Revelaciones

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- Señor Malfoy ¿podría dejar de dar vueltas por aquí? Me está poniendo muy nerviosa, ya le dije que el señor Potter se recuperará pronto. Solo tuvo una mala reacción a un hechizo que alguna niña tonta le puso. No lo puedo dejar pasar, el chico debe descansar, limpiar su organismo, y por eso se quedará hasta mañana – dijo la enfermera, con voz cansada pero firme.

- ¿Limpiar su organismo? Quiere decir que... ¿Albus comió algo embrujado?

- Así es señor Malfoy. Algo que tenía algún filtro amoroso o algo parecido. Las jovencitas requieren a varios métodos para que alguien, que les interesa, se fije en ellas.

- Es que, no entiendo cómo pudo haber sucedido, Albus no comió nada extraño, y estoy seguro que ni almorzó. Es más, hace días que descuida su alimentación – dijo el rubio preocupado – Me parece absurda la idea que aceptase algo de una chica.

- No es extraño que un jovencito como el señor Potter reciba dulces de una admiradora. Tengo casos como estos dos veces al mes y ya dejaron de sorprenderme.

- Estoy completamente seguro que no comió nada extraño, conozco a Albus.

- Y yo conozco perfectamente los síntomas de un hechizo de amor.

- No lo dudo señora, es solo que...

- No se preocupe señor Malfoy, le vuelvo a repetir que su amigo estará bien y saldrá de aquí como nuevo. Le aconsejo que vuelva a su sala común y espere su regreso. Dar vueltas por aquí no ayudará en nada, solo hará que aumenten mis pobres nervios.

- Pero...

- Señor Malfoy está empezando a irritarme, ¿debo repetirle que por favor regrese a los dormitorios? ¿O debo llamar a su jefe de casa? – dijo la mujer, mientras se limpiaba los lentes con un paño color rosa, con el ceño visiblemente fruncido.

- Lo siento señora, ya me voy – dijo Scorpius desanimado, se habría sentido mejor si hubiera podido ver a Albus aunque sea un rato, pero no insistió más, se retiró a las habitaciones arrastrando los pies. Tenía muchísimas cosas en la cabeza, Albus había actuado muy extraño y ahora sabía que se trataba de un hechizo. Pero, el rubio creía que aquello era lo que había obligado a su amigo a actuar así, lo que no sabía, era que el hechizo solo sacaba a relucir los verdaderos sentimientos amorosos de alguien. Scorpius estaba preocupado, se preguntaba quién podría haberle hecho daño al chico, pero por otro lado, no sabía cómo afrontar lo sucedido en la sala común, y mucho menos, el haber escuchado gritar a Albus el amor que sentía por él

– Pero, solo fue por el hechizo, fue obligado a decir esas cosas, nada fue verdad-, pensó el rubio sin quedarse satisfecho con esa respuesta. Scorpius Malfoy no lo quería admitir, pero en el fondo, deseaba que alguna de las palabras dichas por Albus, fuese verdad. Aún estaba asustado con sus propios sentimientos, y a pesar de lo que quisiera, sabía que todo sería mejor si las cosas volvían a ser como siempre.

Al cruzar el corredor para dirigirse a las escaleras, se encontró con Rose, quien lo había estado buscando hace un buen rato. Se suponía que regresaría al gran comedor con su primo, pero nunca habían aparecido.

- Scorpius ¿qué sucedió? Nunca regresaste al comedor – dijo Rose con cierto tono de fastidio – dijiste que no tardarías.

- Albus no se sintió bien, tuve que llevarlo a la enfermería.

- ¿Qué pasó? ¿Debería decírselo a James y a Lily? O mejor a sus padres. Puedo enviar una lechuza ahora mismo.

- No, no hay necesidad de alarmar a nadie, la enfermera dijo que mañana estará bien y podrá regresar con nosotros – dijo el rubio con voz tranquila para calmar a su novia.

Dos claveles y una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora