Navidad pasó tristemente como si fuese un día más, al menos en la mansión de los Malfoy. La cena que tuvieron Draco y Scorpius fue tan silenciosa e incómoda, que hasta los elfos domésticos trataron de pasar más desapercibidos que de costumbre, algunos los espiaban desde las esquinas pero, rápidamente desaparecieron al darse cuenta de la mirada tan gélida del padre. No hubo las decoraciones acostumbradas, ni siquiera Draco había permitido que pusieran un árbol de navidad. Al terminar la cena, Draco Malfoy se dirigió a sus aposentos y después del sonido de la puerta cerrándose, volvió a reinar aquel silencio tan desesperante. Scorpius se encontraba en su habitación, nunca se había sentido tan solo desde la muerte de su madre, ni siquiera había podido enviarle una carta a Albus porque su padre había cerrado con llave la jaula de las lechuzas, para evitar que su hijo se comunicase con alguien mientras pensaba en una solución. Por ello, a pesar que faltaban unos días para el regreso a Hogwarts, Scorpius Malfoy estaba totalmente aislado del mundo y obligado a permanecer en aquella mansión que a pesar de ser enorme, lo asfixiaba por completo.
Los demás estudiantes se habían marchado a sus respectivos hogares. Scorpius se perdía en sus propios pensamientos, deseando de corazón que Albus hubiese pasado una mejor Navidad y se encontrara en mejor situación que la suya, después de todo, sus padres habían resultado los más comprensibles del mundo y lo seguían queriendo a pesar de haber confesado su homosexualidad. Albus siempre había sido valiente, desde el primer día que lo conoció supo que era especial y no solo por ser hijo del famoso Harry Potter. Scorpius se sentía un completo idiota, pero no había podido evitar morirse de celos después de ver a Albus besándose con otro chico, aunque sabía que no merecía sentir ni reclamar nada después de todas las muestras crueles de afecto que había hecho en frente de él con Rose, y ahora que recordaba a la chica, le parecía extrañísimo no haber recibido ni siquiera correspondencia de la joven. No sabía que estaría pensando su padre al mantenerlo aislado, pero al menos sentía que las cosas no podían ir peor. Al menos eso pensaba hasta que un elfo doméstico tímidamente tocó la puerta de su habitación para indicarle que su padre lo esperaba en la biblioteca.
Mientras tanto, en otro lugar lejano, Albus Potter se encontraba en el alfeizar de la ventana, había recibido de regalo muchos dulces de parte de su tío Ron y de su hermana Lily, de parte de su abuela materna recibió como siempre suéters y una gorra hecha por ella misma, de sus padres recibió una escoba nueva y ropa de diferentes tipos, de su primo Hugo algunas bromas de la tienda de su padre y como era de esperarse, tanto como James y Rose hicieron como si no existiera. Albus pensó que Rose lo mataría a golpes, pero al parecer hasta el momento nadie le había contado nada de lo sucedido en el pasillo de la escuela. Albus no podía ni ver a la cara a Rose pero, no podía dejar de repetir aquella escena en su mente, en donde Scorpius al fin le confesaba a su padre su amor por él... ¿su amor?, después de todo ese tiempo y de tantas amarguras y lágrimas, Scorpius Malfoy había admitido sus sentimientos frente a la persona que más respetaba y quería, o sea su padre. Albus no quería sentirse feliz, habían demasiadas cosas por arreglar y más problemas por llegar, pero algo dentro de él crecía conforme pasaban los días para regresar a la escuela, algo que brillaba como el sol, deseaba encontrarse con Scorpius, anhelaba tanto verlo que si hubiera sido por él habría regresado aquella misma noche a la escuela, solo faltaban dos días para regresar a la escuela, pero la ansiedad por saber qué ocurriría no lo dejaría dormir, Albus no estaba dispuesto a controlarse más ni a esconder sus sentimientos, por primera vez sentía que ambos podrían tener un futuro y esos pensamientos hacían que pudiera sobrevivir esos días con James rondándolo y tratándolo como basura.
Regresando a la mansión de los Malfoy, Scorpius se encontraba sentado en el sofá de la biblioteca de su padre, mientras este le daba la espalda, viendo solo el fuego que se alzaba en la chimenea. Draco había tenido unos días para pensar que haría con respecto al tema, pero lo primero que hizo fue negar el permiso de su hijo para permanecer en la escuela por fiestas y por eso, Scorpius no tuvo de otra que preparar su equipaje y regresar a casa. El rubio no se había despedido de nadie, tampoco había podido hablar con Rose para no malograrle las fiestas con su familia y mucho menos, con Albus. Su padre en persona había ido a recogerlo de la escuela y en todo el camino no había cruzado ni una sola palabra con él. Scorpius no sabía que sucedería, pero los miedos que había sentido se le habían ido disipando conforme pasaban los días a pesar del encierro, después de todo, lo peor ya había pasado, no podía culpar a nadie porque él solito se había metido en esos líos, lastimosamente, sabía que después de esa charla habrían muchas personas que terminarían heridas.
ESTÁS LEYENDO
Dos claveles y una rosa
Fiksi PenggemarScorpius y Albus han sido amigos desde el primer año en Hogwarts, y ahora se preparan para su sexto año. Sin embargo, Albus se siente confundido respecto a su relación con su amigo. Todos esos años, su amistad se a fortalecido, tanto que cualquiera...