QUINCE

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Dieciséis años, un omega puro y con una actitud altanera y orgullosa. Anthony Stark no era para nada el niño que solía ser, su ego y autoestima era enorme, su cuerpo era precioso y su cara aún más, era alguien atractivo, tenía unos labios grandes y rosas. Era sumamente precioso.

El aeropuerto de Alaska era grande, de un avión bajaba un chico con audífonos puestos y unos lentes obscuros, portaba un pantalón de cargo negro junto a un sueter rosa con negro y la palabra SUPREME en blanco.

El chico explotó la goma de mascar que tenía en la boca, bajó sus audífonos hasta su cuello y levantó sus lentes mirando a la persona en frente de él.

—Ya decía que un olor tan asqueroso se sentia sentía en el aire— Tony habló, volviendo a ponerse su lentes y bajando del avión con tranquilidad y una elegancia impresionante para su vocabulario —. Pero si es Natasha Romanoff y la idiota que no pasa del sector 4, ¿Se les ofrece algo?— Tony sonrió con amabilidad fingida.

—Venimos a recogerte, Tony— Romannof habló, Carter gruñó bajo molesta e indignada.

—No soy un niño de 10 años, no necesito que los perros de Howard vengan a llevarme en su carrito de juguete, tengo mi propia escoria— les guiñó el ojo y se estiró sonriendo esta vez de verdad.

—No debes tener ese vocabulario, Omega. Tienes un Alfa y destinado— reprendió Romanoff algo molesta por la actitud del menor. Se daba cuenta de que el niño que conoció hace seis años no era nada comparado al que estaba en frente de él.

Tony soltó una carcajada muy divertido por lo que decía la Alfa.

—Oh dios, que extraño porque antes de venir me he tirado un polvo que me hizo olvidar lo que era eso— sonrió de una manera preciosa pero muy falsa—. Mientras no exista una marca que me ate como perro, yo seguiré haciendo y hablando como se me de la jodida gana, Sargento Romanoff. Si Howard la trata como un perro militar no es mi jodido problema— su voz y postura se mostraron serias.

Tony escondió sus manos en sus bolsillos y se dio la vuelta caminando hacia el avión, pidiendo su maleta y haciendo una llamada.

—Usemos la fuerza, ese niño no puede salirse con la suya— Sharon dio dos pasos al frente decidida a ir por el Omega pero Natasha la detuvo.

—No servirá de nada, lo único que podemos haces es escoltarlo de lejos— respondió la Alfa mayor.

Tony bostezó y tomó su maleta, vendría por él Jarvis, su fiel amigo y mayordomo, Jarvis era una de las pocas personas que de verdad apreciaba el menor de los stark, era una persona increíble y amable, cada día que pasaba en Estados Unidos hablaba con Jarvis, preguntaba como estaba, que hacia, si el color rojo era para las matematicas y si ya había hecho su tarea, era simplemente genial verlo después de seis años. Unauto negro y largo se paró frente al aeropuerto, Tony sonrió y conayuda de un Beta subió su maleta al maletero, corrió y abrió la puerta del copiloto, lo primero que hizo fue abrazar al piloto.
Notó que el cabello de Jarvis era más opaco y con unas canas, los seis años le habían pegado como a una persona cualquiera.

—Oh, mi cachorro, pasó tanto que lo sentí como toda una vida— susurró entre el abrazo.

Tal vez Tony no era lo que solía ser, pero su cariño y amor eran iguales a los de un niño, había adoptado la forma de alguien orgulloso, ególatra y altanero, pero había personas con las cuales no podía hacerlo: Jarvis, Bruce, su Madre y Pepper, sus mas grandes tesoros.

—No sabes cuanto necesitaba un abrazo tuyo— susurró el Omega feliz de tener a Jarvis entre sus brazos, regresaba solo por sus vacaciones y por su madre. Para él Howard se podía ir a la mierda.

El cielo estaba especialmente azul... Azul como los ojos de lo que era su destinado, al pensar en él su estómago se revolvió, estaba tan incómodo con saber que él estaba en el estado. Respiró hondo y se recargó en el asiento, lo único bueno es que Bruce y Pepper llegarían en unos cuantos días, Tony los había invitado para pasar unas buenas vacaciones en la mansion, no se comparaba con una hermosa playa de México a la que tenían planeado ir pero debían comprender que Tony quería estar con su madre, eso no les molestó a sus amigos, al contrario, estaban felices de ir  con la madre que parió semejante obra de arte.

—¿Quieres comer algo cuando lleguemos?— preguntó el Beta, confuciendo con una sonrisa.

Tony suspiró.

—Tengo tantas ganas de comer una hamburguesa con queso extra, podría morir por una—.

Afortunadamente cerca se encontraba un puesto de hamburguesas, pasaron por el autoservicio y las llevaron para comer.

[...]

La casa de los Stark había cambiado por una gran mansión, Tony bajó del auto y salió corriendo con una sonrisa, no era igual a las otras, esta era infantil y risueña, una sonrisa que Jarvis añoraba volver a ver.

Entró a la casa sin preguntar, era realmente enorme, respiró profundamente y mordió su labio inferior por oler las feromonas de su madre. Detrás de él venía Jarvis con la bolsa de hamburguesa y más atras las Sargentos Romanoff y Carter.

Tony volvió a respirar, tratando de olfatear a su madre, unas dulces rosas frescas con frutillas silvestres, menta y perfume de dulce. Adoraba tanto esa sensación. Tony corrió escaleras arriba y al final del pasillo el olor era mas intenso, no solo eso, estaba Howard Stark, Tony corrió y Howard sonrió por volver a ver a su hijo después de seis años, pero su sonrisa se borró cuando Tony pasó de él, ignorándolo, ni siquiera lo había mirado, simplemente había corrido y abierto la puerta.

Sobre una cama estaba Maria Stark, leyendo un libro con su cabello suelto y cayendo del lado derecho, entre sabanas color salmón y las cortinas abiertas, estaba tan hermosa como Tony la había visto la última vez, se quedó parado en la puerta, su madre estaba ahí.

Maria reconoció un dulce aroma de chocolate, café y menta junto a fresas, una combinación rara pero realmente dulce, bajó su libro y miró a su hijo, sonriendo y empañando sus ojos.

—Mi cachorro...— susurró la Omega.

Tony dejó escapar un suspiro y corrió para abrazar a su hermosa madre.

[...]

Bucky dejó unas flores en una lápida, y agachó su cabeza mostrando respeto, su pequeño Dolly, eran tan hermoso y con el cabello más suave que alguien podía tener.

No hace más de 3 años que Steve supo que Dolly no era una mascota, era el pequeño cachorro de James, su hijo.

Se levantó del suelo y sacudió sus pantalones, había dejado la milicia y se había unido de igual forma a SHIELD por órdenes de Fury, en cambio Natasha y Carter junto a Sam seguían ahí, para cuidar que todo estuviera bien.

—¿Nos vamos?— preguntó Steve, Bucky asintió y se dio la vuelta para poder irse, ambos salieron del panteón y se dirigieron a la agencia.

El camino en el auto era silencioso pero Steve ya estaba acostumbrado, hace años que Bucky había dejado de hablar, solo lo hacía cuando era necesario.
Llegaron a la agencia y ambos bajaron del coche, al entrar eran recibidos con reverencias y saludos militares, eran conocidos y de los mehores agentes, iban a entrar a la sala de juntas.

Deberían de haber esperado para entrar, porque cuando lo hicieron una sola frase podía poner todo el mundo del Capitan de cabeza.

—Si Fury, Tony volvió y tiró mi maldito auto por una montaña, literalmente— Howard Stark estaba furioso... Detrás de él estaba Steve sorprendido.



N/A:  ¿Les digo un secreto? Si me siguen y recomiendan mi historia con otras Stony Shippers yo actualizo mas rápido, jahsjaja. Perdón por hacerlas esperar y subir capitulo a las 11 de la noche hagsjaja lasamo ogts.

Protector [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora