Capítulo 9: Decisiones imborrables.

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—Luces increíble, A-Yao.

La gentil sonrisa del hermano Lan fue correspondida por el otro. El joven beta, Meng Yao había sido reconocido como JinGuanYao por si padre, finalmente era un miembro de la secta Jin, por lo cual vestía la usual túnica dorada y la peonia dibujada en su frente.

—Gracias por permanecer a mi lado aún con todos los comentarios en contra. —Agradeció ante el alfa que tenía en frente. Se inclinó con soltura y elegancia. Para muchos era increíble los modales de aquel beta, y más aún su belleza que no parecía pertenecer a uno, sino a un omega. Aun así, existían varios cultivadores que habían gritado en el cielo cuando el joven había sido ascendido. Para muchos era un tanto escandaloso que haya sido reconocido y ubicado en la línea sucesorio como otro hijo más, siendo que no era legítimo. Otros murmuraban acerca de cómo había podido ser espía, murmuraban acerca de habilidades pocos honorables.

A LanXiChen no podía importarle menos todos los comentarios en contra de que MengYao fuera reconocido como un miembro más de la secta Jin. Sus heroicas acciones durante la guerra habían sido recompensadas y él estaba contento por ello. Era el equilibrio y la justicia obrando, sin duda.

—Incluso creo que el hermano MinJue me tiene cierto odio. —Murmuro mostrando un rostro triste. —Es demasiado rudo conmigo.

El alfa posó su mano en su hombro en gesto consolador. A pesar que los tres habían juramentado como hermanos, su amigo de infancia era bastante reacio a compartir el mismo espacio que el más joven.

—No te preocupes. Minjue tiene un carácter un poco especial, pero descubrirás que es una gran persona.

—¿Me ayudarás con él? —Preguntó con una sonrisa esperanzadora.

—Claro que sí. —Asintió con voz dulce.

De repente, el joven beta se acercó hasta el alfa y le tomó de las mejillas con delicadeza. La diferencia de tamaños se volvió evidente, haciendo lucir al beta más delicado de lo que era.

—A pesar de su trato, sé que no debo preocuparme por el hermano Minjue demasiado. —Su voz se tornó gentil, sutil como un suave canto del viento. Nuevamente, LanXichen estaba sorprendido de las maneras de su amigo, quien no debería de tener ese tipo de habilidad ya que no era omega. — Eres tú quien me preocupa. Temo que tu corazón sea destrozado.

El alfa entendió el porqué de su tacto. Habían pasado mucho tiempo juntos. Debido a ello y a que su mejor amigo era bastante huraño, Meng Yao terminó siendo su confidente.

—A-Yao, hemos hablado de eso antes. —Intentó separarse.

—Lo sé. Hemos hablado de esto desde hace mucho. Tanto tiempo, conociéndonos y aun así tú sigues detrás de él.

Xichen suspiró pesadamente. Probablemente el único que podría entender ese aspecto fuera su propia secta, pero estaba seguro que a su tío no le haría gracia saber quién era su omega destinado; y su hermano menor vivía en negación a pesar de que sus actos hablaban por sí mismos.

—Sé que es difícil de entender, pero para nosotros es especial. —Intentó explicar. —¿Te imaginas? —Sonrío. — Es una persona que ha sido destinada solo para ti. Alguien con quien quizás ya has estado desde tus anteriores vidas, creciendo, evolucionando.

—Por supuesto que suena hermoso. —Comentó con tristeza. — Y es algo que quizá un beta como yo no puede comprender. Vivimos malditos, no podemos saber si tenemos al frente a nuestra pareja destino.

—No digas eso...

—Por supuesto, soy un beta. —Encogió los hombros. — Un hijo ilegitimo que mi padre, un gran alfa, tuvo con una beta cualquiera. —Sus ojos se habían tornado rojizos, preocupando al mayor, pensando que le había ofendido. — Sé que me tratas bien, pero en el fondo sigo siendo eso ante tus ojos. Alguien que no está a tu nivel y que no puede comprenderte.

El maestro del Muelle de Loto (Hiatus Indefinido) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora