U N O

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Capitulo 1: "Ojos rojos"
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Sería una mentira decir que Tony estaba bien cuando no era así. Estaba lloriqueando por el pequeño regaño que su mami le había dado.

Se sentó en la silla haciendo un puchero, se cruzó de brazos y sus mejillas seguían mojadas por el llanto.

Howard levantó una ceja hacia su esposa, ésta le guiñó el ojo con diversión tratando de no reír por el enojo de su hijo.

Tony sorbió su nariz y secó sus lagrimitas con sus pequeñas manos.

—Hijo, ¿qué pasó?— preguntó el Alfa fingiendo interés aunque su esposa ya le había explicado todo.

Tony siguió sin responder, su orgullo era demasiado grande como para mirar a su padre.

Maria trató de contener la carcajada y tapó su boca divertido, apretó los ojos y respiró profundo para no delatarse.

Howard la miró con una sonrisa, rodó los ojos y se dirigió a su hijo.

—¿Quieres que Mami te cargue a tu cuarto y te duerma con besitos?— preguntó. Si su hijo estaba realmente enojado no diría nada y se iría sólo a su habitación.

—No— gimió el pequeño Omega extendiendo sus brazos hacia su padre.

"Al menos no está tan enojado". Pensó Howard.

El Alfa se levantó de su asiento y acomodó su traje mirando a su esposa y guiñándole el ojo.

Maria solo miró como su esposo subía las escaleras con su hijo en brazos.

La Omega se quedó en aquella cocina, tenía buena iluminación, ventanas de vidrio, madera fina y muebles blancos.

Pronto empezaría a anochecer, significaba que haría más frío.

Maria se levantó de su asiento y empezó a recoger los platos de la mesa mientras tarareaba una pequeña canción de cuna.

Desde que habían tenido a Anthony, Howard y Maria habían huido a Alaska, Sitka, para poder criar a su pequeño Omega en paz, lejos de todos esos molestos problemas de la ciudad.

Su esposo creaba armas para el ejército y ella... Pues... No hacía nada.

En realidad era una Omega muy holgazana, el que hacía la comida y casi todos los quehaceres era su esposo y su hijo.

Dejó los platos en el fregadero y fue a responder una llamada del teléfono, lo tomó y lo pegó a su oído mientras veía como su esposo bajaba con una sonrisa.

—Si... Yo aviso...— sonrió besando la frente del alfa.

Cuando colgó abrazó a su esposo con cariño.

—¿Quién era?— preguntó el mayor besando a su pareja.

La mujer puso sus brazos alrededor del cuello del hombre y suspiró.

—¿Te acuerdas del Steve Rogers? El Alfa prodigio que vimos correr— trató de recordarle a su esposo.

"Es más rápido que una chita". Recordó el mayor.

—si— afirmó tomando a su esposa de la cintura, empezando a balancearse en un pequeño vals.

La Omega lo siguió mientras le hacía una pequeña seña a Jarvis, el mayordomo para que  se retirara al cuarto de Tony y ver cómo estaba.

Ellos seguían bailando con dulzura.

—vendrá en unos minutos... Quiere hablar contigo— susurró besando su mejilla.

Howard rió bajo abrazando al amor de su vida.

—De acuerdo— asintió separándose de la menor para ir a la cocina por un trago.

Jarvis bajó las escaleras con un poco de prisa.

—El señorito Anthony se a vuelto a escapar— anunció tomando su chamarra.

Howard soltó un suspiro caminando con prisa y antes de salir su esposa lo detuvo.

—Esta vez yo me encargaré. Tú espera a Steve— le guiñó un ojo y salió de la cabaña.

Ya había obscurecido lo suficiente para no ver en la noche.

[...]

Los dientes de Tony castañeaban por el frío y se abrazaba a sí mismo tratando de darse calor.

Sus ojitos se pusieron húmedos al recordar el regañó de su mamá.

Él la quería mucho, sabía que había hecho mal al rayar la pared, pero quería hacerle un dibujo para recordarle cuánto amaba a su familia.

Cayó en la nieve y empezó a lloriquear fuertemente por su mami.

Tenía tanto miedo y frío.

—Mami— volvió a gritar volteando para arriba...

Unos ojos azules profundos lo miraban, atravesaban cada parte de él sin su consentimiento y lo clamaron al instante.

—Lobo...— susurró sorprendido.

Protector [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora