Capítulo 9

1.5K 160 56
                                    

Camino de un lado al otro entre las sillas de espera que hay en el pasillo de color blanco mientras mordisqueo la uña de mi dedo pulgar. Es una pésima idea que ellos dos estén solos en una habitación con su madre. No tengo ni idea de cómo a Denis se le ocurrió esa porquería de condiciones, pero no me queda de otra que obedecerlos y esperar a que terminen de hablar con los "enfermeros" y alisten las cámaras de seguridad y el audio.

-Solo pido que me hagan caso en algo -maldije entre murmullos- ¿Qué demonios esperas de esto, Denis?

-Hola, señora Wallow.

Esa vocecita aguda irrumpió en mis pensamientos. Fue un niño rubio, como de seis años, con el pelo desmarañado hasta los hombros quien dijo mal mi apellido de casada. A diferencia de las miradas muertas del psiquiátrico, sus ojos brillan con intensidad. Su iris izquierdo es de un color azul tan claro que podría confundirse con ceguera mientras que el otro es de color verdoso con una mancha en la esquina inferior derecha como si alguien hubiera tirado café en ella.

-Me llamo Abrahms -el niño rubio me saludó con su mano- ¿Se perdió al igual que yo?

¿Qué hace un menor aquí?

-No eres un paciente -bajé más la mirada a sus ropas, no lleva puesto una bata del psiquiátrico sino una playera gris con estampados negros de animales marinos, unos shorts cuadriculados azules y unas chanclas del mismo color. Su ropa tiene parches y está desgastada- ¿Visitas a alguien?

-No, mi mujer trabaja aquí y me dijo que me quedara en la sala de descanso -expuso sus caninos puntiagudos en una sonrisa- ¿La molesto?

¿Mi mujer?, quiero suponer que él se está refiriendo a su mamá.

Ajá, como si fuera muy normal que un niño le dijera de esa forma a su madre. No seas imbécil.

-No, yo también estoy esperando -me fijé en el anuncio de un dulce en la puerta de la cafetería- Tengo antojo, ¿me acompañas por un postre?

-¡Zas!

Abrahms no lo pensó dos veces, agarró mi mano y me llevó hasta la cafetería. Me tomó por sorpresa su actitud extrovertida, pero era mejor que seguir por otros veinte minutos caminando en círculos.

-Buenos...Señora Willow -el cajero iba a darme la bienvenida, pero al ver a Abrahms a mi lado, su sonrisa fue remplazada por una mueca asustada. Los nervios del empleado se notaron a simple vista- Ah...¿Hay algo que le guste?

-¡El dulce, el dulce! ¡La señora Wallow quiere un dulce!

-¿Te vas a acabar el dulce? -le pregunté. Abrahms asintió tantas veces que creí que se le caería la cabeza- ¿Qué se te antoja?

-Este, por favor -Abrahms señaló una caja llena de anillos de varios sabores en el mostrador- Con sabor a fresa.

-Cóbrame ese dulce -pedí amablemente- Y otro más, pero de color azul.

-Van por cuenta del hospital -el empleado rápidamente tomó los dos anillos y los colocó en el mostrador- Espero los disfruten.

-¡Gracias! -Abrahms agarró su dulce- ¡Y gracias por el dulce, señora Wallow!

-Abrahms, no deberías...

-¿Lo conoce?

-Sí, señora -bajó la mirada- Es hijo de una enfermera. Usualmente se queda en el cuarto de descanso.

-¿Ha venido más veces? ¿Cuántas?

-De lunes a viernes, señora.

-¿Pero no vas a la escuela, Abrahms?

Tempus Fugit [#2 Saga Willow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora