Capítulo27: El deber de un tío

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Jiang Cheng abrió los ojos pesadamente. Su alfa le tenía envuelta en un nido de mantas y túnicas con el fuerte olor a lavanda impregnado. Se ruborizo, pero la verdad es que se sentía cómodo y halagado como omega. Giró su cabeza y se encontró a Xichen envolviéndolo con sus brazos. Sonrío al darse cuenta que había despertado antes que el perfecto maestro Lan.

—Umm mi lotito. —Escuchó en un murmullo provenir del alfa.

Se giró por completo hacia el mayor. Este también abría los parpados perezosamente. Su cabello estaba disperso por la almohada y el lecho, dándole una imagen atractiva. De repente, todos los recuerdos de los tres días encerrados llegaron a su mente. Realmente había hecho y dicho cosas vergonzosas. Y eso que quien debió de tener la conciencia intacta era él ya que Xichen tenía la excusa del calor.

—Mi hermoso omega, me acompañaste en estos días, yo...

Jiang Cheng le interrumpió.

—No se siente bien que agradezcas eso. No te hice un favor.

Xichen besó su frente.

—Tienes razón, solo quería que supieras que lo disfrute.

Aquello era demasiado vergonzoso.

—No lo volveremos a hacer hasta el matrimonio. —Replicó el menor.

El alfa no respondió, pero comenzó a darle besos por la mano y luego por el brazo hasta llegar a los hombros y terminar en su glándula aun intacta. Terminó suspirando de placer.

—Por supuesto, si mi omega no desea, esperaremos hasta el matrimonio.

"¡Eres tan tramposo LanHuan!, gritó el omega en su mente.

—Quiero ver a un sanador. —Comentó a su pareja.

Xichen acarició su mejilla, sabía por qué se debía ese pedido.

—Creo que aun deberíamos esperar unas semanas. Es posible que aún no sea notorio.

Tenía razón. Solo estaba ansioso por saber si tendría su tan ansiado cachorro creciendo en su interior. Se avergonzó un poco por su evidente desesperación.

—No te pongas tímido, yo también quiero saber si tendremos un cachorro, pero no es bueno que te estreses

—¿Quién se pone tímido? —Giró levemente sus labios. Xichen se acercó y le dio un beso.

Aquello era como un vicio. Había descubierto placeres que no tenía idea de que pedirán existir y no era solo la lujuria, sino momentos así de simples, estar juntos acurrucados en el lecho teniendo una conversación, metidos en una burbuja, alejados de todos.

—Tengo miedo. —Susurró sin percatarse.

—¿Qué pasa?

—Siento como si ahora mismo tuviera más de lo que debería. —Respondió, sintiendo la confianza de que Xichen no lo juzgaría.

—Yo también siento esto como increíble e irreal. Pero, quiero disfrutarlo. Los errores y dolencias quedaron en el pasado.

Jiang Cheng asintió. No podía vivir la vida juzgándose por ser feliz, solo disfrutarla y proteger esa felicidad. No podía subsanar muchas cosas del pasado, tampoco vivir arrepintiéndose de las cosas que no hizo. Tenía una oportunidad de ser feliz y no la dejaría pasar.

—Xichen, perdón por no darnos esa oportunidad hace años.

—A-Cheng, que hemos dicho.

—Tienes razón. Ya no importa. Es decir, aprendí de ese error, no buscaré hacerme daño por el que dirán por si alguien más me juzga. Si alguien piensa que no soy capaz, no me importa.

El maestro del Muelle de Loto (Hiatus Indefinido) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora