O C H O

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Sharon se levantó del frío suelo y limpió con rapidez su labio que tenía sangre, puso sus puños en frente de ella y trató de concentrarse en la pelea, sintió como sus comlillos salieron a la defensiva perforando levemente su lengua por lo filosos que eran y se lanzó de nuevo hacia James Barnes, tratando de golpearlo y fallando en el intento.

La Alfa rubia golpeó fuertemente el piso, gimiendo un poco ante el gran dolor en su espalda, levantó su cabeza y sintió sus ojos picar un poco con intensidad sabiendo que en ese momento de seguro sus ojos estarían brillando de un azul levemente. Eso era lo que no podía controlar.

James se acercó hasta la rubia y dió un golpe con su bota izquierda en la cara de la chica, la patada había sido dura y fuerte.

—Basta— detuvo Steve rápidamente ante los ojos rojos de Bucky, se levantó de su asiento en la banca y se acercó hasta el cuerpo de Sharon. La Alfa soltó un suspiro adolorida por el fuerte golpe en su mejilla, lamió su labio inferior quitando su propia sangre de este y abrió los ojos, topándose con la mirada tan fría y penetrante de Steve.

Rogers le extendió la mano y al sentir como la rubia la tomaba la jaló con fuerza para poder levantarla del suelo con facilidad. Hace un año Sharon había pedido el intercambio hacia el sector cinco, y cuando la pusieron a entrenar con los demás no había problemas en ganarles... Hasta que apareció Bucky. Sharon no sabía cómo pero no podía ganarle a James, siempre sabía cómo dejarla en el suelo con sangre y varios moretones.

Bucky empezó a quitarse las vendas de sus manos mientras estiraba un poco, tal vez calentamiento o algo por el estilo, pasó su lengua lentamente por su labio inferior y de estos mismos brotó un suave bufido fastidiado.

—¿Es todo por hoy? Tengo que preparar mi maleta— avisó el Alfa con el brazo biónico, viendo como Sharon se levantaba con sangre cayendo por su nariz y labio.

Steve miró mal al soldado pero aún así aceptó que se fuera a preparar sus cosas por el viaje largo que tendrían.

[...]

Anthony levantó su vista hasta ver a Jarvis frente a él, sonrió y soltó una pequeña risa corriendo hacia el mayordomo, muchos chicos que pasaban por ahí saludaban a Tony de buena manera y él les devolvía el saludo.

—Bruce, tus padres dijeron que hoy vendrías de nuevo con nosotros— confirmó Jarvis, sin mostrar alguna mueca o disgusto.

Bruce asintió antes eso, sus padres casi nunca estaban en casa y no es como si le importara ya que pasar tiempo con Tony y Jarvis era lo mejor de su día a día.

Había estado yendo con ellos los dos últimos años de su existencia, no le importaba, claro que sus papás pasaban tienpo con el menor, pero cada vez era menos. Ambos se montaron al carro directo a la casa donde Tony, Jarvis y un Sargento vivían. El Sargento Wade Wilson era el encargado de la protección del menor y Jarvis en todo momento, aunque parecía otro amigo de Tony más.

La casa era grande, perfecta, acomodada cerca de un bosque en Alemania para que Tony se sintiera en casa, los cuatro convivían a diario, aunque los miércoles Wade desaparecía por arte de magia en su dia de descanso. En solo unos tres días Tony estaría cumpliendo sus felices 10 años, para él era un momento sumamente importante, significaba ver a sus padres, tener pastel, regalos, jugar con sus amigos y el mas importante detalle, recibir una hermosa Flor de Dalia, que solo crecían en México; Año tras año recibía una flor hermosa, que con el paso del tiempo se marchitaba por el frío que hacía en invierno.

De vivir en Alaska y cambiar repentinamente a Alemania había sido duro en un principio, que si mucha calor, que si el horario, despertaba tarde o temprano, la gente parecía gritarle y Tony solía estar asustado las primeras semanas, realmente duro para su pequeño cuerpo.

Protector [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora