Capitulo quince

88 12 13
                                    



Una semana. Eso era lo que había pasado desde que nos separamos del grupo, una semana de nerviosismo y noches en vela, era imposible lograr dormir mas de dos horas. Tanto Paul como yo nos encontrábamos en un punto donde cualquier ruido que provenía de afuera de aquella farmacias nos hacia saltar, tuvimos la suerte de encontrar alimentos en aquel lugar, al parecer no solo era una farmacia si no que vendían algunos que otros aperitivos. Así nos encontrábamos en ese momento, ambos recostados espalda con espalda, él consumía una bolsa de Papás fritas y uno de esos sueros con sabor a porquería, esos que uno compra después de una noche de alcohol, mientras que yo me mantenía con un agua y un paquete de galletas.

-Esto me esta matando- se quejo soltando la bolsa de frituras a un lado logrando que varias de ellas salieran esparcidas por todas partes- ¿cuánto mas esperaremos? Jada es posible que los demás estén...- hizo una pausa tomando aire y al hablar el volumen de su voz había disminuido- muertos.

Al escuchar esa palabra algo dentro mío se encogió, sabia que las probabilidades de que los demás hayan salido con vida eran nulas pero aún así había una pequeña chispa de esperanza, después de esos meses si no hubiese sido por ellos, ni Paul ni yo estaríamos vivos.

-Ellos vendrán- fue lo único  que logre decir.

-Es decir, si estuvieran con vida, ¿cómo encontrarnos? Estamos en un pueblo en medio de la nada- se puso de pie y una de sus manos paso por su cabello en señal de frustración- ¡Por Dios! Ni siquiera sabemos donde estamos, corrimos como locos hace una semana, no se en que dirección nos dirigimos para llegar acá- para ese momento ambas manos estaban en su cadera y su cabeza mirando al techo.

-Fuimos recto, lo recuerdo, aún seguimos en camino- lo mire unos instantes, no quería decir lo siguiente- si ellos no llegan al anochecer, entonces seguiremos nuestro camino a primera hora- bajo su vista del techo para dirigirla hacia mi y solo asintió con la cabeza en señal de aprobación.

No sé cuanto tiempo había pasado, tal vez una hora o quizás dos pero realmente no quería que llegue la noche y tener que renunciar a ellos. Este momento seria perfecto para leer un poco del libro que Joss me había dado pero en el momento que Paul y yo huíamos ambos soltamos las mochilas para así ser un poco mas rápidos, perdimos nuestras pocos recuerdos y pertenencias en aquellos bolsos, pero lo hecho, hecho esta.

Un sonido que provenía de afuera llamo no solo mi atención si no la de mi acompañante también.

-¿Qué diablos? - susurro colocándose junto a mi mientras ambos nos acercamos a la gran puerta de vidrio que era cubierta por unas grandes persianas de metal.

-¿Hola?- pregunto una voz en la lejanía, no se encontraba tan cerca de nosotros- necesito ayuda, por favor- pidió con la voz entrecortada - estoy perdido- y los sollozos se hicieron presentes.

-Es un chico- afirme mirando hacia mi compañero, que en ese momento me miraba confundido con ambas cejas alzadas- debemos ayudarlo- y antes de que el me respondiera lo vi abriendo la puerta de cristal y levantando la persiana de metal tan solo un poco para que su cuerpo lograra salir arrastrado por el suelo.

-Demonios- se quejo al salir- ya vuelvo, si tardo mas de 10 minutos cierra todo y no le abras a nadie ¿entendido?- espero una respuesta.

-Si- afirme con la cabeza y lo vi desaparecer. No escuche nada mas, ni un solo ruido, no sabia si ya lo habían encontrado, si ambos estaban bien o si habían sido una trampa, contaba los segundos en mi mente, cada que pasaban 60 segundo volvía a comenzar desde el primero, ya habían pasado 7 minutos y mis manos comenzaban a sudar, mis piernas temblaban, sentía que mi corazón saldría de mi pecho en cualquier momento, tenía miedo de perder a Paul, tenía miedo de quedarme sola.

La Nueva EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora