Azzio no volvió al aula después de mi confrontación, en realidad no volvió a ninguna clase en toda la jornada según lo que había escuchado.
No es que le estuviera espiando pero su ausencia alarmó a su club de fans femenino, parecía un desfile de chicas suspirando porque no tenían la dicha de ver el hermoso rostro de Azzio Di' Magro.
Podría jurar que su ausencia se debía a que me estaba evitando. Todo parecía tan irreal, me costaba creerlo. No se preocupó en negar nada, y no sabía cómo sentirme con eso.
Traté de entretener mi mente con el difuminado en Técnicas de pintura, aunque mis piezas terminaban siendo ángeles sombríos de carboncillo. Apenas terminó la clase, tomé mi bolsa del suelo y me encaminé directo a la habitación.
Faltaba poco para que oscureciera y con todo el lío que cargaba en la cabeza no me había detenido a pensar que hoy se suma un año más a mi vida.
El pasillo está atestado de estudiantes y parece ser que el motivo es el inicio del fin de semana. Hay bares, clubs e infinidades de sitios nocturnos cerca de la academia ya que estamos situados en el centro, como mañana es sábado, los estudiantes quieren curtirse en alcohol. Y eso incluye a Francesca, quien para cuando llego al cuarto está terminando de aplicar labial rojo cereza en sus labios.
–¡Hasta que llega la chica del cumpleaños!
–¿Vas a algún lado? –Pregunto divertida.
Se contonea frente al espejo al ritmo de lo que parece ser música electrónica.
–¡Vamos querrás decir! Hay que celebrar en tu honor. –Suelta mientras guarda el labial y yo frunzo el ceño.
–Yo no soy de salir, Francesca, gracias...pero no creo que sea buena idea.
Ella se da la vuelta, de espalda al espejo. Su expresión de fastidio. –¡Puras excusas! Dime, con honestidad. ¿Acaso alguna vez has salido de fiesta?
La mueca en mi rostro se encarga de darle una respuesta.
–Listo, saldremos.
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Ángel Oscuro: El Sello Celestial © EDITANDO
FantasíaSaga Marcas Celestiales - Ángeles I Orden Cronológico: Ángel Oscuro: El Sello Celestial. Ángel Blanco: El Llamador. Ángel de Sangre: El Pacto Final La amenaza era constante, dejándote sin el tiempo de siquiera procesar que los ángeles, los demonio...