Capítulo 4

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Alexander se oculta en el armario de su mente y se encierra.

La voz en la cabeza de Alexander le decía: "¿Por qué te encierras, Alexander?"

El armario de su mente de repente se extendió, pero también se sintió solitario.

La voz en la cabeza de Alexander tocó la puerta.

"¿De quién te escondes?", preguntó y Alexander no contestó.

La temperatura de su cuerpo bajó drásticamente y se abrazó a sí mismo para parar de temblar.

La voz en la cabeza de Alexander tocó de nuevo.

"¿Es porque no puedes hacer felices a los demás?"

El corazón de Alexander empezó a acelerarse tanto que hasta le llegó a lastimar su pecho.

"¿Crees que no mereces enamorarte, Alexander? ¿O crees que nadie se enamorará de ti?"

Él se rompe en mil pedazos y la voz se va apagando poco a poco.

Alexander...

Conoce a la voz y desde que recuerda, siempre le han llamado loco, raro y extraño.

Dicen que se la pasa viajando en su mundo y que no pertenece a este planeta.

No se explica por qué le llaman fenómeno o qué es lo que tanto destaca en él como para que se alejen.

Tiene dos brazos, dos manos con cinco dedos en cada una, dos piernas, dos pies y cinco dedos también en cada una. Una nariz, una boca, dos ojos y dos orejas.

No entiende cuál es su defecto.

"¿Tengo cuernos? ¿Tengo alguna cola? ¿Algo pasa con mi cara? ¿Qué es lo loco en mí?", Alexander se miró al espejo por quinta vez en ese día y no encontró la razón de por qué lo evitan a él.

Pasaron los años y siguió viéndose en el espejo, se había vuelto un hábito.

Entonces, se dio cuenta que lo loco no era él.

Lo loco es que a quien ve es a él, lo loco es que a quien ven de manera extraña es a él y a quien le hacen la pregunta: "¿Con quién hablas?"

Es a Alexander.

Alexander...

Con una cuerda atada al cuello, con el miedo de hablar, moverte o siquiera parpadear, con el miedo de que la cuerda te arrebate el aire y te envuelva en la oscuridad.

Porque Alexander no quiere morir.

O al menos no con agonía.

Cada día es una eternidad, no puede acostumbrarse a su infierno. Es cuando más desea quedarse en su refugio, pero le obligan a salir a ver a quienes lo dañan cada día, quienes atan más su cuerda y lo asfixian.

¿Qué hago si quiero llorar?

Vete a los baños y llora ahí, yo estaré contigo.

¿Qué hago si me enojo?

Respira y piensa en cosas buenas.

¿Qué hago si ya no puedo más?

Solo no dejes que te aparten de mí.

-¡Por favor, no me lo arrebaten!

La vergüenza, el odio, la amargura y la impotencia se mezclaban en su pecho. Su cabeza se volvió un disco rayado de una sola palabra: Monstruo.

Tempus Fugit [#2 Saga Willow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora