parte 7

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Capítulo dos: por error

El tiempo pasa deprisa, cuando me doy cuenta ya hace un mes que crucé las puertas de UmPharma. Así que allí estoy, andando por la calle con una sonrisa de gilipollas. Todo porque he recibido la primera nomina de mi nuevo trabajo y yo, la chica que pasa del dinero, que cree que es una tontería y que no tiene ambición ninguna, estoy paseándome por la calle tan hinchada cómo un pavo real. Necesito una buena dosis de realidad.

Cosa que podría conseguir fácilmente si subiera a mi piso, donde mis dos compañeras de piso compiten por el título de 'niña del exorcista por excelencia' por ese estúpido MIR, ¡Ni que fuera para tanto! Vale... lo es. Pero me tienen harta, en esa casa hay más tensión que en la tanda de penaltis de la final de la champions league. ¡No lo soporto!

Saco el móvil para llamar a quien sea para tomar un café, pero esta pringoso de una chocolatina medio derretida que tengo en el bolsillo y sale disparado, saltando de mi mano y haciendo un doble tirabuzón mortal con giro de 360 grados... como mínimo.

-¡Mierda!

-Enseñando educación a los niños.- Levanto la vista y me encuentro con la cara sonriente de una compañera de trabajo.

-¿Cómo?- Jazmin señala dos niños de doce años que juegan a mi lado.

-Joder.

-Eso, tú arréglalo.- Ríe Jazmin divertida.

-Perdón.- Me disculpo ante dos críos que no conozco de nada por algo que no puedo controlar...

-¿Qué haces por aquí?- Pregunta ella con sus manos en los bolsillos de una ajusta cazadora que debió de costarle un ojo de la cara y parte del otro.

-Vivo aquí cerca, estaba tomando el aire... y pensando en suicidarme.

-¿Te ayudo a buscar un puente?-Se ofrece divertida.

-He desistido, ahora estaba pensando en cómo cargarme a mis compañeras de piso.- Me mira extrañada, como para no hacerlo.- Estudiantes de medicina.

-Ah.- Sonríe de oreja a oreja.- El MIR.

-Sí, o como volverse loca en un mes.

-Anda, me invitas a un café y a cambio te regalo una sesión de terapia.

-Me invitas tú y la terapia ya me la hace mi madre, es toda una experta.

Vamos andando la una al lado de la otra, comentando los cotilleos de la empresa

Al final de la calle hay una cafetería bastante decente a la que suelo ir con mis compañeras, la llevo allí y nos sentamos en una de las mesas que da a un ventanal, desde allí podemos hablar tranquilamente y ver la gente pasar.

-Oye ¿Y vives cerca?

-No, estaba de visita, yo vivo en la empresa... un pisazo, ¿Ya te han dicho de quedarte uno?

-No, la verdad es que no, de todas formas... no se si me apetece vivir en el mismo sitio en el que trabajo, no debe ser muy cómodo ¿No?

-No te creas, yo me levanto un cuarto de hora antes de ir a trabajar, lo justo para una ducha y acercarme al ascensor.

-Sí bueno, pero tu jefe sabe dónde localizarte.

-¿No has visto los pisos verdad?- Me pregunta mirándome con una media sonrisa.

-No, me han hablado de ellos, pero...no.

-Eso lo arreglamos rápido. Vamos.- Se levanta y me tiende la mano.

-¿Y el café?- Indicando al camarero que se acerca para pedir nota.

-Nos lo tomamos allí.- Responde sonriendo, sonrío a mi vez y me levanto cogiéndole la mano.

-Mientras no me digas de subir al mío.- Bromeo mientras salimos de la cafetería.

-Tranquila ¿Vamos en metro?

-Si no hay más remedio.

Nos acercamos a la primera estación que encontramos y Jazmin saca dos billetes, al llegar al andén apenas tenemos que esperar, al minuto aparece el tren y subimos en él con otro montón de gente, yo acabo con la puerta en la espalda y Jazmin aplastada contra mi.

-Lo siento.- Me susurra.

-Tranquila, al menos tú me conoces, porque el de aquí al lado no y tiene su mano en mi cintura.- Le susurro a mi vez apoyando mis manos en su cintura.

-Eso tiene fácil arreglo.- Jazmin pasa su mano por mi cintura y el hombre al verlo aparta la suya disculpándose con la mirada, Jazmin sonríe.- Ves.

Yo sonrío y miro hacia un lado, tenerla tan cerca me pone nerviosa, debe ser esa manía mía con mi espacio vital, aunque normalmente me pongo de mala leche, no nerviosa. Después de unos minutos llegamos a nuestra parada, nos acercamos a la empresa y me paro en la entrada.

-Mira que me da cosa esto de entrar para no trabajar.

-Pues nada, después del café te bajas y echas unas horitas.- Bromea ella abriéndome la puerta.

-Mejor no ¿Mhm?- Contesto entrando.

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