Capitulo cuatro

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Y por primera vez en mi vida me quede sin palabras, lo que dijo era tan real que dolía escucharlo, nosotros, los humanos, probablemente somos el peor error de la tierra, nos habíamos buscado esto, y aunque me cueste admitirlo, el tiene razón.

-vale sentirse mal chica diversión-Joss dio palmadas en mi espalda antes de seguir caminando.

Mi mirada no se podía apartar de aquellos ojos celestes, su expresión podía hacer que la gente a kilometros notara que tan molesto estaba.

Agache la cabeza.

-perdón- susurré mirando al piso, no oí respuesta alguna, solo la de unos pasos alejándose mi.

Al levantar la vista ya todos se estaban alejando, menos Emora, que esperaba a que avance.

-no lo entiendo- suspire- si tanto querían que cambiemos, ¿porqué matarlos a todos? En vez de matarlos les hubieran enseñado como lo hacen con nosotros.

-dime Jada, ¿cuanta capacidad de alumnos hay en cada aula?

-es solo para 30 - conteste dudosa

-exacto pero, ¿porqué?

-es la máxima cantidad de alumnos con la que un profesor puede lidiar.

-esa es la respuesta- se encogió de hombros.

-¿que tienen que ver la cantidad de alumnos en un aula con lo que estamos hablando?

-es simple, nosotros no somos tantos como lo eran ustedes, todos nosotros venimos de un solo lugar Jada,  y de ese lugar nos expandimos por todo el mundo, ¿crees que nos hubiesen tomado enserio a todos nosotros solo hablando? Ustedes eran millones, hemos visto los golpes de estado , como nunca están todos de acuerdo en algo, por eso, se tomaron esas medidas, nosotros no decidimos sobre las cosas que tenemos que hacer, no lo tenemos tan fácil, así que no seas tan dura con nosotros.

-entiendo, pero ustedes deberían entender también, todos perdimos seres queridos.

-y nosotros perdimos humanidad.- Emora dio la vuelta y comenzó a caminar, sin mas la seguí en silencio.

El camino se tornó incómodo, ya nadie hablaba, ni siquiera entre ellos, de vez en cuando soltaban una que otra frase en él idioma que no entendía, pero no mas que eso.

No me di cuenta en que momento estaba por la entrada de la calle hacia mi casa  hasta que escuche la vos de Paul.

-Gracias a Dios Jada, ¿dónde te habías metido? Te llamamos desde que no te vimos en las clases- la voz de Paul sonaba preocupada y no lo intento esconder dándome un abrazo.

-Deberías dejar de creer en tu Dios-  dijo el moreno de ojos amarillos con un tomo borde antes de dirigirse a "su nueva casa"

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-¿Dónde estabas?- esta Vez fue Zack quien hablo  mientras corría la cortina de la ventana para ver hacia afuera.

- me dormí bajo las gradas de la universidad, perdón-

-Eres una torpe, sabes que ya no podemos hacer lo que queremos y hay que andar con cuidado teniendo a esta gente cerca- y tenía razón, fui muy descuidada, sabia que no volvería a pasar.

El toque de queda había comenzado hace unos 10 minutos, observe la calle desde el segundo piso donde estaba mi habitación, todo estaba tan vacío, ya no se escucha la música de las fiestas que hacia Meredith Black a un lado de casa, era una universitaria joven , de esas chicas que lo tienen todo pero a la vez nada, sus papas se encontraban fuera del país la mayor parte del tiempo así que nunca estaban enterados de nada de lo que hacia su hija, a veces me pregunto que habrá pasado con ella, sus padres, o la mayoría de mis vecinos.

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