S E I S

3.3K 494 82
                                    

—Hola— la voz de Howard se escuchó detrás de Steve, el lobo blanco volteó la cabeza y miró al hombre a los ojos, pidiendo indicaciones de a dónde se había ido su destinado.

Howard negó lentamente mientras que con una pequeña tela limpiaba sus anteojos con una pequeña mueca en sus labios, levantó su vista y miró al lobo que estaba de la misma altura que él.

—Se fue, Steve— dijo Howard, sacando una camisa y un pantalón de una bolsa que estaba en el piso.

Se escucharon huesos crujir, un pequeño gruñido y la voz rasposa de Steve que se escuchaba un poco cansada. El rubio tomó la ropa con una cara sería y se la puso mientras cargaba con la mirada de Howard fijamente en él.

—Señor, no me despedí... Anthony es mi...— no terminó de explicar, sintió la dura mirada de Howard y sus palabras tan frías como un bloque de hielo, tan pesadas como las toneladas y tan duras como las rocas.

—¿Tú destinado?— su voz se escuchó como una burla, algo que hizo que el Alfa de Steve gruñera inconscientemente—. No me gruña por su insolencia, Capitán— sentenció Howard, quitando su sonrisa y mirando con dureza a Steve. Cuando su cara dura pareció relajarse, Howard continuó hablando—. Sé perfectamente que mi hijo es tú destinado, y no tengo nada en contra de eso, yo no lo acepto pero tampoco me opongo, ¿Sabes por qué hice esto? Fue para tú bien y para el de Tony— Howard se había puesto sus lentes, volteó para otro lado, su ceño fruncido, pero no estaba molesto.

Steve apretó sus manos en un puño, sus instintos dijeron "hazlo" y no pudo contenerse.

—¿Y cómo se supone que tenerme a mí y a mi destinado separados es lo mejor?— Preguntó soltando un gruñido, Steve esperaba una mueca de sorpresa, o qué Howard se quedará callado...

Vamos, era Howard Stark, un Stark, nunca se quedaban callados y hacían las cosas por alguna razón.

Howard levantó su vista, giró hacia un lado con una sonrisa calmada y se acercó a Steve, siendo que el rubio era más alto.

—¿Qué harías si ves a Tony jugando en el lodo, todo empapado y miles de personas lo ven?— pregunta Howard.

—Regañarlo, eso no es lo que debe hacer— respondió con simpleza Steve.

—¿Qué harías si hace una rabieta en medio del centro comercial?—.

—No hacer caso a sus caprichos, debe entender que no todo se le puede cumplir—.

—¿Qué harías si él quiere ir a una fiesta sin ti dónde va a haber muchos alfas?

—No dejarlo ir, no puede ir sin protección—.

Howard asintió con burla, cerró sus ojos y una suave risa escapó por sus labios.

—No— negó Howard, miró a Steve directo a sus ojos y volvió a negar—. No, ¿Sabes por qué? Porque aún es un niño, un niño al que le gusta jugar con el lodo, un niño que fue bien criado y no hace rabietas, un niño que es amigo de todos, hasta de alfas— defendió Howard sin quitar su sonrisa.

—Es un omega—.

—Es mi hijo— Steve abrió los ojos ante las palabras...

Lo había comprendido, Tony aún era un niño, no podía atarlo a él y quitarle su inocencia e infancia de un tirón, no podía prohibirle cosas que a un niño le encantaban, no podía hacerle eso al pequeño niño.

Steve no conocía nada de Tony, no podía reclamar nada, solo una vez había visto al Omega, le pareció lindo, pero un poco pequeño. Se desesperó cuando descubrió que tenía destinado, él era el capitán de un sector, se supone que debía ser fuerte, sin embargo, sabía que Tony tarde o temprano sería su debilidad.

Entendió duramente lo que Howard trataba de decir, Tony tenía que vivir su vida de alguna manera, tenía que jugar en el lodo, tenía que hacer berrinches y también ir a las fiestas de sus amigos aunque fueran alfas.

Steve entendió por fin el significado del Soulmate.

No tenía que estar siempre con él sin sentir amor solo porque el destino te lo ordenaba, no, tu Soulmate era esa persona que de alguna manera u otra terminarán juntos, y por ahora, tanto Tony cómo Steve deberían seguir su vida sin problemas.

Cuando Steve salió de su trance, no vió a Howard por ningún lado, pero le agradeció internamente a su superior.

Estaría listo para cualquier jugada que tendría preparada el destino.

•❤️•

Cuando Steve volvió a su sector, pudo sentir la mirada decepcionada de Peggy, pudo sentirla calar en su pelaje blanco, porque sí, el pelaje de Steve era completamente banco, tanto, que se podía confundir en la nieve sin problemas.

Margarita lo miró con los brazos cruzados, su labial rojo contrastaba perfectamente con su personalidad, su pelo castaño y rojizo se veían irradiar con belleza en la blanca nieve, sintió su Alfa encogerse por primera vez, pudo convertirse de nuevo en su humano, bajando la cabeza ante los ojos de Peggy.

—Fue estúpido que fueras solo porque yo te mandé— empezó Peggy, quitándose su guante negro y proporcionándole una bofetada con esta a Steve.

Todos los lobos se reunieron a la merecida regañada de su capitán, lo bueno de estar en su forma lobuna es que Peggy no podía ver las grandes sonrisas que Sam y Bucky tenían, se confundían con sus colmillos y sus gemidos de cansancio por los hongos plantados.

Peggy negó con la cabeza, la decepción se podía notar, supo que era un plan de parte de Howard y Margarita, pero aún así no dijo nada la respecto, no tenía el derecho. Había decepcionado a su mayor y eso en los lobos, se podía considerar como una pisoteada a tu honor por ti mismo. Steve levantó la cabeza una vez que Peggy se fue, volteó hacia los lobos y la dura mirada que les dió fue lo suficientemente amenazadora para que todos corrieran a sus puestos pertenecientes.

Esperaría, no sabía cuánto pero esperaría para poder ser digno para estar con su destinado.

Y Tony, Tony estaba emocionado por ir en un avión.

Protector [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora