C I N C O

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El día había empezado más lluvioso de lo normal, se sentía pesado y un aura de tristeza se podía sentir en el aire de la casa de los Stark. Jarvis cargaba sus maletas y las maletas de Tony ya en la camioneta, Happy, El nuevo chófer, le sonrió con tristeza a Tony, el pequeño, siendo nada grosero, le devolvió la sonrisa sin ánimos.

El camino al aeropuerto fue corto, así lo sintió la familia, se abrazaron, lágrimas cayeron y se dijeron lo mucho que se amaba.

Howard pudo olerlo a kilómetros, pero no detuvo a Tony.

—Te quiero, mi pequeña pulga— susurró Howard cuando abrazaba a su pequeño Omega.

El pequeño sonrió lamiendo las lágrimas que salían de los ojos de su padre, frotó su mejilla con la del contrario y dejó un beso en esta misma.

—Yo también te quiero, papá— habló de igual manera Anthony, sintiendo la tristeza de su padre y de su madre...

Lo sabía, sabía que sus lágrimas no soportarían dentro de sus ojos y decidieron salir por su cuenta, causando un gran puchero en Tony.

La familia de Tres se despidió con un abrazo, se dieron besos entre sí y fue cuando el llamado en el aeropuerto del vuelo en el que irían Jarvis y Tony se hizo presente.

No era un adiós, pero se sentía como uno.

Tony subió y se fue...

•💕•

Las cinco de la mañana dió paso a un entrenamiento duro con los nuevos reclutas dirigido por James Barnes, un alfa líder joven y fuerte, quien ahora escupía sangre.

Bucky sintió como Sam se burlaba de él al verlo mover su cola café peluda de una manera chistosa. El Alfa gruñó por sus problemas de ira y saltó hacia él para morderlo, o lo iba intentar hasta que un joven Rogers se interpuso entre ellos dos, empujandolos a la nieve.

Los tres Alfas cambiaron su forma a una humana y Bucky gruñó hacia Sam, el moreno sonrió de lado burlonamente y se cruzó de brazos sintiendo el regaño de Steve.

—Les e dicho demasiadas veces que no peleen, Bucky, sé que quieres matar a Sam, pero no es lo correcto. Sam, sé que te encanta molestar a Bucky, pero tampoco es correcto— Bucky suspiró mordiendo su labio molesto hasta hacerlo sangrar de la furia, Steve notó ese gesto y tuvo que castigar a los dos, cada uno plantaría 50 hongos en la nieve.

Fue cuando todos quedaron en silencio, viendo llegar a Natasha Romanoff junto a Sharon Carter, Dos tenientes del sector 4.

¿Qué hacían dos Alfas del sector 4?

Steve se acercó hacia ambas chicas, ambas tenían un uniforme que las caracterizaba.

Sharon se ponía sus guantes negros y Natasha arremangaba su camisa blanca.

—¿Algún problema, tenientes?— preguntó Steve una vez que se había acercado.

Sharon terminó de ponerse sus guantes con un semblante serio y se hincó a la altura de la cintura de Steve.

—Levante su camisa, capitán— pidió la rubia seria como siempre.

Steve levantó se camisa y sintió las frías manos de Sharon tocar el nombre de Anthony, Steve, por instinto le gruñó a la rubia y ésta dejó escapar una pequeña risa de maldad. Natasha sonrió de lado, dejando ver sus perfectos dientes con diversión.

—El hijo del Capitán Stark... Diablos Steve, qué coqueto— se burló Sharon acariciando el nombre, se levantó del piso y miró a Natasha extendiéndole un billete de 20 dólares.

Steve no dijo nada, solo frunció su ceño aún confundido y un poco molesto por la situación. De repente, miró al lobo de Bucky que parecía burlarse de él mientras cargaba unas banderas rojas en su hocico.

Sharon rió sacando una libreta azul mientras anotaba unas cosas.

—Steve Rogers, Alma gemela; Anthony Stark— la rubia Alfa se quedó pensando unos segundos, después, miró a Steve y se relamió los labios pensando—. Steve... ¿El niño lo sabe?— preguntó guardando la libreta, Natasha quitó su sonrisa y volteó a ver al rubio.

Steve no dijo nada, bajó su camisa y miró a las chicas con un semblante serio.

—Tenientes, vuelvan al sector correspondientes de su nivel. No es algo que les incumba. Vinieron a lo que vinieron y se van— habló firme como siempre, se dió la vuelta y se estiró convirtiéndose en un gran lobo blanco, uno tan blanco, grande y esponjoso que llegaba a el pecho de Natasha.

Ambas chicas asintieron, soltando un: "si, capitán" y volteandose para irse.

Steve siguió mirando como Sam y James corrían 100 metros de ida y vuelta plantando banderas rojas en cada esquina, en total serían 5,000 metros lo que correrían cada uno como castigo, eso era plantar hongos.

Steve olió un aroma dulce pero fuerte, con poder, era un aroma que le encantaría tener cerca todos los días. Volteó su vista con una sonrisa sincera en su rostro y vió a una hermosa castaña aparecer con una linda sonrisa, un uniforme militar y un peinado realmente hermoso.

Era Peggy Carter, la líder del sector 5. La líder más poderosa de todos (claro, sin contar a los líderes de la milicia) todos admiraban a Margarita, tenía una sonrisa hermosa, su lobo era precioso y grande y su Alfa era el más bondadoso y bueno.

—Capitán— habló Peggy, su dulce voz era música para los oídos de todos. Los lobos bajaron su cabeza en modo de respeto al igual que Steve.

Rogers se acercó corriendo hacia la Alfa, dejándose acariciar por la mayor. Dejó su lobo y regresó a su cuerpo humano con una gran sonrisa.

—Peggy— iba a decir más, pero recibió un empujón de parte de la castaña.

Steve abrió sus ojos sorprendido.

—Dejar ir a tú destinado como si nada, como si no importará... ¿Tan mal te eduqué, Steve?— preguntó cruzándose de brazos, escuchó la risa de Bucky y Sam—. ¡Planten 100 hongos más!— gritó Peggy fuerte.

Steve frunció su ceño perdido, ¿Ahora todos sabían que su pareja era Tony...?

¿Cómo qué dejarlo ir?

—¿A qué se refiere, Señorita Carter?— preguntó confundido.

Peggy negó arreglando su uniforme.

—Tony se va hoy a Alemania... Ve por él ahora— Steve lo sintió como una orden...

Al menos tenía que verlo, tenía que decirle adiós, ¿No?

Su lobo apareció rápidamente, y corrió, corrió más rápido que en las pruebas o los entrenamientos.

Lo hizo tan rápido que hasta sintió su pelaje llenarse de nieve.

Pero no lo logró.

No alcanzó al menor.

—Se fue— escuchó a Howard decir a su espalda.

Escuchó su fría voz calar en su corazón y alma, volteó y lo vió limpiar sus lentes, sus ojos lo perforaron con filo y su sonrisa no estaba como en otros días.

—Hola, Steve...

Protector [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora