Jugo de calabaza

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Albus despertó, sintiéndose extrañamente tranquilo, aquella mañana de invierno. Sabía que estaba en un tremendo lío y tendría muchos problemas, cuando sus padres se enterasen lo que había estado haciendo todo ese tiempo en Hogwarts. Pero, a pesar de todo, su rostro se mostraba calmado y sereno. Albus sabía que tarde o temprano sus padres se enterarían que prefería a los chicos, y el comentario de Rose solo había acelerado las cosas. El día anterior, realmente había odiado con todas sus fuerzas a su prima, pero ahora, solo deseaba tener aquella charla de una vez y dejar las cosas en claro, ya no le importaba si sus padres se enteraban de sus preferencias, pero no involucraría a Scorpius en todo eso. Albus recordó a sus padres y el amor que le tenían, siempre habían sido comprensivos, esperaba poder hablar con ellos tranquilamente. Aunque eso, no le quitaba los nervios y la sensación de vacío en el estómago. Albus levantó la mirada y vio a Scorpius observándolo desde la puerta, su mirada era diferente, ambos sabían que la barrera entre los dos había desaparecido a pesar de la distancia obligatoria que debían tener. Con mucho pesar, el rubio había respetado la idea de Albus de no tener contacto alguno, por un tiempo al menos. Scorpius se contenía a duras penas, después de haber vuelto a sentir su cuerpo y su calidez, lo único que deseaba era tomar a Albus ahí mismo y mandar al diablo a todos, pero lo más prudente era mantener aquella distancia y preocuparse de Rose, sabía que lo único que quería Albus era que la escuela no se enterase de todo lo sucedido o ahí sí tendría problemas muy serios. Albus le dirigió una pequeña sonrisa al rubio a la distancia, una extraña sonrisa que si bien alegró el corazón de Scorpius, también lo inquietó sin saber por qué.

Ni bien escuchó que Scorpius se alejaba, Albus corrió a buscar en los bolsillos de su túnica y extrajo un pequeño frasco con un líquido de color extraño en su interior. El joven se aferró a ese frasco con todas sus fuerzas, después de beberlo las cosas volverían a ser como antes y tal vez podría librarse de la expulsión. No sabía bien como reaccionaría al beberlo, solo sabía que al hacerlo las cosas mejorarían y quizás, hasta podría retomar su amistad con el rubio. Albus se quedó mirando al vacío por unos minutos, cierto temor lo invadió, pero no quería pensar más en ello y mucho menos seguir llorando, ya había tomado la decisión y no podía echarse para atrás, lastimosamente la poción no podía ser ingerida de manera pura, debía esperar a verterlo en alguna bebida de fruta o vegetal para que hiciera efecto. Albus frunció el ceño, sentía que esto era una burla de la persona que lo inventó solo para alargar más la agonía, pero debía esperar si no deseaba levantar sospechas. Albus decidió bajar a desayunar, pero mientras buscaba los libros de las materias que le tocaban aquel día, en otro lado del castillo, había un chico totalmente desesperado. Albus había olvidado por completo hablar con Lysander. Lysander se había escapado de la enfermería antes de su recuperación y había ido a buscar a James a la entrada de Gryffindor, James no esperaba encontrarlo rondando lastimosamente por esos lugares, al verlo su mirada cambió a una de profundo enojo.

- Al parecer el idiota de mi hermano no te pasó mi recado... – dijo con voz fría – No vengas a hacerme escenitas tontas como si fueras una nena.

- Sea lo que fuese, ya me lo imagino James. Sé lo que piensas de mí, sé que odias que me acerque a ti, pero sé también que tú me llevaste a la enfermería y por eso vine a verte. Si tanto deseas deshacerte de mí ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué fuiste a buscarme a Hogsmeade? ¿Por qué actúas de esta manera? Me confundes tanto, siento que mi cabeza va a explotar con los constantes cambios de humor que tienes. ¿Qué es lo que quieres que haga?

- Yo no fui a buscarte, solo estaba de regreso a la escuela y vi que el inútil de mi hermano no era capaz de moverte del lugar, solo tuve lastima de ti... si estabas enfermo no debiste salir, pero es tu problema de todos modos. No habrá una próxima vez, esto se terminó, alguien tan débil como tú no me sirve para nada. Aléjate de mí, si no lo haces te golpearé tan fuerte que de verdad no podrás ni hablar en un mes.

Dos claveles y una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora