Tiempo

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- No sé por qué cada vez que paso por este lugar siento una extraña sensación... es como si mi corazón se estrujara dentro del pecho y me dan escalofríos. Es como un sueño borroso, una pesadilla mas bien. Tengo ganas de correr, quiero gritar a veces, siento que necesito pedir ayuda, pero todo esto no tiene ningún sentido... ¿estaré perdiendo la razón? Aparte de eso, es como si hubiese olvidado algo muy importante y eso hace que sienta un inexplicable vacío. ¿Qué fue lo que perdí? Hay algo que me falta, quisiera saber qué es. Cuando estoy con Albus mi corazón se tranquiliza por un momento, pero no es suficiente, se supone que me gusta Albus pero... ¿por qué sigo sintiendo que extraño algo o a alguien? No lo sé, desde que salí del hospital las cosas han sido tan diferentes para mí.

Lysander se encontraba caminando por aquel pasillo en donde solía aparecerse el salón de menesteres. Su memoria no solo había olvidado a James Potter sino también gran parte de los acontecimientos sucedidos durante su secuestro. Su cuerpo se estremeció, apresuró el paso pero aquel pasillo siempre le parecía demasiado largo para cruzarlo. Empezó a sentirse mareado, cada vez era peor las cosas que sentía solo por cruzar ese lugar. En un afán por querer salir de aquel piso, al terminar el pasillo dobló la esquina para bajar por las escaleras y se topó bruscamente con alguien, perdiendo el equilibrio y llevándose al desconocido escalones abajo. Cuando Lysander abrió los ojos vio sus libros desparramados pero, lo peor fue que se encontraba sobre un joven que tenía una mueca de dolor en su rostro. Lysander se puso de pie tan pronto como pudo, iba a empezar con una lluvia de disculpas de todo tipo, pero cuando el joven se levantó lo pudo ver mejor y su mente se quedó repentinamente en blanco.

- ¿Estás bien? ¿Te lastimaste?

- ...

- Todo está bien, solo hay que recoger tus libros – dijo James Potter con voz amable, pensando que la mirada de temor del chico se debía a su presencia. Había deseado tanto encontrarse con él, pero ahora no sabía cómo entablar una conversación decente.

- No, yo... - en esos momentos ni siquiera recordaba su encuentro con James al perder la memoria, cuando él lo forzó en el corredor antes que lo secuestraran. Sus ojos estaban fijamente clavados en los suyos. Ese rostro lo había visto en otra ocasión, su voz preocupada pero amable, hizo que de repente sus ojos se llenasen de lágrimas. El rubio no sabía lo que le estaba pasando, se llevó una mano a la cabeza con nerviosismo y retrocedió unos pasos.

- ¿Qué te ocurre Ly?

- Tú... ¿tú me conoces?

- Oh, perdona la confianza... soy el hermano mayor de Albus, no me tengas miedo, solo quiero ayudarte.

- El hermano de Albus...

- Sí, de seguro no te ha hablado de mí. Soy James Potter – dijo el joven con voz tranquila, lo que menos quería era espantar a Lysander, en esos instantes su esperanza era de entablar cualquier vínculo con él. Así tal vez, poco a poco, podría volver a acercarse y esta vez hacer las cosas bien.

- James Potter... James – dijo Lysander lentamente, como si quisiera recordar aquel rostro que le parecía vagamente familiar, pero según él, era la primera vez que lo veía. Notó que era más alto que Albus, se parecían pero podría decir que eran totalmente diferentes, hablando del físico. Sus ojos no pudieron evitar detenerse en sus labios, sintiendo aquella presión en el pecho nuevamente.

- Me alegra que no te hayas hecho daño. Y yo...

- ¿Qué estás hac...?

Lysander se quedó en silencio cuando James acercó lentamente una mano hacia su rostro sin poder contenerse más, había deseado tanto verlo y en verdad le había dolido en el alma lo sucedido en el hospital. James sabía en el fondo que su hermano no tenía la culpa de nada, pero por su carácter explosivo no había hallado mejor solución que desquitarse con Albus. Hasta en ese instante, al recordar la manera en como Lysander se había acercado a su hermano, hacía que apretara los puños, pero al ver sus lágrimas junto a su mirada confundida, se dio cuenta lo egoísta que estaba siendo. Había buscado tantas veces el modo de acercarse y ahora que lo tenía al frente, se estaba dejando llevar nuevamente por celos tontos. James suspiró y relajó las manos para poder tocar finalmente el rostro de Lysander y rozar aquellas lágrimas que jamás debió permitir que aparecieran en primer lugar. El rubio se sorprendió al darse cuenta que permanecía ahí parado, sintiendo algo extraño solo porque un desconocido le acariciaba la mejilla. Pero cuando James rozó suavemente sus labios, el chico se estremeció y apartó la mirada bruscamente.

Dos claveles y una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora