—Ayúdeme, Sacerdote Min.
Aquella ronca y ebria voz continuaba en mis pensamientos, a pesar de que una semana completa había pasado ya. El aliento de aquel chico, aún impregnado por debajo de mis orificios nasales, parecía no irse de allí. Aquello me sonaba como una súplica, como si, intencionalmente, hubiera dejado algo perteneciente a él conmigo, haciéndome sentir culpable por cada día que pasaba, por cada día que me negaba a ayudarle con su enorme crimen, con su enorme pecado.
Era lunes, y yo no podía pensar en otra cosa que no fueran sus ojos llenos de angustia, de desespero, de dolor, aunque, ya me la había pasado así el resto de los días anteriores. Una presión en el pecho era lo que me acompañaba desde aquella madrugada que el castaño había desfallecido justo después de confesarme su homicidio, y miles de dudas rondaban por mi cabeza sobre aquel caso, dudas que no podía responder, pues no tenía la mínima idea de donde se encontraba aquel muchacho. Tal vez, ¿lo habían detenido? ¿la policia habría encontrado el cuerpo de su padre y lo habían etiquetado como el principal sospechoso? eso ni yo lo sabía, pero tampoco estaba muy seguro si quería enterarme de ello. Mi problemático pasado me impedía salir de aquellas anchas blancas paredes de mí iglesia, donde ya me había refugiado del exterior por dos largos años, y no precisamente porque la idea de servirle a Dios me agradara.
Incluso la misa ya no me había parecido graciosa, cuando, al recitar alguna cita de la biblia, recordé el rostro manchado de líquido rojo de aquel chico. En mí, no era normal que la preocupación me invadiera, acompañada de un sentido de nostalgia. Esa misma mañana, me di cuenta de aquello, y allí fue cuando llegué a la conclusión de que, probablemente, estaba muy estresado.
Pensé que mi solución era una anatomía pequeña, con una cintura de infarto y cabello oxigenado, muslos y piernas formadas, abdomen ligeramente rocoso y más joven que yo, claramente. Fue por eso que la iglesia ardió en llamas cuando la figura de Park Jimin cruzó por aquellas enormes puertas de madera.Se acercó, coqueto, con aquella sonrisa traviesa que siempre poseía. Aquellos labios carnosos me hacían recordar mil y una noches que habían pasado sobre mi abdomen y miembro, mientras que sus ojos me miraban sin pudor alguno, aunque fingían una inocencia tremenda.
Siempre llegaba con ropas cinco veces más grandes que las de su talla normal, fingiendo que la lencería negra que él mismo se había ofrecido a utilizar, no existiera por debajo de su enorme y añiñado suéter, como sí estuviera en la iglesia para cualquier otra cosa que no fuera tener sexo con el mismo sacerdote Min.Sus cortos dedos llenos de anillos me deslumbraron cuando me había señalado discretamente hacia la puerta trasera, lo que me había indicado que entraría a mi habitación por la ventana de esta misma, pues era lo que siempre hacía cuando una llamada mía llegaba a su teléfono en la madrugada.
La odiosa familia Jung, como era de costumbre, me llenaba los oídos de mierda sobre Hoseok, su hijo menor. Todos los domingos era el mismo cuento, que Hoseok últimamente parecía haberse vuelto un rebelde sin causa y yo siempre repetía lo mismo, que tal vez era su etapa de adolescente, aunque ya tuviera veinticuatro años y contando. Lo peor de aquello era que comenzaban a hablarme de sus preferencias sexuales específicamente a mí, y yo fingía asco, como si su queridísimo y pobre hijo no me hubiera tenido en cuatro hacía semanas atrás. Y ellos no sabían lo bien que se movía ese hijo de puta.
—Y, bueno, le hemos dicho que venga a misa con nosotros, pero simplemente se niega. Usted, sacerdote Min, ¿cree que mi Hoseok-ie necesite...
—Sí, lo creo. Discúlpeme, señora Jung, pero tengo que retirarme. Dios los bendiga.
Salí de aquel lugar, cortando la inmensa palabrería de la madre de Hoseok que llevaba rato perforandome los oídos, no sin antes darle una buena mirada a su propia hermana. Era imposible y disgustante que estuviera a punto de follar con Park Jimin, y mis deseos sexuales solo aumentaran cuando veía a otra persona.
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SINNERS ━ taekookgi
Fanfiction❝Quería probar el verdadero pecado, y mis labios rozaron los suyos para embriagarme en un sinfín de lujuria y fuego incesante❞. @desolxtion 09/04/19. No copias ni adaptaciones.