El tiempo que había pasado durmiendo le había parecido corto. Natasha se despertó al alba y, aunque intentó volver a dormir, no pudo. Tras dar un montón de vueltas en la cama, decidió levantarse y encarar el día, que suponía no iba a ser nada fácil después de todo lo que había ocurrido la noche anterior.
Cuando abandonaron el edificio de Clint en el Bed Stuy, la calle se había llenado de curiosos y una patrulla aventajada de la policía ya estaba acordonando el lugar en donde yacía sin vida Barney Barton.
Recordaba haber sujetado a Clint por la cintura mientras él se agarraba con fuerza a ella, con todos los músculos en tensión y la sangre reseca pegada al cuello. Había tenido que ordenarle que dejara de mirar hacia el lugar en donde el cuerpo de su hermano había caído. Como si lo hubiese sacado de una ensoñación, Clint la había mirado con ojos vacíos y asintió con un escueto gesto de labios apretados.
Un minuto después un coche grande y oscuro, y otro de la policía, llegaron al lugar con las sirenas encendidas. Unos hombres de negro se presentaron ante ellos como agentes del FBI y los llevaron a ambos con amabilidad hacia el vehículo.
El agente del FBI les contó cómo el señor Stark había ayudado a detener a Justin Hammer unas pocas horas atrás, siguiendo el plan que habían trazado aquella misma tarde en la reunión de la cual Clint había participado.
Una ambulancia llegó y las muchas personas que allí se habían congregado se dispersaron, dejándoles espacio para trabajar. El médico forense certificó la muerte de Barney y procedieron a retirar el cuerpo entre un gran despliegue policial. Luego se les había acercado un joven enfermero que los acompañó hacia una ambulancia y que le curó a Clint el corte en el cuello.
Tal y como él le había dicho, el corte no había sido más que un rasguño que había sangrado más de la cuenta. Lo cubrieron con un vendaje y, tras aconsejarle que se fuera a descansar, un agente del FBI los llevó de regreso a la Torre.
Para fortuna de Natasha, el servicio doméstico de Tony parecía estar dispuesto siempre para cualquier cosa que los inquilinos de aquel lugar pudiesen precisar. Pidió un par de sándwiches, que sabía de antemano que Clint iba a negarse a comer, y dos vasos de leche. Obligó a Clint a tomarse la bebida acompañada de un relajante, bajo amenaza de mandarlo a dormir a la terraza si no lo hacía. Clint había preferido no discutir y, con el ceño fruncido, se lo tomó de un gran trago. Diez minutos después estaba dormido. Sin fuerzas siquiera ni para ducharse, Natasha lo siguió hasta la cama para acurrucarse junto a él y quedarse dormida de inmediato.
Harta de estar en la cama si poder volver a dormirse, Natasha se levantó con cuidado de no despertar a Clint. Se duchó con calma, quitándose cualquier vestigio de la noche anterior. No recordaba nada del camino del hospital -donde Barney la secuestró-, al edificio de apartamentos en el Bed Stuy. Recordaba la brisa de la azotea, rozándole la cara y alborotándole el pelo, sacándola de la modorra en la que la había sumido el cloroformo o lo que fuera que Barney hubiera utilizado para dormirla. Aún podía sentir las manos del hombre aprisionándola en aquella azotea, a la espera de que Clint apareciese. Si tenía que ser sincera consigo misma, por unos instantes había deseado que él no se presentara, que no entrara en la lucha con Barney. Había podido ver en los ojos de Clint lo mucho que le dolía aquella situación. Pero, en su fuero interno, sabía que esos deseos no se iban a cumplir. Al igual que ella había ido hasta China para buscarlo, él iría hasta Brooklyn para encontrarla aunque el cielo se cayese a pedazos.
Cuando estuvo lista tras la ducha, Clint aún continuaba durmiendo plácidamente, boca abajo, habiéndose adueñado de toda la cama. Natasha sonrió. Sin querer despertarlo, y conteniendo las ganas de darle un beso en la coronilla, lo miró desde la puerta de la habitación y salió sin hacer ruido, cerrando tras ella.
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TODOS LOS ENEMIGOS QUE DEJAMOS ATRÁS
Fiksi PenggemarSecuela del fic "ROJO Y NEGRO" Cuando HYDRA emerge desde las entrañas de SHIELD, Natasha Romanoff sintió que sus tentáculos arrasaban con todo lo que era importante en su vida y la dejaba sin trabajo, sin lugar donde depositar su lealtad y sin el or...