Capítulo 3

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Durante los primeros años me preguntaba: "¿Qué hago aquí vestida con un conjunto de ropa de una marca importante?". Me miraba en el gran espejo de las tiendas y deseaba que mi rostro no estuviera ahí, que no fuera yo, que con gusto si alguien me dijera "Quiero tu lugar", yo se lo daría.

Tenía que escuchar a las encargadas decirme: "Le queda precioso, señora Willow" y aguantar a un Nicolás comiéndome con la mirada.

Así se siente la soledad, la gente te rodea, pero tú aun así sabes que no perteneces ahí.

Alexander me llama todos los días, a veces intentaba adivinar cuál de sus dos personalidades iba a contestar. Si era su personalidad infantil, podía pasarse horas y horas pidiéndome que regresara pronto o si era esa parte atemorizante de él, me decía: "No hagas ninguna tontería" y colgaba.

Y ahora estoy aquí, teniendo mi primer día de clases. Mis compañeros me miran como si fuera un animal fantástico, bueno, tengo veintiocho, tampoco soy tan vieja, pero debe de ser raro para ellos verme con ganas de estudiar y convertirme en psiquiatra a estas alturas. Créanme que para mí también es extraño volver a mis viejos hábitos escolares.

-Eso es todo por hoy, nos vemos hasta el viernes -se despide el profesor y los demás comienzan a irse a su descanso- Señora Willow, necesito hablar con usted.

Le respondo un "Sí, profesor" y guardo mis cosas en la mochila de cuero negro que Nicolás me regaló por mi primer día en la universidad, mientras espero a que los demás se vayan y nos quedemos solos.

Observo de arriba a abajo a mi profesor de Biología de las funciones mentales, Trastornos Sexuales y Abusos de Sustancias. Tiene el cabello café claro cortado en un copete, lleva lentes que cubren sus ojos oliva, viste un suéter color crema con cuello de chal, pantalones beige y unos zapatos negros de piel con plataforma.

-Llevamos dos horas de clase y aún no te das cuenta, ¿verdad? -una sonrisa burlona se formó en su rostro cuando cambió de idioma al español- Enana, se supone que eres la más aplicada, pero en observación eres pésima.

Ese apodo era imposible que se me olvidara.

Raphael, mi único aliado y amigo de la preparatoria, estuvo conmigo en todo momento. Me traía pastillas del día siguiente y parches a escondidas para evitar que me embarazara, incluso estuvo conmigo en mi boda y me entregó porque mi padre se reusó a asistir, pero un día solo me dejó un mensaje con mi madre diciéndome que encontró trabajo en otro lugar y que estaría ausente por un buen tiempo. Eso fue hace nueve años.

-Voy a matarte, imbécil -mi cuerpo empezó a temblar por la rabia que sentía- ¡¿Cómo te atreves a saludarme, así como si nada?!

Hasta que se digna a aparecer.

Me apresuré a abrazarlo y Raph me levantó haciéndonos dar vuelta sobre nuestro propio eje.

-Sé que debería de decirte que lo siento, pero te voy a hacer enojar más -bromeó- Te extrañé tanto, enana.

-¿Cómo rayos llegaste a ser profesor? -me separé cuando mis pies tocaron el suelo- Tú me dijiste que seguirías con tus negocios en Willow, pero luego desapareciste.

-Digamos que cierta enana me hizo cambiar de opinión -Raph me guiñó el ojo y yo le di un golpe en su hombro- ¡Hey!, más respeto que sigo siendo tu profesor.

-Lo que eres es un idiota -le miré de mala manera- Tienes mucho que contarme.

-Aquí no es un buen lugar para hablar -bajó la voz quitando su sonrisa- Conociendo a tu esposo, debo de desconfiar hasta de las paredes.

Raphael me llevó caminando hasta un centro comercial donde está un restaurante/arcade de juegos con temática de los setenta.

Pasamos entre varias personas y nos sentamos en una mesa alejada.

Tempus Fugit [#2 Saga Willow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora