XIII | beginning of the end.

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¿Es esto libertad?

El cielo dorado, tiñendo la tersa piel de su rostro y los ojos avellana bañados por las gruesas pestañas de la puerta del alma, deslumbraron con pereza la admiración por tal paisaje mediante la pequeña ventana del avión. Uno de los amaneceres más bellos que el castaño podría haber apreciado en sus veinticuatro años de vida.

En un aleteo de mariposa encontró su destino, dentro de aquel jet privado con las aeromozas y capitanes atendiendo cada una de sus necesidades, dudas y cuestiones. Incluso el champán burbujeante sabía tan diferente a los vinos que solía robar con Jungkook meses atrás. Su destino solo le había costado una vida, y no específicamente la suya.

De repente un nostálgico suspiro se escabulló entre sus finos y rosados labios, llamando la atención del rubio sentado en el otro extremo, frente a él. Este mismo abandonó el periódico de un lenguaje irrelevante para Taehyung que presuntuoso mostraba la imagen de un pálido hombre en primera plana, y se dirigió hacia el de cabello oscuro.

—¿Ocurre algo, Taehyung?

Jimin preguntó entre preocupado, con una pizca de curiosidad en su tono. Ciertamente era el mejor amigo de aquel enigmático hombre y podía conocer hasta el mínimo recoveco de su alma, pero lo que sí no conocía, era aquella mente llena de misterios que dejaban dudas en el aire para la desgracia del rubio. Le observó recargar el codo sobre el borde de su asiento, posando la mejilla sobre su palma mientras veía hacia las afueras del avión. Fue entonces que el de estatura baja prestó más atención de la necesaria.

—Extraño a mi padre.

Sin esperar tal respuesta, el mayor -por algunos meses, aunque Taehyung prefería mantener la comodidad y evitarse las formalidades con su mejor amigo- carraspeó y echó un rápido vistazo a su reloj de muñeca. ¿Cuánto tardaría el vuelo? Tal vez llegarían tarde a su destino, aunque realmente aterrizarían en menos de una hora.
La incomodidad era palpable después de la última persona mencionada, que incluso las aeromozas, después de dirigirse respetuosamente con una reverencia a ambos hombres, se marcharon hacia la cabina, dejándoles completamente solos. Jimin negó con la cabeza al percatarse de tal detalle, e intentó advertir al de hebras oscuras sobre su descarado comentario, pero este mismo ya se encontraba presumiendo de una burlona sonrisa hacia las nubes, pero que claramente había sido provocada por la acción de las mujeres que anteriormente les acompañaban.

—¿De verdad todos piensan que debo guardarme comentarios afectuosos sobre mi padre? —bufó, esta vez dedicándole una rápida mirada a su amigo, antes de tomar otro trago más a la bebida en su alargada copa—, sigo siendo su hijo a pesar de todo.

—Taehyung, él-

—Fue acusado injustamente, y lo sabes, Jimin.

Este último suspiró, dejando caer el peso de la parte trasera de su cabeza sobre el cómodo asiento acolchado en un intento de canalizar la tensión, sin embargo, era imposible hacerlo cuando había una situación presente que separaba sus ideales de la estrecha relación que mantenía con quien había sido su mejor amigo desde siempre. El castaño solía poner en duda miles de cuestiones, pero nunca sobre la inocencia del viejo que le había criado la mayor parte de su vida.

—Aún así, debes evitar hacer ese tipo de comentarios en público, Taehyung. Y ya no es una recomendación como amigo, te lo estoy diciendo como manager —y sí, más allá de ser almas inseparables, el rubio también portaba con la tarea de cuidar y administrar la carrera del artística del caprichoso azabache y, de vez en cuando, hacerle poner los pies en la tierra cuando se trataba de cuidar su reputación—. ¿Has trabajado veinticuatro años de tu vida para arruinar todo de último momento?

—¿Entonces te importa más mi fama, reputación y dinero que la tormenta de emociones que estoy pasando por dentro?

—¡Debes estar jodidamente loco, Kim!

—Estás alzando la voz de nuevo.

—Estoy protegiendo y luchando por tus sueños, que es diferente —un más calmado Jimin se acercó hasta la pequeña mesa que les separaba y sostenía la costosa botella de champán y un par de perdices más, pero pasando ello de largo y regresando su atención al periódico que más temprano había abandonado. De repente se encontraba interesado en la primera plana, donde un rostro que podría pensar que reconocía se plasmaba tétrico en una foto imprevista sobre el papel. Las pupilas dilatadas por el flash de las cámaras, la pálida piel presumiendo de unas mejillas sonrosadas por el llanto retenido y la mirada perdida en agonía era la clara prueba para Jimin que Taehyung le ocultaba algo. Y lo averiguaría pronto, al llegar a la entrada de la cárcel donde el menor se reuniría con su padre. Tal vez, por el momento, tendría que ponerse de su lado y hacerle pensar que estaban del mismo lado.—Confío en ti, TaeTae, y en tu padre —hizo una pequeña pausa, recaudando los gestos de su mejor amigo quien ahora parecía haber dejado de lado el bello paisaje de la bella Francia debajo de sus pies, para ahora mirar al rubio—. Además... ¿no es algo extraño este chico?

El más alto posó la atención de sus avellanados directa en la portada del periódico que indistinto posaba en su parte de la mesa, en escritura cirílica, gruesa y negrita, concordando con lo que había dicho su amigo pero fingiendo que no entendía nada de lo que se encontraba impreso por encima de la atroz imagen del pálido pelinegro... probablemente aquella sería una de las tantas veces que vería su rostro en su larga estadía por París.

Tomó la larga impresión del periódico entre sus dedos, pasando la yema de los mismos para sentir la textura de la escritura, y pasar a sentir culpa en su interior por lo que escrito estaba.

"Presunto sospechoso de asalto sexual, Kim Yong-dae, es declarado inocente ante las inconsistencias del caso. La víctima, Min Yoongi, da sus declaraciones ante la prensa sobre el padre del famoso violinista surcoreano Kim Taehyung".

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