a mis amigos, que sentiría al cumplir 18 años en menos de un mes, y lo mal que lo pasaría cuando abrieran la piscina, el bikini era uno de mis peores enemigos.
Por fin sonó el timbre, Paula se acercó a mi
-Que coñazo de mujer
Me reí distraída- casi no la había escuchado
-Es que la clase de literatura te juro que me mata
-Pff, a mi también-contesté distraída mientras recogía mis apuntes
-¿El miércoles vienes a la barbacoa?
-Todavía no lo se, creo que si, pero mañana te digo, que todavía estamos a martes- dije despreocupada
-Y 13- sonrió Paula

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