Un favor, un beso

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  -Scorpius Malfoy, ¿se puede saber dónde estás? ¡Deja de jugar así conmigo! Sabes que detesto que te escondas de esa manera. ¡Por favor!, tienes dieciséis años, no te portes como un niño tonto – dijo una voz femenina muy irritada, mientras sus ojos buscaban en cada rincón de la habitación, en donde le habían indicado que se encontraba su reciente novio. Rose Granger Weasley, se había convertido en una bella jovencita de cabellos largos y rojos, al igual que su madre en su época escolar, se encontraba muy ansiosa por volver a Hogwarts y llevar a cabo los cursos y exámenes finales que determinarían su futuro en el mundo mágico. Rose era muy inteligente y sabía muy bien las cosas que quería, por ello se esforzaba mucho para mantener sus excelentes calificaciones que la llevarían a obtener el puesto que tanto ansiaba en el Ministerio de magia. Pero, antes de eso, debía encontrar al inútil de su novio que había decidido jugar a las escondidas a última hora, con cierto Potter holgazán. La jovencita había sido llevada por sus padres a la casa de los Potter, para pasar la noche con los otros chicos e ir juntos al amanecer a la estación del tren. Rose suspiró profundamente, Scorpius y ella se habían convertido en novios oficialmente antes de las vacaciones, pero nada al parecer había cambiado, las correspondencias habían sido muy escasas y el trato del rubio hacia ella, no pasaba más que de una simple amistad hasta el momento. La joven estaba ligeramente molesta, pero decidió no preocuparse por esas cosas, de todos modos las mujeres maduraban más rápido que los hombres y suponía que el comportamiento infantil de su novio solo se debía a la edad, aun así, estaba esperanzada en recibir su primer beso aquel nuevo año que empezaba en Hogwarts. Rose debía admitirlo, el rubio la había cautivado desde el principio y casi lo había obligado a formalizar aquellas miradas y sonrisas silenciosas en una relación de pareja, después de todo, fue Scorpius quien se le declaró primero e insistió que salieran, así que el movimiento de Rose solo había acelerado lo inevitable, la joven pensaba en un futuro para ambos al salir de la escuela, al igual que sus padres se casarían jóvenes y tendrían una hermosa vida. Rose era bella e inteligente y lo sabía bien, toda su vida estaba organizada cuidadosamente y con Scorpius Malfoy no haría ninguna excepción, ella era como su madre, pero a veces era algo frívola, vanidosa y egocéntrica sin poder evitarlo.


- Scorpius Malfoy, si no apareces en tres segundos, me consideraré libre de salir con quien quiera. – dijo Rose con un tono de voz cansado, usando esto como último recurso.


Ante esto, frente a la joven aparecieron Scorpius, Albus Potter, su hermano menor, Hugo y Lily Potter, conteniéndose la risa para evitar enfadarla más. Rose frunció el ceño y los jóvenes doblaron cuidadosamente la capa de invisibilidad, y se portaron como si de militares se tratasen, ante su jefe. Lily se acercó a Rose, la abrazó tímidamente y le dio un beso en la mejilla, esto aminoró un poco la molestia de la joven, porque la menor de los Potter era su mejor amiga, pero no duró mucho al recordar que había sido parte de la broma y volvió a poner aquella expresión dura en el rostro.


- Ellos me obligaron, sabes que nunca haría nada que te molestara Rose – dijo Lily en un afán por librarse de la broma de los chicos.


- Está bien, solo porque ambas somos de Griffindor y eres mi pequeña prima. Pero deja de hacer jugarretas con estos slytherin que solo saben perder el tiempo – dijo la chica aun ofendida.


- Rose, no te enfades, solo fue una broma. No te portes como un adulto antes de tiempo – dijo Albus intentando calmarla, pero retrocediendo un paso por precaución. Rose había heredado por completo el carácter de su madre.

Dos claveles y una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora